Así fue el Manzanero que conocí: presumido, divertido y con ganas de seguir haciendo ‘canciones bonitas’
En nuestra última entrevista, el cantautor yucateco aborrecía las máscaras, pero las usaba y hasta logró encontrarle un lado bueno porque “me tapan la mitad de la cara, que nunca ha sido muy bonita”, afirmó
Armando Manzanero no tenía ganas de vivir, porque estaba más vivo que nunca. Tanto, que dedicó los primeros meses de la pandemia a ordenar decenas de canciones que se le habían ido quedando fuera de discos o grabaciones y a disfrutar de las innovaciones culinarias de uno de sus sobrinos, graduado como chef profesional.
En esas estaba cuando lo entrevisté en octubre, en su última presentación musical en los Premios Billboard de la Música Latina. Me confesó que ya estaba “cansado de la casa” y que si bien entendía la gravedad del asunto, aborrecía las máscaras porque “son incómodas y quedan con un olor horrible”. Sin embargo, las usaba y hasta logró encontrarle un lado bueno: “me tapan la mitad de la cara, que nunca ha sido muy bonita”, afirmó entre risas.
Coqueto y presumido, se declaró orgulloso “de tener pocas arrugas” gracias a la piel que describió como “herencia de familia. De hecho, jamás me la cuidé. Bueno, es que nunca hubo mucho que cuidar”, siguió riendo después de que le pedí el nombre de la crema que lo tenía tan lozano y lejos del aspecto que uno imaginaba a medio camino entre la octava y novena década de vida.
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Y es que si bien Manzanero era reconocido mundialmente por su romanticismo y sus hermosas canciones, su verdadero súper poder era el sentido del humor y el optimismo con el que afrontaba la vida. Se lo agradecía a su abuela, “quien me hizo amar la cultura maya, incluyendo mi estatura y el color de mi piel. La comida y la forma de ver las cosas. Hay belleza en todo”, afirmó Manzanero.
No es que anduviera por la vida con lentes de color de rosa, sino que prefería “rescatar lo bueno”. Fue lo que lo llevó a casarse cinco veces y aprender a proteger el último “hasta de mí mismo”. Le parecía importante abrir espacios y dejar a su mujer “en paz” si se ponía muy “intenso”.
“No tengo problemas con mi edad. Sé que estoy más viejo, más gordo, más pesado. Me veo mucho en el espejo, sé que el tiempo pasa, pero no veo sentido en enfocarse en eso. Hay que vivir”
— Armando Manzanero/Cantautor
Esa voz icónica, que jamás necesitó de gran potencia para enternecer y hacer sentir amor incluso cuando no se está enamorado, se llenó de ese sentimiento de las que están llenas sus canciones cuando habló de su quinta esposa Laura Elena Villa. “Ella es la que quiero que me cierre los ojos por última vez”, expresó.
Fue un sueño que no consiguió, aunque fue su voz la última de su familia que escuchó antes de que fuera sedado y entubado cinco días antes de su muerte, en la madrugada de este 28 de diciembre. Manzanero me había confesado que los hospitales le hacían mal. Hasta odiaba hasta ir a la farmacia. “No tengo problemas con mi edad. Sé que estoy más viejo, más gordo, más pesado. Me veo mucho en el espejo, sé que el tiempo pasa, pero no veo sentido en enfocarse en eso. Hay que vivir”, subrayó con fuerza.
Eso fue lo que hizo desde que mantuvimos esa conversación. Una semana después agarró un avión que lo trasladó desde su casa en la ciudad de Mérida, en el estado mexicano de Yucatán hacia Miami, donde el 19 de octubre fue homenajeado en los Premios Latin Billboard a la Música Latina.
En la alfombra su menos de metro y medio se veía gigante. Todos le querían abrazar, rendir homenaje. Confiados en los múltiples tests contra la covid que demandó Telemundo para dar acceso al premio, sus colegas le bañaron de admiración.
