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Así lamentan su partida y así fue la carrera de la fallecida actriz mexicana Pilar Pellicer

Pilar Pellicer
(Reforma)
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Pilar Pellicer era como “La Choca”, indómita, salvaje y apasionada. Fue el personaje que le dio su único Ariel como Mejor Actriz, en 1975.

Ayer, la sobrina del poeta Carlos Pellicer, figura de medio centenar de películas, una veintena de telenovelas y otras tantas obras de teatro, falleció a consecuencia del coronavirus. Tenía 82 años.

Su pasión por el arte escénico (primero estudió Danza) la llevó a trabajar con grandes cineastas mexicanos y a pisar escenarios de Francia y Estados Unidos.

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El fallecimiento de Pellicer se une a la pérdida de otras figuras como Óscar Chávez y Yoshio que también sucumbieron ante la batalla contra el COVID-19

May. 17, 2020

Su entrega se vio desde sus incipientes participaciones a mediados de los años 50 bajo las órdenes de Alejandro Galindo, Chano Ureta y el mismo Luis Buñuel, en “Nazarín”.

La siguiente década le daría un nombre ya con papeles estelares, entre ellos el de Pedro Páramo, de Carlos Velo, como la recordada Susana San Juan, en la que estuvo junto a John Gavin e Ignacio López Tarso.

Se codeó con figuras de Hollywood como en el western Las Armas del Diablo, con Glenn Ford; Los Bandidos, con Robert Conrad; después en la comedia La Última Locura de Zorro, con George Hamilton.

Alumna del director japonés Seki Sano, halló fácil acomodo en el cine setentero que se empeñaba en retratar problemáticas sociales o pasiones humanas por medio de historias que, sin tapujos, llegarían al gusto de la audiencia.

Fue así como consiguió agenciarse argumentos provocadores, algunos de mayor impacto que otros, pero igual de exitosos, siempre de la mano de los mejores cineastas.

Luego, Emilio “Indio” Fernández la eligió para encabezar La Choca, filme ganador de seis premios Ariel, entre ellos el de Mejor Actriz para ella.

Su personaje, una aguerrida mujer de rostro marcado que vivía en la selva y era asediada por los hombres, la marcó en su carrera.

Y siguió con otros proyectos igual de favorecedores.

Con Cazals filmó la cruda realidad de Las Poquianchis (1976) y Ripstein la incluyó en Cadena Perpetua (1979).

“Fue una mujer que se interesó mucho en la cultura, inquieta, inteligente y con una belleza excepcional. Una muy buena compañera, siempre muy educada y amable, fue una persona impresionante”.

— Diana Bracho, actriz

“‘Las Poquianchis’ fue una filmación muy difícil porque el tema era muy oscuro, pero Pilar estaba fantástica, hasta daba miedo, pero la realidad es que las tres estábamos temblando (María Rojo, Diana Bracho y Pellicer), nerviosísimas y nos hermanamos mucho, fue una experiencia con ella muy linda y agradable”, compartió Bracho.

Ese mismo año estuvo en la que sería la más polémica de la década: Tres Mujeres en la Hoguera, en la que, junto a Maricruz Olivier y Maritza Olivares, formó un triángulo pasional bastante escandaloso para la época.
“Cada vez que recuerdo una escena donde yo la mataba... la verdad, la gozamos muchísimo. Era una profesional, una mujer de una gran belleza por dentro y por fuera y una persona fantástica”, destacó la actriz Daniela Romo.

“Pilar Pellicer era una súper figura del cine, en todo su tiempo, tan divertida y simpática, era una profesional y una mujer de una gran belleza por dentro y por fuera, una persona fantástica”.

— Daniela Romo, actriz

Balún Canán, El Mexicano y Las Golfas del Talón fueron otros largometrajes menos agraciados, aunque la actuación de Pellicer siempre resaltó.

En los años 70 incursionó en la televisión, con libretos como Lo Imperdonable, Pacto de Amor, El Chofer y La Trampa.

Ya como primera actriz, brilló en los 80 con El Camino Secreto, y más adelante en Muchachitas, Huracán, La Madrastra, El Triunfo del Amor, La Gata y ya en el nuevo milenio en la serie Mujeres Asesinas.
En todas entregó su mejor esfuerzo, pues aun en papeles menores y con un crédito muy escondido, Pellicer se imponía por encima de cualquier protagonista novata y desangelada, gracias a esa fuerza y voz tronadora con la que, incluso, podía atemorizar.

_Con información de Fernanda Palacios

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