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El primer día del L Festival tuvo rancheras, reggaetón, pop y mucho polvo

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Se acercaba la medianoche, y era de esperar que todos los asistentes a la jornada inaugural del L Festival en la Arena Deportiva de Pico Rivera se encontraran completamente agotados; pero no fue así.

Era el momento de ver al acto principal, Alejandro Fernández, quien, a pesar de abrir fuegos de manera inesperada con un ‘cover’ de Roberto Carlos (“Cóncavo y convexo”, presentado al estilo de las ‘big bands’), lucía inicialmente como una elección anticlimática para el cierre, en vista de que apareció vestido de traje formal y con esa barba actual que tantos comentarios ha provocado para dedicarse a interpretar un repertorio de baladas que, a esas horas, no prometía poner a brincar a nadie.

Sin embargo, a medida que la temperatura disminuía al aire libre, la del escenario se incrementaba, como lo demostró la estupenda versión de “Tengo ganas de ti” (original del español Miguel Gallardo) que llegó después de la entrega del éxito “Canta corazón”; y luego de estrenar su nuevo sencillo “Sé que te duele”, Fernández se retiró brevemente del entarimado para darle pie al mariachi y entonar con voz potente, ahora sí, rancheras de la estirpe de “Guadalajara Guadalajara” y “México lindo y querido”, secundadas por imágenes de caballos galopantes y de la bandera mexicana.

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En esos momentos, hacía ya mucho frío, pero además del alcohol de rigor, los corazones de los asistentes se calentaron con una intervención especialmente pertinente del hijo de ‘Chente’: “Mientras otros están construyendo muros, nosotros estamos rompiendo fronteras”, exclamó él. (Las dos últimas palabras de esta frase son el título de su nuevo disco, pero esa ya es otra discusión).

En el turno anterior, y con su habitual nivel de profesionalismo, Juanes dio un show compacto y altamente profesional que aprovechó las pantallas gigantes para proyectar videos e imágenes de todo tipo, ofreciendo además un repertorio que no dejó probablemente insatisfecho a ninguno de sus fans actuales, pese a que omitió por completo su primer álbum (que es el mejor) y, en el plano del discurso, no incorporó referencia alguna al efecto de los manejos políticos de Donald Trump.

De ese modo, acompañado por un buen nivel de producción y apoyado por la banda rockera de formato básico que siempre lo acompaña, el colombiano empezó con ”A Dios le pido” y terminó con “La camisa negra”, pasando por “Me enamora”, “La paga”, “Es por ti” y una celebrada versión de la “Querida” de Juan Gabriel, entre otras piezas.

Haciendo honor a su reputación de ‘showman’, Daddy Yankee fue probablemente el que movió más a los presentes, pese a que no vimos tantas escenas de ‘perreo’ como las que esperábamos. Su set también fue contundente, aunque estamos completamente seguros de que no hubiera cambiado la opinión de cualquiera que piense con razón que el reggaetón es misógino, repetitivo y escandaloso.

Sea como sea, y en medio de lo cuestionables e intrascendentes que pueden ser sus letras (“yo no hablo mucho, lo q hago es cantar”, dijo en un momento dado), este boricua se encuentra todavía en la cima de su juego, ya que si bien tiene a su lado a un cuerpo de bailarines y bailarinas sensuales (y realmente no canta), nunca deja de ser el protagonista de su segmento y es un derroche constante de energía.

En todo caso, y más allá de que repasó su arsenal de hits al interpretar “Lo que pasó pasó”, “La batidora”, “Limbo” y, por supuesto, “Gasolina”, lo más reprobable es que no aprovechara la presencia de Luis Fonsi en el mismo concierto (de hecho, este se presentó justo antes que él) para invitarlo a interpretar a dúo el megahit “Despacito”, algo que se llegó incluso a prometer en las notas de prensa.

Curiosamente, Fonsi cerró con este tema su propio set, aunque en una versión breve y apurada que parecía ser un calentamiento para lo que nunca llegó. Lo que sí hizo el también puertorriqueño fue desgranar su pop amable y romántico ante un auditorio que entraba en calor; pero lo más importante es que se dio tiempo para aludir directamente a la situación que preocupa ahora a todo el mundo al decir que “en momentos en lo que ataca a los latinos, hay algo que nos define, y eso es que somos valientes y no nos damos por vencidos”.

La cuota de regional mexicano llegó más temprano al mismo escenario principal con la Banda El Recodo, que al grito de “¡No se relajen, compa!”, llenó la plaza de música sinaloense mientras sus dos vocalistas se desplazaban por la rampa que partía del tabladillo y se metía entre la gente para cantar composiciones como “La culebra”, “Mi vicio más grande” y “Mi gusto es”.

El primer día del L Festival tuvo dos escenarios adicionales: uno estaba al lado de la zona VIP de Chivas Regal y se enfocó en DJs locales, empezando por Alex Sensation, y el otro, ubicado en la zona de los jaripeos, sirvió para la presentación de artistas como José Manuel Figueroa, Cynthia Silva y Lupita Infante. También hubo una exposición de Frida Kahlo, destinada a darle un aporte artístico a un evento que, en realidad, es completamente comercial.

Se supone que el cambio de locación del ambicioso espectáculo, que se inició hace dos años en el OC Fair & Event Center y se trasladó este fin de semana a la Arena Deportiva de Pico Rivera para su segunda edición, se debió a ciertos problemas de sonido y de restricciones de horario que se produjeron en la locación anterior.

Pero si bien la mudanza permitió que los trámites de este sábado (es decir, el día de la primera jornada) terminaran mucho más tarde y puso a disposición de los organizadores una explanada enorme, colocó a la audiencia en medio de un ambiente extremadamente polvoriento y de estructuras descuidadas que hacía extrañar la comodidad del recinto previo. Y estas fueron unas condiciones que se extendieron a las costosas zonas VIP, como lo dejaron en claro las quejas de unas personas que se encontraban insatisfechas pese a haber gastado mucho.

Es probable que la reputación de este lugar, los costos elevados de las entradas y hasta el temor a las redadas de Inmigración hayan tenido que ver con que la asistencia a la jornada inaugural haya sido mucho menor a las 20 mil o 15 mil personas que se esperaban, aunque no hay que olvidar que nuestra comunidad se encuentra actualmente en una situación difícil. Tampoco hay que dejar de lado el hecho de que, en medio de todo esto, los que estuvieron ahí parecieron disfrutar ampliamente de la música ofrecida, mientras que los artistas cumplieron con brindar sets completos sin deficiencias evidentes de sonido.

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