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Estos ateos latinos no le temen a Dios, pero sí a sus madres

Alfredo and Catalina Beltran
Alfredo Beltrán y su esposa, Catalina, en su casa en Pico Rivera.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)
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Una vez al mes, un servicio dominical muy particular tiene lugar en un patio en el exterior de un Starbucks, en El Monte. Cuando los aviones sobrevuelan, los miembros de la congregación deben gritarse el uno al otro para poder escucharse.

Algunos días hay una pequeña multitud, y la conversación dura horas. Otras veces, Arlene Ríos espera a solas.

No es fácil ser un ateo criado en una devota cultura católica. Pero aquí, en el Valle de San Gabriel, no es necesario dudar de la existencia de Dios a solas. Uno puede asistir a la reunión mensual de latinos seculares y compartir un café con leche con Ríos.

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En este servicio no hay hostias para la comunión, sólo café y pasteles, apoyo y comprensión por parte de la Unión de Latinos Seculares Ateos del Valle de San Gabriel.

“Algunas personas tienen miedo de confirmar su asistencia, porque temen que sus parientes se enteren de que cuestionan la religión”, comentó Ríos, quien comenzó a organizar esta inusual convocatoria en Fresno hace tres años. “Yo vengo aquí de todos modos, por si acaso”.

La mujer se enfrenta a siglos de tradición. En muchos hogares de México y Latinoamérica abundan los santos; imágenes del papa adornan las estanterías, las ramas de olivo del Domingo de Ramos y escenas de la Última Cena cuelgan en los comedores. Las abuelas regalan rosarios para colocar en el espejo retrovisor del auto familiar; las madres dicen “persígnate” al subir a la autopista o cuando hay turbulencias en el avión.

En la cultura mexicana, no hay icono más grande que la Virgen de Guadalupe. En español la despedida común es ‘adiós’, que significa literalmente “para Dios”.

A pesar de que la identificación con la Iglesia católica, o cualquier otra religión ha disminuido entre los latinos en Estados Unidos durante la última década, no hay entre ellos un alta estima para los ateos.

Alrededor del 47% de los latinos se describen como católicos, frente al 57% de hace una década, según una encuesta del Pew Research Center sobre el cambiante panorama religioso de Estados Unidos, dada a conocer en octubre pasado. Al mismo tiempo, el 23% de los latinos se señalan como sin afiliación religiosa, en comparación con el 15% de 2009. Otro sondeo de esa entidad indicó que “los latinos sienten menos aprecio hacia los ateos que hacia cualquier otro grupo”.

“La religión para los latinos, por mucho tiempo, ha sido abrumadoramente católica. Está muy arraigada e imbuida en la cultura”, afirmó Arlene Sánchez-Walsh, profesora de estudios religiosos en la Universidad Azusa Pacific. “Volverse completamente agnóstico es una ruptura importante”.

Eso es algo que los miembros de esta reunión entienden muy bien. La madre de Alex Flores -de 37 años de edad- habló sobre su pérdida de fe con el sacerdote local. Si él quería volver a convertirse al catolicismo, le dijo, se le podía rebautizar “en una hora”.

La familia de Tomás Rodríguez Jr. cree que él, a sus 54 años, está pasando por una crisis. Su madre se culpa en broma por su “incredulidad en Dios”.

En el trabajo de Alfredo Beltrán, en Commerce, una compañera piensa que los ateos son “adoradores del diablo”. Otro incluso le preguntó si lamentaba la muerte.

Beltrán, de 44 años, creció como católico y recuerda la culpa que eso conlleva. Cuando llovía, su familia le decía que era porque había “sido malo y Diosito estaba enojado”. Al confesarse, se preguntaba por qué necesitaba arrepentirse por olvidarse de lavar los platos o no sacar la basura. También asistía a misa con todos los miembros de su familia, excepto su abuelo. “Él siempre se quedaba en casa. Yo escuchaba pequeños comentarios [de él] eventualmente, como: ‘Dios no me regaló esa carne. La compré con el dinero que he ganado’”, recordó Beltrán, quien se volvió ateo a sus 30 años.

