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Reseña: Coldplay recurre exitosamente a Max Martin en busca de éxitos, pero no hay ayuda para estas letras

Will Champion, from left, Chris Martin, Jonny Buckland and Guy Berryman of Coldplay.
Coldplay, de izquierda a derecha: Will Champion, Chris Martin, Jonny Buckland y Guy Berryman.
(James Marcus Haney)
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No se pueden defender las letras de este nuevo álbum de Coldplay.

En una canción de “Music of the Spheres”, que lleva una especie de concepto general sobre los ciudadanos de una galaxia lejana, el cantante Chris Martin canta estas palabras en este orden: “Solo somos humanos / Pero somos capaces de ser bondadosos / Por eso nos llaman humanidad”.

En otra, se compara a sí mismo con un disco rayado que “no suena bien”, y luego pronuncia la misma frase al revés, ¿supongo que para demostrarlo?

“Drocer nekorb a ekil mi”, canta Martin, un esperpento de todos los tiempos del que nadie puede decir que se veía bien sobre el papel.

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Pero si estas vergüenzas merecen todas las miradas que están recibiendo en las críticas poco impresionadas de “Music of the Spheres”, parece que vale la pena defender a Coldplay en lo que respecta a otro punto de consenso crítico emergente: que el noveno LP de estudio de la banda británica, una entusiasta colaboración con el creador de éxitos de pop adolescente Max Martin que cuenta con apariciones de BTS y Selena Gómez, representa de alguna manera una traición a la otrora honrosa ética de Coldplay.

“Spheres” ha sido calificado de cobarde y desesperado; ha sido ampliamente caracterizado como una táctica comercial transparente en un momento difícil para los viejos con guitarras. El periódico The Guardian dijo: “Debe haber formas más dignas de mantenerse en la cima”.

¿Pero cuándo ha sido digno este grupo? Desde que Chris Martin y sus compañeros de banda irrumpieron hace más de dos décadas con la descaradamente sentimental “Yellow”: “Escribí una canción para ti/ y todas las cosas que haces”, el objetivo de Coldplay ha sido expresar las grandes emociones que dan vergüenza ajena y que otros músicos son demasiado geniales (o están demasiado preocupados por parecerlo) para expresar.

Es cierto que no empezaron a reclutar a los expertos en canciones del Top 40 para que los ayudaran a elevar esos sentimientos para las listas de éxitos. Sin embargo, no había nada poco ambicioso en canciones como “Clocks” y “Viva la Vida”, que desplegaban arreglos tocados a mano para imitar el sonido cada vez más mecanizado del pop de mediados de la década del 2000.

“Music of the Spheres” fue producido por el creador de éxitos pop Max Martin.
(Atlantic Records)

Y no tardaron en reclutar a gente más allá de su entorno de banda de guitarras: Rihanna para “Princess of China”, Avicii para “A Sky Full of Stars”, los malditos Chainsmokers para “Something Just Like This”, que sigue siendo la canción de Coldplay más reproducida en Spotify con más de 1.600 millones de reproducciones.

Así que no está del todo claro por qué la reunión de los dos Martin en “Spheres” está siendo vista como especialmente descarada, excepto que el nuevo álbum sigue a una relativa bomba de Coldplay en el experimental “Everyday Life” de 2019, que se adentró en la música africana y de Oriente Medio y no consiguió ningún single monstruoso. Gracias a la pandemia, y al compromiso declarado de Coldplay de descubrir cómo viajar de manera ambientalmente sostenible, “Everyday Life” también llegó y se fue sin una de las giras mundiales en estadios de la banda. (Esta semana el grupo ha anunciado que volverá a la carretera en 2022 con una “pista de baile que genera electricidad cuando los fans saltan arriba y abajo”, como lo expresó la BBC).

A pesar de esa mayor motivación, “Spheres” no es en realidad más, ¡o menos!, que los anteriores álbumes de Coldplay; el hecho de que la banda nunca antes tituló las canciones con emojis, como hace varias veces aquí, fue casi con toda seguridad una función de la tecnología más que del gusto.

Humankind” y “Higher Power”, vagamente al estilo de Weeknd, son canciones de electro-rock con acordes afilados y muchos detalles digitales nítidos; la melosa y aturdida “Biutyful” eleva la voz de Chris Martin a un chillido ininteligible parecido al de una ardilla, lo que no es una mala jugada, ya que resulta que le está diciendo a alguien: “Espero que le pongan tu nombre a un cohete y te lleven a dar un paseo gratis”.

El cantante hace más declaraciones de devoción interestelar, se supone que está cantando sobre la actriz Dakota Johnson, con quien sale desde hace cuatro años terrestres, en “My Universe”, la canción con BTS, que recientemente le dio a Coldplay su primer número 1 en el Hot 100 de Billboard desde 2008. (Para BTS, fue el primer viaje de la banda de jóvenes a la cima desde, eh, julio).

“En la noche, me acuesto y te miro”, canta Martin sobre un brillante ritmo disco, “Cuando llega la mañana, te veo levantarte”. Chorreante, como siempre, pero no es una canción que deba escandalizar a nadie que no se escandalizara con “Adventure of a Lifetime” en 2015, en la época en que Martin trabajaba con Stargate y escribía con entusiasmo sobre salir con Jennifer Lawrence.

Más intrigante en “Music of the Spheres” es el dúo de Gómez, “Let Somebody Go”, una ondulante balada de soul con la gran energía de Bruce Hornsby que desmiente la idea de la happy-sellout.

Lo mismo ocurre con “People of the Pride”, una canción hard-rock con guitarras difusas, una letra vagamente política y una banda sonora oscura y jazzística que recuerda a los viejos héroes de Coldplay en Radiohead.

Es, por mucho, la peor canción del álbum, y la que más se siente sin el toque de Max Martin. Cuidado con lo que desea.

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