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Para detener un virus, California ha sacrificado a más de 1.2 millones de aves. ¿Es imprudente o necesario?

Los corrales de Kerri Hand permanecen vacíos días después de que los agentes estatales sacrificaron sus pollos y pavos debido a un virulento brote de la enfermedad de Newcastle. (Robert Gauthier / Los Angeles Times)

Los corrales de Kerri Hand permanecen vacíos días después de que los agentes estatales sacrificaron sus pollos y pavos debido a un virulento brote de la enfermedad de Newcastle. (Robert Gauthier / Los Angeles Times)

(Robert Gauthier / Los Angeles Times)
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Cada mañana, ya que los niños se iban a la escuela, Kerri Hand se escapaba a su patio trasero, se sentaba en una silla de jardín y daba de comer a su ‘familia emplumada’.

Allí estaba Delores, un pavo joven que ella le regaló a su hijo de 13 años para su cumpleaños, que se sentaría en su regazo y le pediría golosinas. La familia quería tanto Delores que dejaron de comer pavo para la cena de Acción de Gracias.

Hand, de 48 años, se reiría de Queen Coconut y Bambi, unos pollos regordetes, y Michael, un gallo Leghorn que una vez se agitó mucho cuando corría de un lado a otro vigilando a sus gallinas.

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Al ver los coloridos pájaros desfilar por su patio, Hand se sentía en paz. La vida era buena, hasta que dejó de serlo. Todas las aves de su familia, ahora están muertas.

Durante el año pasado, el sur de California ha estado plagado de un brote de una enfermedad viral altamente contagiosa que puede afectar a casi todas las especies de aves, pero es más mortal para los pollos.

Conocida como enfermedad de Newcastle, el virus no plantea problemas de seguridad alimenticia y, en esencia, no genera problemas de salud. Sólo las personas que pasan mucho tiempo cerca de las aves infectadas corren el riesgo de conjuntivitis o una fiebre leve.

Sin embargo, para los propietarios, el brote ha sido devastador: 444 hogares, granjas y negocios en California, la mayoría en los condados de San Bernardino, Riverside y Los Ángeles, han tenido pruebas positivas de la enfermedad desde mayo de 2018, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. No hay cura ni tratamiento.

Todos los condados de L.A y partes de los condados de San Bernardino y Riverside han estado en cuarentena durante meses, sin que nadie pueda mover sus aves sin enfrentar grandes sanciones.

Para detener la propagación del virus, más de 1.2 millones de aves, principalmente pollos, han sido sacrificados en áreas muy afectadas, algunas de las cuales no mostraban síntomas o aún no estaban infectadas.

Esa es la raíz de la indignación de un grupo pequeño pero vociferante de propietarios de aves en patios traseros, liderado por Hand.

Antes de que sus aves fueran sometidas a la eutanasia, Hand era una madre que se quedaba en casa y una oficial de la ley jubilada, que usaba las redes sociales para compartir fotos de sus hijos y mascotas.

Pero ahora se ha convertido en una activista de las aves de corral, organizando protestas en hogares donde los equipos de eutanasia están programados y recaudando dinero para demandar al estado.

Cuando se enteró en abril de que sus aves podrían ser sacrificadas, comenzó un grupo de Facebook con unos 30 amigos y miembros de la familia llamado “SOB, salva nuestras aves”. Ahora, tiene más de 4.700 miembros.

Esto se debe a que el 19 de abril, cuando Hand llegó a su casa se encontró a un equipo de eutanasia con una orden de la corte para dar muerte a unas 70 aves en su casa. De inmediato sacó la herramienta de protesta más poderosa en 2019: su teléfono celular.

Durante las siguientes horas, Hand transmitió en vivo por medio de Facebook desde su patio trasero, mostrando al equipo que agarraba a las mascotas de su familia y las mataba. El primer video de Hand ha obtenido 225.000 visitas, mucho más que las videograbaciones educativas que el departamento de agricultura del estado ha producido sobre la enfermedad de Newcastle.

El Departamento de Alimentos y Agricultura de California ha intentado en vano desde el año pasado, educar al público sobre el brote. Pero no hay una base de datos central de los 100.000 dueños de pollos en California.