Beltrán conoció a Ríos mientras ambos hacían fila en Los Ángeles para escuchar una charla con el activista ateo Matt Dillahunty, presentador del programa en vivo en internet “The Atheist Experience”. Cuando ella le dijo a Beltrán que quería iniciar un grupo, él inmediatamente lo apoyó.

Ríos, una veterana de la Marina, fue criada como católica pero se alejó de la religión cuando tenía 30 años porque “simplemente no tenía ningún sentido” para ella. Sin embargo, la mujer, ahora de 43 años, extrañaba una función importante que la iglesia le brindaba: “El aspecto comunitario”.

Alfredo and Catalina Beltran
Alfredo y Catalina Beltrán cerca de la ventana trasera del camión de Alfredo, con calcomanías del grupo agnóstico. (Gary Coronado / Los Angeles Times)
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Así, dio inicio a Ateos Latinos de Fresno después de enterarse de la existencia de encuentros latinos seculares en todo el país. Seis personas asistieron a su primera reunión. El grupo ahora cuenta con cientos de miembros en línea. Después de que Ríos se mudó al Valle de San Gabriel, celebró su primer encuentro allí, en junio de 2018.

Sus padres la apoyan, aunque a veces su madre, que creció en México, todavía hace referencia a la Biblia cuando habla con ella. Aunque el “ser natural” de María Elena Ávila le indica que hay que creer, ella respeta el agnosticismo de su hija. “Este es un país libre y puedes convertirte en lo que quieras”, consideró. “Mi propósito como madre era criar a mis hijos como buenos ciudadanos, y creo que lo logré”.

Pero otros miembros de la familia rechazan las creencias de Ríos, o la falta de ellas, por completo. “Ay mija”, le dice su tía, “fuiste bautizada como católica, así que siempre lo serás”.

Rosaries
Alfredo Beltrán con rosarios que regala en Pico Rivera. Beltrán y su esposa, Catalina, son ateos.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

En Estados Unidos, una cantidad decreciente de adultos se identifica como católica, mientras que el número de personas que responden a la pregunta de religión con la palabra “ninguna” crece constantemente.

La proporción de la población no afiliada religiosamente, aquellos que se identifican como ateos, agnósticos o “nada en particular”, aumentó del 17% en 2009 al 26% en 2018-2019, según el Pew Research Center. Esos números crecieron en múltiples grupos demográficos.

En todo el país, los latinos se han unido en grupos de Facebook y en enlaces de Reddit para compartir su secreta -o no tanto- falta de fe. Un usuario de Reddit confirma que se desilusionó con la religión cuando pasó por la confirmación en la preparatoria. Su madre, a quien describió como “todavía muy católica”, asiste a misa todos los domingos y reza al acostarse y antes de cada comida. Su padre siempre pareció “tolerarlo”. “Aunque él también creció como católico, tengo la sensación de que simplemente lo acepta para mantener la paz con mi madre”, escribió. “Creo que hago lo mismo cuando estoy de visita en casa”.

Otro usuario de Reddit enfatizó “cuán arraigadas están nuestras culturas en la superstición”. “En pocas palabras, si no eres católico, no eres uno de los ‘normales’, por lo cual puede ser muy difícil encajar”, comentó el usuario. “Espero que otros latinos ayuden a normalizar el ateísmo en sus respectivas comunidades”.

Siete personas se sumaron el segundo domingo de noviembre para la reunión, ajenos a los feligreses que se dirigían al Starbucks después de los servicios. Ríos buscó efectivo en su billetera para ordenar un café y mantener el calor corporal pese al clima frío, mientras repartía los boletines de noticias de la Unión de Ateos.

Ellos son abiertos sobre su falta de fe. La camiseta negra de Ríos decía “Latinas seculares”. Beltrán tiene un tatuaje con motivo ateo en su muñeca, y una calca en su camioneta que promociona la institución de ateos del Valle de San Gabriel.

