Anuncio

‘Roma’ conmovió a la audiencia en la capital mexicana, la ciudad natal de su director, Alfonso Cuarón

Share via

Se alinearon durante horas en los terrenos boscosos de la antigua residencia presidencial para ver una película; no cualquier película, sino “Roma”, la ensoñación autobiográfica de Alfonso Cuarón, que lleva el nombre del barrio shabby-chic de la Ciudad de México donde el director pasó su infancia.

Mientras que algunos críticos ya la consideran una “obra maestra”, la provisión de premios se expande y crece el inevitable parloteo sobre los Óscar, “Roma” se convirtió en una especie de piedra angular aquí, incluso antes de que la mayoría de las personas tuvieran la oportunidad de ver la meditación de Cuarón sobre la Ciudad de México en la década de 1970.

Una disputa entre los grandes distribuidores cinematográficos mexicanos y el servicio de transmisión de Netflix limitó el estreno en México, aunque la película finalmente debutó el 14 de diciembre en Netflix.

Una proyección gratuita en pantalla grande en Los Pinos, la antigua residencia presidencial, atrajo a una gran multitud, desde aficionados al cine hasta familias curiosas y parejas de edad avanzada.

Anuncio

“No he podido ver la película de Cuarón; ha sido muy frustrante”, dijo Laura Quiroz, de 21 años, una estudiante de cine que estaba cerca del frente de una línea que serpenteaba por unas seis cuadras a través de los bosques sinuosos de Los Pinos. “Por eso vine temprano, para estar entre los primeros y asegurarme de tener un lugar”.

Unos 3,500 espectadores se sentaron contentos en esteras de paja sobre el césped que antes era un helipuerto presidencial; comieron palomitas de maíz de cortesía y bebieron jugos sin alcohol, también gratis.

El largometraje y sus temas subyacentes de clase y raza, agitación política y familiar, dramatizados a través de episodios en la vida de una familia de clase media de la Ciudad de México y su ama de llaves, llegan mientras el país podría estar experimentando un momento crucial.

El nuevo presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, el primer mandatario de izquierda declarado desde la tumultuosa década de 1970, aumentó enormemente las expectativas con sus promesas de “transformación” y “cambio de régimen”, después de décadas de liderazgo inconexo.

El lugar donde se realizó la proyección en la noche del jueves, Los Pinos, está cargado de simbolismo. El nuevo presidente rechazó el exuberante complejo por ser demasiado opulento y estar “embrujado”, y lo convirtió en un centro cultural; una medida exitosa, que ahora atrae a decenas de miles de visitantes al largamente inaccesible sitio.

“Llegué temprano con mis dos hijas cuando terminaron la escuela para echar un vistazo a Los Pinos, y decidimos quedarnos para el film”, dijo María de la Rosa Aguirre, de 56 años, ama de casa. “Qué lujo hay aquí”, agregó, haciéndose eco de los sentimientos de muchos asistentes que vieron por primera vez los terrenos, cerrados durante tanto tiempo.

Si bien reside en Londres, Cuarón, el primer cineasta mexicano que ganó un Óscar al Mejor Director, en 2014, por “Gravity”; se encuentra entre una elite cinematográfica mexicana con caché de Hollywood cuyos miembros han sido críticos de gobiernos pasados de este país. “Finalmente, México está liberado”, escribió Cuarón en un mensaje de Twitter el 1 de diciembre, cuando asumió López Obrador. “México ha sufrido presidentes corruptos, represores y cobardes”.

Irónicamente, la nostálgica contemplación de su ciudad natal se proyectó en el terreno palaciego que los presidentes mexicanos habitaron durante ocho décadas.

“Fue una gran experiencia ver la película aquí, en Los Pinos, al aire libre”, aseguró Matías Robledo, un maestro. “El film es un reflejo de cómo vivimos en este país: las injusticias, los abusos de poder, la pobreza”.