En cambio, el personal de la agencia ha visitado casi 150.000 hogares y docenas de tiendas de alimentos y eventos comunitarios. Han dado más de 100 presentaciones en iglesias y han celebrado casi 20 reuniones municipales.

Pero sólo después del video viral de Hand, el brote comenzó a ganar atención significativa.

Las autoridades y los investigadores están de acuerdo en que las familias se sienten desgarradas después de perder a sus mascotas, y que el sacrificio de matar a las aves que no muestran síntomas pero viven en áreas donde existe la presencia del virus es necesario para acabar con el brote.

El virus se puede diseminar de varias maneras, enganchándose en vehículos, equipos e incluso en la parte inferior de los zapatos cuando los vecinos se visitan. Otras aves pueden llevar la enfermedad en sus cuerpos sin verse afectadas. E incluso si un ave sobrevive a una infección, aún puede almacenar el virus durante semanas.

“La realidad es que el virus no se reproduce en aves muertas, pero sí en aves vivas”, dijo el Dr. Maurice Pitesky, veterinario y miembro de la facultad de la Escuela de Medicina Veterinaria de la UC Davis, quien ha investigado cómo se propagan las enfermedades aviares.

“Si estamos en una cuadra donde hay 10 casas y piensan que sus aves están perfectamente sanas, pero hay uno o dos hogares más en ese mismo vecindario que tienen aves infectadas, existe un alto riesgo de que esas aves sanas se enfermen”, dijo Pitesky.

Hand vive en Perris, uno de varios vecindarios más afectados por el brote.

Al comienzo de los eventos de ese día, un trabajador intentó explicarle a Hand por qué estaban en su casa. Hand tenía cercas, pero algunos de sus pájaros vagaban libremente por su patio trasero.

“El asunto es que en diciembre una instalación comercial muy cerca de su casa dio positiva”, le dijo el trabajador a Hand. “Recientemente, hubo otra propiedad en menos de un cuarto de milla en esta subdivisión que resultó positiva para la enfermedad de Newcastle. Hay un establecimiento frente a usted, que aún no se ha infectado. El problema es el alto riesgo de sus aves… no están encerradas en un corral con techo donde no puede haber contacto con otras aves”.

Las autoridades han aconsejado que, para limitar la exposición a la enfermedad de Newcastle, todas las aves de corral se mantengan alejadas de las aves acuáticas y de las aves silvestres.

En Chino Valley Ranchers, el personal de una compañía productora de huevos orgánicos con sede en el condado de San Bernardino, se reunió el pasado mes de junio con un veterinario del departamento de agricultura del estado y, bajo el requisito del estado, trasladó sus pollos, que normalmente caminaban alrededor de la granja.

Practicando ahora la bioseguridad rigurosa antes del brote al exigir que los visitantes se vistan con equipos de protección y desinfecten sus vehículos antes y después de visitar sus granjas, la compañía no ha tenido aves enfermas. Pero es estresante, sin importar cuán cuidadosos sean.

Los manifestantes observan cómo los funcionarios limpian pollos sacrificados en Mira Loma, California (Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Los manifestantes observan cómo los funcionarios limpian pollos sacrificados en Mira Loma, California (Dania Maxwell / Los Angeles Times)

(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

“Probablemente sean 10 de cada 12”, dijo David Will, gerente general de Chino Valley Ranchers. “Es una enfermedad invisible. Viaja en el aire. Los vectores del huésped son conocidos pero no están claramente identificados. Algunas especies de aves pueden vivir con esto y convertirse en transmisores, pero este virus en particular es muy, muy específico para los pollos, y da miedo”.

Típicamente no se encuentra en Estados Unidos, la virulenta enfermedad de Newcastle es habitual en algunas áreas de México, América Central y del Sur, y se propaga ampliamente en Asia, Oriente Medio y África.

Los funcionarios dicen que el sur de California, donde se han experimentado los únicos brotes importantes de Newcastle en América del Norte, tiene un riesgo particularmente alto, en parte porque hay mucha gente con grandes cantidades de aves, que viven juntas, creando el ambiente perfecto para la propagación del virus.