La mayoría de los compañeros de trabajo de Beltrán, en el Departamento de Obras Públicas de Commerce, son latinos y todos son religiosos, lo cual lo convierte en el “blanco de todos los chistes”, reconoció. A menudo, él pone en jaque la fe de los demás.

Después de que un colega le dijo que su propia hija era discapacitada debido a todas las cosas malas que él había hecho en el pasado, Beltrán le cuestionó al hombre cómo puede creer en algo que castigaría a una niña inocente de cuatro años por los supuestos pecados de un hombre adulto.

Cuando murió un amigo, Beltrán llamó a otro compañero de empleo para contarle sobre su dolor. Ese colega una vez le había preguntado: ¿Los ateos realmente lloran sus pérdidas? “No lo vinculamos con la religión”, dijo Beltrán. Pero cuando “perdemos a alguien, nuestros corazones sufren”.

Aunque a algunos amigos les preocupa que no sea creyente, él mantiene su código moral. “No sé ustedes, pero cuando finalmente decidí hablar de mi ateísmo, sentí que me había quitado un enorme peso de la espalda”, confesó Beltrán a los agnósticos allí reunidos. Un murmullo de acuerdo corrió por el círculo. “Quería gritarlo y decirles a todos”, recordó.

A veces, sin embargo, no ser creyente tiene un costo. Después de que la hermana de Flores dio a luz y llegó el momento del bautizo del bebé, ella le dijo a Flores que quería que fuera el padrino del niño. “Pero como eres ateo”, agregó, “tuve que buscar a otra persona”.

Leticia Flores-Mejía consideró a su hermano, pero “en la iglesia a la que asisto los padrinos deben ser católicos”.

Beltrán se topó con un obstáculo similar. Cuando los amigos querían que él fuera el padrino de su hijo, fue el sacerdote quien dijo que no. “Aparentemente no podía porque, ¿cómo se supone que debo enseñar a un niño acerca de Dios y la Biblia si no soy creyente”, indicó Beltrán. “Técnicamente puedes enseñarlo”, agregó Flores, “pero quizá no las cosas que ellos quieren”.

Ese domingo por la mañana, el grupo de siete personas conversó sobre pasatiempos, por ejemplo organizar un taller de danza latina ateo y agnóstico. También sobre unas recientes vacaciones por Europa -incluida una visita a una iglesia que instaba a los turistas a no ayudar a los falsos pobres sino a “los verdaderos” mediante una donación a la parroquia-.

Ellos citan la evolución para refutar el Génesis y la historia de Adán y Eva y sus descendientes inmediatos, preguntando si Dios está de acuerdo con el incesto. Se consuelan al intercambiar historias sobre personas que no entienden quiénes son los ateos. “¿No crees en Dios? ¡Pero si eres tan amable!”, le han dicho a Ríos.

“No puedes ser ateo porque eres un tipo muy dulce”, le expresó a Beltrán un amigo, quien le pidió que no hablara con sus hijos sobre religión.

Cuando estos ateos van a la iglesia, es para asistir a bodas, bautizos o funerales. Beltrán y su esposa se casaron en su patio trasero. Rodríguez Jr. y su mujer, en el Ayuntamiento.

No sé ustedes, pero cuando finalmente me decidí a decir que era ateo, sentí como si un enorme peso dejaba de estar sobre mi espalda.

— Alfredo Beltran

Aún así, quedan restos de sus vidas pasadas. A veces dicen “Que Dios te bendiga” cuando alguien estornuda, o “¡Dios mío!” cuando algo los sorprende.

La Última Cena cuelga en la pared de Ríos para recordarle su infancia; Beltrán todavía tiene rosarios y Rodríguez Jr. conserva un paquete de “material bíblico” de su primera comunión, que su abuela le envió cuando se mudó a California.

Sólo hay una Virgen de Guadalupe en la casa de Ríos: una imagen de la Virgen María representada como la Princesa Leia, con una pistola. Pero ella la ocultó después de que su abuela la visitara, echara un vistazo y la considerara una blasfemia.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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