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La administración Trump amenaza el futuro del centro de investigación sobre el VIH en la UC San Francisco

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La administración Trump puso en duda un contrato de investigación multimillonario para probar nuevos tratamientos para el VIH que se apoyan en tejido fetal, un trabajo atacado por legisladores antiaborto y conservadores sociales alineados con el presidente.

La confusión sobre el contrato de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) con la UC San Francisco (UCSF) es parte de una batalla entre los conservadores que se oponen a la investigación con tejido fetal, y los científicos que alegan que el material es vital para desarrollar nuevas terapias para enfermedades que van desde el sida hasta el Parkinson.

La investigación de UCSF fue fundamental para probar virtualmente todas las terapias contra el VIH aprobadas posteriormente por la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) durante décadas, y los NIH brindan todo el apoyo para este trabajo.

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A principios de diciembre, un funcionario de contratación de los NIH le dijo al investigador principal de la UCSF que el gobierno estaba poniendo fin al contrato de siete años en mitad del proceso, y que la decisión provenía de los “niveles más altos”, según un virólogo familiarizado con los hechos.

Cinco días después, la universidad recibió una carta de la división de sida del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los NIH, donde se explicaba que el gobierno mantendría el contrato por 90 días en lugar de renovarlo por el plazo que se esperaba —todo el año—, sin ningún anticipo de sus perspectivas después de eso, de acuerdo con una fuente que tuvo conocimiento de la misiva.

La repentina incertidumbre sobre el futuro del laboratorio surgió mientras los funcionarios federales de salud se replantean si el gobierno debería alterar su apoyo a la investigación que involucra tejido fetal “a la luz de las serias consideraciones regulatorias, morales y éticas involucradas”, como señalaron en septiembre, al anunciar la revisión.

En las últimas semanas, los funcionarios de Salud y Servicios Humanos (HHS) organizaron sesiones con defensores de pacientes, sociedades científicas, especialistas en ética y principales opositores al aborto, para escuchar sus opiniones.

Los funcionarios del organismo insisten en que aún no han tomado una decisión, y solo comunicaron públicamente que quieren ampliar las alternativas. “Esta es una administración pro-vida, pro-ciencia”, escribió el secretario adjunto de Salud de HHS, Brett Giroir, a mediados de noviembre, al representante Mark Meadows (R-Carolina del Norte), líder del bloque conservador Freedom Caucus de la Cámara.

Desde que el presidente Trump asumió el cargo, los conservadores del Congreso y los activistas contra el aborto aumentaron la presión sobre la administración para que cese el apoyo gubernamental a la investigación con tejidos fetales. Sostienen que tales estudios utilizan lo que caracterizan como “partes del cuerpo” de “bebés nonatos”, y que existen alternativas.

El tejido proviene de abortos electivos. Los investigadores afirman que su uso no generó un aumento en la prevalencia del aborto y que estimuló avances científicos que, de otra manera, no podrían haberse logrado.

Irving Weissman, un pionero en la investigación de células madre en la Universidad de Stanford, aseguró que el método de investigación utilizado por el laboratorio de la UCSF “es absolutamente esencial. No hay sustituto hoy en día”.

La investigación de la UCSF ha sido objeto particular de la ira de los opositores. Varias docenas de legisladores firmaron una carta reciente solicitando a la administración que corte su financiamiento.

En las últimas semanas, un columnista del sitio web conservador CNSnews.com escribió repetidamente que el gobierno no había cancelado el contrato.

La junta de la empresa matriz del sitio, llamada Media Research Center, incluye a la conservadora Rebekah Mercer, líder de un supercomité de acción política familiar que invirtió dinero en la elección de Trump.

“No se ha tomado una decisión final”, afirmó Oakley.

Aun así, el investigador principal se está preparando para cerrar el laboratorio, de acuerdo con la persona familiarizada con la carta enviada de los NIH a la oficina de negocios de la universidad este 3 de diciembre.

El Washington Post prefiere no identificar al investigador, que está involucrado en la investigación del VIH desde mediados de los años 1990 y que, junto con sus colegas universitarios, ha sido sometido a la demonización y a amenazas ocasionales por su trabajo a lo largo de los años.

Aunque promete el envío de dinero federal hasta el 5 de marzo próximo, la carta parece contener instrucciones para el cierre ordenado de una empresa de investigación.

Por ejemplo, le indica al investigador que “termine los estudios en curso según lo planeado”, que no produzca nuevos animales para los estudios y que esté listo, en caso de que se le solicite más adelante, para devolver los animales de laboratorio y el equipo al gobierno.

El contrato respalda el equivalente de seis empleados a tiempo completo, y las reglas de la universidad requieren un aviso de 60 días antes de que alguien sea despedido.

El laboratorio es parte de la sección de medicina experimental del departamento de medicina de la UCSF. El gobierno le paga para que proporcione una plataforma central de pruebas para evaluar en animales la efectividad y seguridad de los compuestos químicos que parecen prometedores para la prevención, el tratamiento y la cura del VIH en etapas iniciales del desarrollo, para las compañías farmacéuticas y otros investigadores académicos.

El laboratorio realiza esta prueba en lo que se conoce como ratones humanizados. Se trata de ratones con sistemas inmunológicos deficientes. Tejido de las glándulas del timo de los fetos abortados se implanta en una cápsula en el tejido conectivo debajo de los riñones de los ratones.

En cuatro meses, ese tejido se convierte en el equivalente de un timo humano, el sitio del cuerpo que produce las células T, que se agotan en las personas (o en esos ratones) infectados con el virus del VIH.

Utilizando este modelo animal, el laboratorio de la UCSF —y un instituto afiliado que anteriormente contaba con financiamiento similar de los NIH— evaluó más de 100 compuestos químicos de 60 clases de medicamentos.

En algunos casos, las pruebas descubrieron que las sustancias para prevenir o tratar el VIH que parecían prometedoras en un tubo de ensayo, eran demasiado tóxicas en los animales. En otros, las pruebas mostraron una gran promesa, como un medicamento que parece bloquear la infección durante un año, y que Merck Pharmaceuticals está desarrollando.

Si la administración pone fin al trabajo de UCSF, advirtió Weissman, de Stanford, “esto será... cortar una línea de investigación que ha existido en el pasado y que probablemente en el futuro [sea útil] para resolver la epidemia del sida”.

Amy Goldstein escribe para el Washington Post.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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