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Las madres son lo único que los robots nunca podrán reemplazar

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Estas madres y sus comidas...

Vienen varias veces al mes para alimentarnos, para asegurarse de que mi hijo y yo estemos vivos. Como he señalado recientemente, mi casa parece un antro, hasta estoy pensando en colocar césped artificial en la sala de estar sólo para darle un poco de clase.

Esto ya no es sólo un hogar, es una canción regional de Hank Williams, ya la semana pasada, empezamos a fijar billetes de dólar al techo.

Pero volvamos a las madres, que parecen ser gran noticia esta semana. Las madres Chardonnay de nuestra ciudad piensan que como ya no tenemos una mamá en la casa, estamos de alguna manera condenados.

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Me parece justo, cocinar no se me da, no sé muy bien los nombres de los ingredientes.

¿Sabías que hay un tipo de vino llamado Marsala que se añade a las costillas braseadas? no lo sabía, tuve suerte de encontrar las costillas.

Así que las mamás vienen a alimentarnos, a ver cómo estamos, a hacer la obra de Dios que les es tan natural.

Ya sabes, vivimos en un suburbio gracioso. Por gracioso, quiero decir extraño. Las mamás son increíbles, y también lo son muchos de los papás, pero no en la misma proporción.

Las madres Chardonnay dirigen nuestro suburbio, las escuelas, ayuntamiento, iglesias, estaciones de servicio y especialmente las casas. Muchas de ellas son mujeres altamente educadas, dinámicas y con habilidades culinarias impresionantes.

Otras no tienen ninguna habilidad para cocinar, sin embargo, tienen cocinas de diseño, que utilizan principalmente para calentar las costosas comidas para llevar de las que dependen para sobrevivir.

De hecho, en nuestra pequeña ciudad, la comida para llevar es la cocina dominante. Así que vienen a nosotros, estas mamás, con sus rollitos de huevo y sus pupusas, sus brochetas y su arroz pegajoso.

Sus nombres son Debbie, Debbie, Debbie y Debbie. Durante un período de tiempo en la década de 1960, todas las niñas en Estados Unidos se llamaban Debbie.

Como sabes, las madres tienen un millón de maneras de decir “te amo”. Alimentarte es una de ellas, otra acomoda tu cabello con sus dedos, como si aún tuvieras 10 años, como la mayoría de los hombres.

En resumen: las madres son lo único que los robots nunca podrán reemplazar.

Ahora somos huérfanos, ambas abuelas se han ido, y ahora, para el primer Día de las Madres en 36 años, mi esposa también se ha ido. Mi hijo y yo nos estamos acostumbrando a la cruel verdad de que Posh nunca más volverá a llegar a casa con 20 bolsas de comestibles.

Ahora tenemos menos despensa; el pequeño y yo compramos una barra de pan a la semana, un cartón de leche, un par de manzanas, eso es suficiente. Ocasionalmente, nos quedamos sin lo básico: aperitivos de carne seca y helado. Nos encanta un tazón de helado al final del día, para celebrar que sobrevivimos a otro.

Nos sentamos en el sofá, los dos, y vemos repeticiones de la serie “Seinfeld”, porque si acaso hay una cura para la tristeza, es la forma en que Kramer entra en una habitación.

Y tenernos el uno al otro, por supuesto.

Curiosamente, y esto es algo que pasa en Los Ángeles, conozco a algunos de los escritores de “Seinfeld”, así que cuando aparecen los créditos grito cosas como, “¡Mehlman, maníaco!” a la televisión, como si llamara a un viejo amigo.

Para mí, puedes sopesar el éxito por la cantidad de escritores de “Seinfeld” con los que has tenido la suerte de almorzar.

Los guionistas de comedias, en general, se sienten como fracasados, pero un legado de risa es un gran regalo. Al aprovechar sus propias neurosis, los escritores nos dan estos maravillosos recuerdos. No los nuevos programas, son peores que un dentista con dedos gordos.

Pero programas como “Modern Family”, “Seinfeld” y “Friends” forman ahora parte del gran cancionero estadounidense.

Ahora somos una especie de comedia de situación, el pequeño y yo, una extraña pareja sentada en el sofá, riéndose de “Seinfeld”, y un poco enamorados de Elaine, que nos recuerda a las increíbles mamás que nos traen la comida que nos mantiene con vida, rápidas con sus bromas y sus amplias sonrisas enérgicas.

La risa nos mantiene, los rollos de huevo nos mantienen, así como nuestras pequeñas rutinas compartidas.

El otro día nos dimos cuenta de que cuando cuchareamos las últimas gotas de helado de la taza durante “Seinfeld”, los perros saben que tienen que acercarse.

Posh les enseñó eso; los perros aprendieron que cuando ella raspaba su taza de helado rápidamente con su cuchara, eso significaba que ya casi había terminado y que estaba a punto de inclinarse para dejarlos lamer las últimas y deliciosas gotas.

Ahora, nosotros también lo hacemos. Raspar, raspar, raspar con las cucharas: “aquí, bestias idiotas, tomen un poco de helado, se lo ganaron, no”.

La vida diaria requiere un poco de helado, exige un poco de risa, se alimenta de la compañía y de amigos generosos.

Como dedos a través del cabello de un huérfano.

Feliz Día de las Madres.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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