Los Pixies entusiasmaron a sus fans sin necesidad de efectismos
Los Ángeles — Black Francis no es una estrella del rock tipo Bono o Axl Rose, pero se trata de un icono comprobado de la escena independiente que corresponde al género guitarrero; y esta reputación fue sin duda la que provocó el lleno total que se vivió a mediados de esta semana en el Hollywood Palladium a raíz de la presentación de Pixies, su agrupación principal.
Para ser claros, Francis (nacido como Charles Michael Kittridge Thompson IV) es un tipo inmensamente prolífico que ha lanzado hasta el momento ni más ni menos que 19 álbumes como solista, en los que despliega su talento y su versatilidad para crear canciones atractivas y a la vez complejas; pero Pixies, que ha grabado por su lado siete placas de larga duración y dos EPs, es el conjunto que lo ha llevado a trascender fronteras para ser reconocido y admirado en distintos puntos del mundo, contando a las naciones latinoamericanas.
De ese modo, en el 2003, cuando decidió reunirse tras una pausa de 11 años, el grupo alternativo fundado en Boston fue motivo de un gran interés, plasmado en su exitosa presentación del Festival de Coachella del año siguiente; y aunque una década después sufrió un golpe de consideración debido a la salida de Kim Deal, su bajista original, ha continuado presentándose y metiéndose al estudio de manera incansable, como lo demuestra el reciente disco “Head Carrier”, que ha sido muy bien recibido por los fans y los críticos.
Lo más interesante es que lo ha hecho sin tener que recurrir a una de esas espectaculares puestas en escenas con las que nos impresionan frecuentemente los músicos modernos. En el Palladium, no hubo escenografías, proyecciones de videos ni juegos de luces, como lo muestran las fotos que acompañan esa nota; y además de eso, los artistas se movieron muy poco y hablaron escasamente con la audiencia.
En vista de lo dicho, se podría pensar que su acto es soberanamente aburrido, cuando ocurre justamente lo contrario debido a las virtudes de una música en la que hay muy poco virtuosismo (en realidad, la intención es de lo más ‘garajera’), pero sí una marcada habilidad para la composición de piezas que pueden ser rabiosas o apacibles, pero que no pierden nunca la cualidad melódica, incluso cuando sus letras son misteriosas y casi inexpugnables debido a la declarada afición de Francis por el surrealismo.
Curiosamente, aunque Pixies no tiene miembros latinos (el guitarrista principal Joey Santiago nació en Filipinas), tres creaciones específicas de su cosecha contienen palabras en español y referencias a nuestra cultura, provenientes de los seis meses que Francis pasó en Puerto Rico; y todas estas canciones -“Isla de Encanta”, “Crackity Jones” y “Vamos”- se escucharon en el show aquí descrito, marcadas por una tendencia ‘hardcorera’ que despertó una entusiasta sesión de ‘slam’ en la parte media del auditorio.
En realidad, la violenta danza se hizo presente más de lo que hubiéramos querido, incluso en medio de la interpretación de temas que no lo ameritaban porque eran lentos; esto podría llevar a sentir que hubo varios ‘poseros’ en la audiencia, pero reveló también que la banda (completada por el efectivo baterista David Lovering) mantiene su popularidad y que ha convocado a muchos seguidores jóvenes en los últimos tiempo, lo que merece ser destacado porque estamos hablando de un conjunto que tuvo su mejor momento a fines de los ’80 e inicios de los ’90.
No todo nos impresionó en el generoso repertorio de 34 canciones, en el que se incluyó un ‘bis’ de 3 canciones inexistente en fechas previas de la gira. Hubo por ahí unos coqueteos innecesarios con el pop punk (como los de “Classic Masher” y “Bel Sprit”, procedentes del disco más reciente), aunque, afortunadamente, primaron los buenos momentos, que dieron oportunidad a “Um Chagga Lagga”, un rapidísimo y placentero surco de la misma placa.
Debido a la salida de Deal, reemplazada en la actualidad por la vocalista y corista de origen argentino Paz Lenchantin, se ha eliminado de la lista a “Gigantic”, una de las composiciones más emblemáticas del combo; pero además de la ya mentada ‘trilogía boricua’, figuraron piezas del nivel de “Gouge Away”, “Wave of Mutilation”, “Monkey Gone to Heaven”, “I’ve Been Tired”, “Cactus”, “Planet of Sound”, “Nimrod’s Son”, “Where is My Mind?” y, por supuesto, “Here Comes Your Man”, que puede ser considerada la más comercial en la carrera de una agrupación que no sorprende como en el pasado, pero que sigue produciendo y convenciendo.
Antes de Pixies, apareció en la tarima Eagles of Death Metal, un grupo que llamó la atención internacional por un hecho especialmente desafortunado (la masacre parisina de noviembre del 2015 que acabó con la vida de 89 personas), pero que destaca en términos propios por un gozoso y entretenido estilo rocanrolero al que vale la pena exponerse.
Además de impresionar con su carisma y un afán de comunicación con los presentes que contrastó ampliamente con la posterior parquedad de Francis, el vocalista Jesse Hughes probó sus credenciales musicales con un espectacular solo de guitarra, mientras desgranaba piezas como “I Love You All the Time”, “I Want You So Hard”, “Speaking in Tongues” y un agradecido ‘cover’ del “Moonage Daydream” de David Bowie.
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