En 1971, un brote importante en este lugar infectó 1.341 grupos, causó la eutanasia de 12 millones de aves, costó $56 millones y amenazó seriamente el suministro total de huevos y aves de corral de la nación. Fueron 19 meses desde el primero hasta el último caso detectado.

Treinta años después, un brote iniciado por aves importadas ilegalmente comenzó aquí y se extendió a operadores comerciales y aves de corral en Arizona, Nevada y Texas. El entonces gobernador Gray Davis declaró un estado de emergencia. Casi 3.2 millones de aves fueron sacrificadas a un costo de $161 millones. La manifestación del virus, desde el descubrimiento hasta la erradicación, duró 11 meses.

La veterinaria estatal de California, Dra. Annette Jones, se desempeñó como comandante del incidente durante ese brote.

Cuando el año pasado recibió la llamada del laboratorio de que la enfermedad de Newcastle estaba nuevamente activa en el estado -inicialmente detectada después de que un propietario de pollos llevara aves enfermas a una clínica veterinaria en el condado de Arizona- Jones sintió un tirón en el estómago.

“No creo que mi estómago se haya recuperado desde ese día”, dijo. “Para las personas que se han visto afectadas por este brote, es personalmente devastador, y la forma en que puedo hacer mi trabajo es pensar en todos los dueños de aves en el estado, y si podemos trabajar juntos y pasar este tiempo tan difícil, vamos a evitar que mucha más gente pase por esto”.

El lograr que todos colaboren parece ser la parte más difícil.

Jones dijo que no puede hablar específicamente sobre el caso de Hand debido a la demanda presentada contra ella por el grupo Save Our Birds.

Pero Jones dijo que, en general, las autoridades han logrado un mayor progreso en la erradicación de la enfermedad en las comunidades donde los propietarios de aves se han unido para aumentar la bioseguridad, lo que incluye mantenerlas en el interior y limitar el contacto con otros propietarios de aves, y su compromiso de no moverlas. En esas comunidades, la presencia del virus se ha mantenido baja, dijo.

“El problema es cuando una persona no sigue las instrucciones porque cree que está haciendo lo correcto o no sabe qué es lo correcto, eso hace que nos retrasemos”, dijo.

Las autoridades dicen que el mayor desafío para controlar el brote ha sido la gente que se opone a la cuarentena.

En enero, alguien con un ave valiosa la trasladó desde el condado de L.A a Utah. La persona pensó que estaba sana, pero luego, las aves a su alrededor comenzaron a morir por la enfermedad de Newcastle.

Un escenario similar ocurrió en abril en Arizona, cuando se encontró el virus en una pequeña parvada de pollos en el condado de Coconino. Las pruebas genéticas encontraron que la enfermedad en Arizona era similar en más del 99% a la que causó el brote de California.

Durante el video de Hand, ella le dice a la audiencia: “Dejen el video en vivo, gente tomen a sus pollos, y saquen la camioneta Dodge ahora. Tómenlos y corran. Todas las aves morirán. (…) corran, escóndanse, váyanse. Por favor, no quiero más muertes”.

Hand dijo que no se arrepiente de haber dicho eso y desearía haber llevado a sus aves a otro lugar, a pesar de las enormes multas que pudo haber enfrentado.

“¿De verdad me vas a meter en la cárcel por eso?... Tengo más tiempo que dinero, así que, de acuerdo, iré allí si es donde necesitas que vaya”, dijo Hand. “Eso se puede solucionar, lo que parece que no puedo remediar es el hecho de que les fallé a todos. Todas mis aves están muertas, y el dinero no va a reparar esto. El dinero no va a arreglar lo que escuchamos, vimos, atestiguamos o el recuerdo de todo esto”.

Desde la izquierda, Kayla Walker, Katie Walker, Kalli Walker y Megan Walker protestan por la eutanasia de pollos en una esquina de Mira Loma. (Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Desde la izquierda, Kayla Walker, Katie Walker, Kalli Walker y Megan Walker protestan por la eutanasia de pollos en una esquina de Mira Loma. (Dania Maxwell / Los Angeles Times)

(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

En las últimas semanas, el brote ha dividido a los propietarios de pollos.

En el grupo de Facebook de Hand, los miembros expresan un profundo escepticismo sobre el enfoque del gobierno ante el brote, discutiendo con la ciencia e incluso si la enfermedad en realidad está matando a las aves.