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Aprovechó Miami, una ciudad que definió como “parteaguas” en su vida y en su carrera, para comer la comida cubana, una de sus favoritas y probar “por primera vez en años” platillos venezolanos. “Eso es lo que más me gusta de viajar. Conocer restaurantes”, indicó.
Luego se asentó en la Ciudad de México y a principios de este mes regresó a Yucatán, donde se inauguró el “Museo Casa Manzanero”. Después hizo otro viaje con su esposa para celebrar su aniversario y al llegar a la capital mexicana comenzó a exhibir síntomas de gripe. Parecía que no sería tan grave, pero el oxímetro reveló que tenía problemas de oxigenación de los pulmones. Los médicos decidieron hospitalizarlo. Eventualmente, a pesar de que parecía estar mejorando, se tomó la medida de entubarlo pues “estaba muy agitado”, dijo su hija Malena al programa “Ventaneando” de Azteca TV.
“Yo no he dejado de moverme. Tuve la suerte de haber crecido en una época en la que no había ni computadoras, ni teléfonos. Por eso no sé aburrirme. No puedo dejar de crear, de moverme”
— Armando Manzanero/Cantautor
Debe haber sido desesperante para él. “La pandemia nos ha jodido a todos, a unos más que a otros, pero encuentro muy importante que sigamos activos”, pensaba el artista. “Yo no he dejado de moverme. Tuve la suerte de haber crecido en una época en la que no había ni computadoras, ni teléfonos. Por eso no sé aburrirme. No puedo dejar de crear, de moverme. La gente puede que piense qué es lo que hace Manzanero hablando con la prensa, yendo para todas partes, pero es lo que me gusta. Es lo que me hace sentirme vivo”.
Lo moderno le entusiasmaba, pues “soy un señor de otra época, pero me encanta descubrir todo lo que se inventa en esta”. Esto incluía la música, incluso la urbana.
“Yo siempre he abogado por los nuevos artistas, por defender el derecho que tienen a hacer otro tipo de música, otro tipo de composiciones. La vida de ahora es mucho más rápida y la forma de decir las cosas más directas. Normalmente, los jóvenes se identifican más con los que cuentan las cosas como ellos”.
Eso no quiere decir que le gustara la música urbana. “Así es el arte, no nos gusta todo a todos, pero eso no quiere decir que no se puede apreciar cuando se hace algo bueno en un género que no sea del agrado de uno”, subrayó. “Es lo mismo con el amor. Hay muchas mujeres hermosas, pero uno no se enamora de todas”.
“Me parece excelente que se reconozca los nuevos trabajos de los muchachos, del género que sea, siempre que sea música trabajada y de calidad. Es justamente lo hermoso de la música, que no tiene límites. Como presidente de la asociación de músicos más grande de América Latina, siempre me he ocupado de apoyar a las nuevas generaciones”, dijo en referencia a su cargo de presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de México”.
Sin embargo, estaba convencido de que la nueva era de la balada romántica estaba “a la vuelta de la esquina”. Para Manzanero, “el bolero solo está descansando un rato, pero ya viene por ahí a retomar su popularidad”.
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El compositor de algunas de las canciones en español de amor más hermosas y conocidas del mundo siempre fue un hombre pequeño, pero en su tercera edad se había vuelto mínimo. Así de pequeño como grande era su talento para cantarle al amor. “Eso es lo que más me inspira. Me hace muy feliz hacer canciones bonitas y tengo muchísimas ya listas y otras en la cabeza. A veces me siento en el piano y van saliendo”, contó.
De hecho, aseguró que seguía “haciendo música buena y hasta mejor que nunca, a pesar de la edad, o gracias a la edad”. Sin falsa modestia y con una confianza en su talento que apenas le llegó cumplidos los 70 años reveló que “hace 10 o 15 años que dejé de ser modesto con mi música y con lo que hago. Siento que cada vez soy mejor y me salen mejores canciones”.
De hecho, me encargó que lo ayudara a promover su último proyecto con el cantante mexicano Rodrigo de la Cadena. Se trata de “Este amor”, escrito para hablar del romance en tiempos de pandemia. Pero Manzanero se sabía eterno y enamorado de la vida.
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