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Enrique Lopetegui recupera su rol histórico como cronista del rock en español en L.A.

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Después de pasar casi dos décadas en el Sur de California, Enrique Lopetegui se mudó a San Antonio, Texas, en el 2004, y trabaja ahí como intérprete de corte. Pero antes de eso, fue un prolífico escritor que tuvo un paso destacado por la redacción de Los Angeles Times, donde, además de ofrecer artículos en inglés, contó con una columna muy particular en Nuestro Tiempo, la publicación en español que la misma compañía puso en el mercado a mediados de los ’90.

La columna se llamaba “Ruta Alterna” y resultó decisiva en la difusión de lo que pasaba en esos momentos en el llamado Rock en Español, no solo a nivel internacional, sino también local. Hasta hace unos días, su contenido era imposible de encontrar; pero ahora, gran parte del mismo ha sido reunido en un libro del mismo nombre (con el agregado de “Rock en Español en Los Ángeles- 1993-1995”) que es de lectura esencial para cualquier interesado en el tema.

“Nunca pensé hacer un libro, porque yo nací para las historias cortas”, fue lo primero que nos dijo Lopetegui a través de una conexión telefónica con su hogar en San Antonio. “En el 2015 saqué un disco con canciones propias y un par de ‘covers’ de música uruguaya; Emilio Morales de La Banda Elástica se enteró y le hizo una nota para su programa de radio, y fue entonces cuando me di cuenta de que había una especie de ‘revival’ de la escena del rock en los Ángeles”.

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Como Lopetegui no tenía en sus manos ninguna de las columnas, se puso en contacto con el Times y logró recuperar una buena parte del material original, que empezó a transcribir por cuenta propia en el 2018, aunque el momento realmente decisivo para la obra que se encuentra ya disponible se produjo con la pandemia del Covid-19. “Cuando empezó lo del virus, en marzo, tuve más tiempo, por lo que me metí a mi ‘guest house’ [casa de huéspedes] y acabé todo en tres meses”, precisó.

Presencia y estilo

Según el nativo de Montevideo, Uruguay, la intención detrás de ‘Ruta Alterna’ era dar cuenta de lo que pasaba en el momento. “En esa época escribía de lo que se me antojaba; estoy malcriado por ese lado”, reconoció. “Nunca tuve un sistema muy rígido; hacía lo que me parecía que valía la pena, lo que podía generar una discusión, y el resultado fue un balance entre lo local y lo internacional”.

Además de su carácter eminentemente informativo y de las declaraciones de los artistas que incluye, el material da cuenta del uso del humor como parte de su estilo. “Quería divertirme al escribir, y esa es una influencia que viene de haber crecido leyendo a los grandes cronistas argentinos de rock de los años ‘70”, recordó Lopetegui. “A veces me funcionaba y a veces no, pero yo creo que en el rock debe haber humor. El rock solemne me aburre un poco, y es por eso que me gustan Café Tacuba, el Cuarteto de Nos, Botellita de Jerez y, claro, los Beatles, que eran maestros del humor y siguen siendo mi banda favorita”.

Al recorrer las páginas del libro, se descubren anécdotas curiosas sobre la relación entre Lopetegui y los artistas de los que escribía, como el conflicto que se dio con Saúl Hernandez, de Caifanes, cuya banda había sido de algún modo menospreciada por el periodista en una de sus columnas.

“Nadie critica a los críticos, por lo que hay que reconocer cuando uno hace una cag…”, nos dijo Lopetegui, en una suerte de mea culpa tardío. “Hace muchos años, cuando trabajaba para La Opinión, hice algo medio golpe bajo con los Fabulosos Cadillacs: habían estado sacando demasiados duetos, y se me ocurrió publicar una lista con sugerencias (burlonas) para otras colaboraciones que fue realmente un penal errado. Se enojaron, y a partir de ahí, la cosa fue muy fría conmigo”.

“Yo soy rencoroso con la gente mala -les bajo la cortina y nunca más-, pero no creo que Saúl sea un tipo malo”, prosiguió. “[Ernesto] Sabato estaba muy en la onda de los derechos humanos y a [Jorge Luis] Borges le importaba un carajo lo de la dictadura, pero Sabato dijo que a la gente había que juzgarla por su cualidad más importante, y que la de Borges era ser un gran escritor. Por ese lado, Saúl es una persona fundamental en la historia del rock latinoamericano; lo que haya pasado con él -ni se debe acordar- es algo muy secundario”.

Los guitarrazos hechos en casa

Como ya hemos dicho, el libro le presta también atención a la escena local, que se encontraba en franca ebullición cuando las columnas fueron escritas pero que, con el transcurso del tiempo, se ha visto severamente mermada.

“Era algo subterráneo pero muy fuerte, y se mantuvo así a lo largo de muchos años, de la mano de lo que estaba pasando en México con Maldita, Caifanes y Café Tacuba”, retomó Lopetegui. “Pero el gran déficit fue la falta de apoyo de las radios. Es insólito que en una ciudad como los Ángeles no haya habido una presencia radial más grande”.

Claro que él mismo admite que también faltó constancia en la calidad de los temas musicales y en el sonido de las propuestas. “Yo soy un amante de las canciones; cualquiera puede tocar la guitarra o la batería fuerte, pero no es fácil hacer grandes canciones, como sí lo logro Café Tacuba y la Maldita”, comentó.

En esos momentos, Lopetegui tenía la esperanza de que la escena rockera angelina iba a despegar en un par de años, sobre todo porque sus representantes estaban mejorando como músicos. “La primera vez que vi a María Fatal y a Los Olvidados, sonaban para el orto”, precisó. “Pero después de un año, los volví a escuchar y sonaban mucho mejor. Inicialmente, Voz De Mano no me movía un pelo; pero después los vi en el Roxy al lado de Tijuana No! y estuvieron tremendos; no podía creer que fuera la misma banda que había escuchado antes”.

“Para mí, ‘La soga’ y ‘Pórtate mal’ de María Fatal son dos ‘hits’ potenciales que podrían haber funcionado perfectamente en la radio”, aseguró. “El punto más alto [de la escena] fue cuando las bandas locales en promedio tenían dos o tres canciones que podían ser grandes éxitos, pero el problema es que muchas de ellas iban corriendo al estudio a grabar las 10 canciones que tenían en lugar de esperar a tener 30 para poder elegir 10”.

Finalmente, y ya en términos generales, nuestro entrevistado niega que el rock haya muerto, aunque es consciente de que los grandes medios no lo están ayudando a sobrevivir. “Hasta la [revista] Rolling Stone está hablando de reggaetón y dándole cinco estrellas a esos discos, que son un bochorno total”, enfatizó. “Nadie me puede decir que Daddy Yankee o Bad Bunny son más importantes en el plano musical que lo que hicieron Gustavo Cerati, Serú Girán o Maldita Vecindad. Solo existen por las ventas”.

“Ruta Alterna. Rock en Español en Los Ángeles- 1993-1995” se encuentra disponible en enriquelopeteguibooks.com.

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