Hand se refiere regularmente a la veterinaria estatal como “Lying Jones”. Los miembros han publicado la fotografía de Jones y las fotos de trabajadores estatales y federales, incluidos los miembros del equipo de eutanasia, junto con sus nombres y notas sobre sus interacciones.

El grupo hizo camisetas que dicen: “¡Nosotros, la gente, estamos enojados! ¿Cuándo terminarán los asesinatos?”. Y el martes, el grupo presentó una demanda contra Jones y el departamento de agricultura del estado, señalando en su queja que quieren “detener las prácticas inhumanas de eutanasia hasta que se pueda determinar que el procedimiento está justificado”.

Desde entonces, han comenzado otros grupos de Facebook, como “In Memory of Flocks Killed by the CDFA 2018-2019”, donde las personas publican fotos y recuerdos de sus mascotas fallecidas.

Mikke Sharpe comenzó el grupo de Facebook “End Virulent Newcastle Disease” cuatro días después de que Hand publicara su video. El grupo toma un tono diferente al de Hand, y su descripción incluye que se formó para apoyar y compartir los hechos del virus y el brote. Tiene alrededor de 620 miembros, una fracción en comparación del grupo de Hand.

Sharpe, que tiene 12 aves en su casa en Hesperia, dijo que ella y sus compañeros moderadores del grupo sienten mucho la experiencia de las personas que viven en zonas donde los equipos están activamente realizando la eutanasia a las aves, pero es la única manera de terminar con el brote.

“No creo que ayude en nada ser demasiado emocional”, dijo Sharpe, de 54 años. “Es un hecho científico. Para detener la propagación de la enfermedad, tiene que suceder, no importa lo mucho que no lo queramos”.

En la reciente tarde del lunes, Hand y sus compañeros miembros de Save Our Birds organizaron una manifestación en la casa de Les Kanawah, de 55 años, en Mira Loma, para protestar por el equipo de eutanasia que vendría a buscar sus aves.

Algunos sostuvieron carteles, y algunos niños llevaron gallinas Kanawah por la carretera. El grupo se dirigió hacia el equipo de eutanasia, que se fue y no ha regresado. Desde entonces, Kanawah se ha sentido nerviosa y estresada, sin saber cuándo otra brigada lo intentará nuevamente.

Recientemente, un vecino perdió unas aves debido a la enfermedad de Newcastle y llamó al estado. Le enviaron un equipo para realizar la eutanasia del resto de sus pájaros.

Kanawah dijo que sus aves todavía están sanas y que pasan todo el tiempo en una cooperativa, lo que hace que corran menos riesgo de contraer la enfermedad, dijo.

“Si viera algún indicio de que mis pájaros no parecen sanos, sería el primero en decir: ‘Sí, deshágase de ellos antes de que mis vecinos se metan en problemas’”, dijo Kanawah.

El mismo día de la protesta, una escena más tranquila se desarrolló a unas 30 millas al sureste de la pequeña granja de Julia López, de 23 años, en Perris.

Un equipo de eutanasia llegó a la granja alrededor de las 3:30 p.m. Su familia hizo varias preguntas, y los trabajadores les respondieron. Todos permanecieron cordiales, y en menos de una hora, sus 40 pollos, cinco patos y dos pavos murieron.

La familia se mudó a Perris desde Anaheim para escapar de los crecientes precios de las viviendas. Cuando se mudaron a su medio acre en julio, ya tenían planes para comenzar su granja. Pronto se enteraron, en su tienda local de alimentos, que acababan de mudarse al epicentro de un brote de enfermedad aviar.

Hace aproximadamente seis meses, las aves de un vecino fueron sacrificadas, y su familia temía que pronto hubiera un equipo para sus aves, dijo López. Finalmente, llegaron.

Al día siguiente, la granja estaba en silencio. López sentía un poco de angustia tratando de averiguar cómo le diría a su hermana de 5 años a dónde habían ido las gallinas que amaba y ayudaba a alimentar.

“Es desgarrador, es difícil, pero creo que con el tiempo nos curaremos”, dijo López. “Y tan pronto como esto termine, podremos comenzar de nuevo”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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