Aunque “Roma” puede ser tan melancólica y sentimental como una balada de pub irlandés, y su ritmo lento frustró a algunos espectadores, la película en blanco y negro tiene una belleza visual trascendente, y sus muchos momentos de autenticidad despertaron sonrisas de reconocimiento. Un hombre es disparado de un cañón en un carnaval de barrio en una calle embarrada; los niños recogen hielo durante una de las periódicas tormentas de granizo de la capital, las bandas de música marchan por las calles plagadas de sedanes norteamericanos y Volkswagen Beetles.

La política es sutil. Cuarón se esfuerza por evitar la predicación izquierdista, incluso cuando describe un ejemplo notorio de represión de manifestantes estudiantiles por parte del gobierno mexicano, en junio de 1971, un episodio conocido como El Halconazo (por el nombre de un temido escuadrón paramilitar, los halcones).

“En mi juventud fui testigo de cómo el gobierno atacaba a los estudiantes”, afirmó Rogelio Ortega, de 60 años, un jubilado que vivió muchos años en la Colonia Roma durante la era representada en el largometraje y que estuvo en Los Pinos para la proyección. “Me recordó todo de vuelta”.

Un momento dramático, de un breve terremoto en el cual los escombros caen sobre el pabellón de los bebés en un hospital, provocó el estremecimiento colectivo en una audiencia muy familiarizada con esa singular sensación de terror.

La película gira en torno a una protagonista central: Cleo, la mucama, niñera, ‘abrazadora’ principal y cuidadora de la familia, supuestamente basada en un ama de llaves de Cuarón cuando era niño.

Cleo es una mujer mixteca del estado de Oaxaca, que trabaja para una familia blanca cuyos miembros la aprecian profundamente, a pesar del abismo social inherente a la relación. La película está ambientada en una generación anterior, pero esta versión mexicana del conflicto de clases —al estilo de la serie británica Upstairs Downstairs— sigue siendo muy actual aquí.

“Muestra las desigualdades en México, la pobreza que obliga a las personas a abandonar sus ciudades, a venir a las ciudades y sufrir discriminación”, consideró Fátima Rodríguez, una abogada que vio el film en Los Pinos. “Esperamos que esto aporte una nueva sensibilidad a la forma en que las personas tratan a sus trabajadores [domésticos]”.

Yalitza Aparicio, la actriz amateur que interpretó a Cleo como parte de un reparto coral, se vio sorprendentemente incluida en la lista de máximas celebridades.

“Quizás la revelación de la pantalla de 2018”, afirmó el New York Times.

Su apariencia y su baja estatura pueden ser una desviación radical del casting central de las estrellas, pero la exmaestra de preescolar de Oaxaca, sin experiencia previa en actuación, recientemente posó con un traje de diseñador para Vanity Fair, una exhibición que atrajo tanto abiertas acusaciones racistas en los medios sociales mexicanos como declaraciones de apoyo.

Aparicio, quien acaba de pasar su cumpleaños número 25 en Disneyland, se presentó en la proyección en Los Pinos y luego instó a sus compatriotas a compartir “Roma” en casas y cines, como parte de una campaña de medios sociales respaldada por el director, llamada #Romatón.

“¡Qué increíble ver a tanta gente unida para compartir esto con nosotros!”, escribió la actriz en Instagram.

Los personajes masculinos en “Roma” son en su mayoría figuras unidimensionales y problemáticas. Un padre abandona a su familia; un novio es un matón enojado que niega la paternidad de una criatura. Esos retratos también resonaron entre muchos espectadores.

“La película me entristeció mucho; soy madre soltera y el padre de mis hijos nunca hizo nada por mí ni por mis ellos”, afirmó María de los Ángeles Cruz, de 42 años, trabajadora de restaurantes, entre la multitud reunida en Los Pinos. “Mostró cómo las mujeres siempre sufrimos”.

Pero el consenso general parecía ser más optimista.

“Quiero que mi madre vea la película”, expresó Rosalinda Ramírez, de 24 años, una alumna y camarera cuya propia madre fue trabajadora doméstica durante años. “Estoy segura de que esto la tocará muy profundamente”.

McDonnell es el jefe de la oficina del Times en Ciudad de México, y Sánchez una corresponsal especial allí.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio