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Los Juegos Olímpicos de Tokio siguen en marcha, con solo el 2% de los japoneses vacunados y el temor por los miles de visitantes

Demonstrators hold signs that say "Cancel the Tokyo Olympics"
Manifestantes protestan contra los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el 17 de mayo.
(Koji Sasahara / Associated Press)

A dos meses de la ceremonia de apertura, el sentimiento antiolímpico aumenta en Japón.

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En julio, Saitama, la ciudad donde vive Takahiro Katsumi, prevé albergar algunos de los eventos más destacados de los Juegos Olímpicos de verano, como baloncesto, fútbol y golf.

Es una perspectiva alarmante para Katsumi, un traductor de 48 años cuya esposa lucha contra un cáncer de pulmón. Le preocupa que el sistema de salud de Japón, ya afectado por las altas tasas de infecciones y muertes en una cuarta ola de la pandemia de COVID-19, se vea abrumado si los visitantes olímpicos desencadenan otro pico, algo que dejaría a su mujer en una situación aún más vulnerable.

Para Katsumi, seguir adelante con los Juegos Olímpicos de Tokio es un riesgo irrazonable que hará que el público japonés asuma el pesar y las consecuencias después de que los atletas y el centro de atención del mundo hayan desaparecido de allí. “¿Por qué arriesgamos a nuestros seres queridos por esto?”, se preguntó. “¿Por qué no decimos que no?”.

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A solo dos meses para la ceremonia de apertura, gran parte del público japonés parece compartir estas preocupaciones.

Olympic rings atop a vessel in water
Los anillos olímpicos en la bahía de Tokio, en el distrito de Odaiba.
(Eugene Hoshiko / Associated Press)

Más del 80% de los residentes japoneses indicaron en encuestas recientes que desean que los Juegos se cancelen o se pospongan nuevamente. Los grupos de médicos y enfermeras afirman que los hospitales no podrían manejar otro pico de casos de COVID-19 y la amenaza de variantes del virus provenientes de todo el mundo. El hombre más rico de Japón, una querida estrella del tenis y destacado político, cuestionó la conveniencia de organizar los Juegos en medio de una pandemia. Docenas de ciudades descartaron planes para albergar campos de entrenamiento u otros eventos relacionados el evento olímpico, por temor al coronavirus.

Es un telón de fondo preocupante para unos Juegos Olímpicos que supuestamente marcarían la recuperación de Japón de un devastador terremoto y tsunami. El acontecimiento, que se pospuso el año pasado, también se pospuso pensando en marcarlo como el triunfo mundial sobre el virus. Pero muchos en Japón, donde poco más del 2% de la población está completamente vacunada y las tasas de infección y muerte aún son altas, ven la perspectiva de abrir las puertas del país al evento deportivo más grande del planeta como prematura, si no peligrosamente errónea.

Los funcionarios estadounidenses comparten estas preocupaciones: el Departamento de Estado y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) emitieron este martes una advertencia advirtiendo a los estadounidenses que no viajen a Japón debido a la última propagación del COVID-19.

Ocho personas que trabajaron en el relevo de la antorcha olímpica, que comenzó en el lugar del terremoto y desastre nuclear de 2011, en Fukushima, y poco a poco se abre paso a través de Japón, dieron positivo por el virus.

“Se supone que los Juegos Olímpicos son una celebración nacional”, enfatizó Shouzo Iwamoto, un jubilado de 93 años que ha pasado el último año confinado en su casa, sin ver a nadie más que a su familia inmediata. “Pero con los próximos Juegos Olímpicos, el gobierno japonés sigue adelante sin el apoyo del público”.

Los funcionarios japoneses y el Comité Olímpico Internacional intentaron tranquilizar al público con un manual que describe precauciones detalladas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar unas Olimpiadas “seguras y protegidas”.

El número de atletas, personal de apoyo y otras personas que ingresan al país se ha reducido a aproximadamente 78 mil, en comparación con los 180 mil previstos antes de la pandemia. Los visitantes serán evaluados diariamente durante tres días después de su llegada, y sus movimientos estarán restringidos, detalló Seiko Hashimoto, presidenta del comité organizador olímpico de Japón. Alrededor del 60% de los atletas ya fueron vacunados y se espera que más del 80% lo estén antes de que comiencen los juegos.

No se permitirán espectadores del extranjero, aunque los funcionarios aún deben anunciar si podrán asistir en persona los locales.

Protesters hold anti-Olympic signs in Japanese and English.
La gente marcha en protesta contra los Juegos Olímpicos de Tokio, el 9 de mayo pasado, en el Estadio Nacional de Tokio.
(Eugene Hoshiko / Associated Press)

El vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI), John Coates, afirmó la semana pasada que los juegos seguirían adelante “con seguridad”, incluso si Tokio permanece en estado de emergencia en el momento de la ceremonia de apertura, el 23 de julio. Tokio y otras nueve regiones de Japón, que cubren alrededor del 40% de la población, se encuentran actualmente en estado de emergencia, con restricciones de viaje y horarios comerciales.

“Sé por mis propios atletas en Australia lo agradecidos que están por los esfuerzos del pueblo japonés para darles la oportunidad de vivir su sueño, a pesar de la situación actual”, expresó Coates, quien también es presidente del Comité Olímpico de Australia.

El primer ministro Yoshihide Suga declaró que la decisión recae en última instancia en el COI; ello le valió críticas de muchos que afirman que está eludiendo su responsabilidad por la seguridad del pueblo japonés. Sus índices de aprobación cayeron este mes a poco más del 30%, los más bajos desde que asumió, en septiembre pasado.

El presupuesto oficial para los Juegos Olímpicos es de $15.400 millones, pero los auditores japoneses estiman que el costo real es de más de $25 mil millones, la mayor parte del cual corre a cargo de los contribuyentes del país. Si se cancelan los juegos, los pagos del seguro probablemente cubrirían menos de $3 mil millones. La mayor parte de los ingresos por transmisión se destinan al COI, y la nación anfitriona recupera los costos a través de la venta de boletos y los dólares del turismo, que están en duda actualmente dada la prohibición de asistencia a espectadores extranjeros. “Es deber de los funcionarios elegidos democráticamente considerar la opinión democrática de la nación, del pueblo”, remarcó Katsumi.

Es un sentimiento reflejado en un anuncio provocador que apareció este mes en tres periódicos importantes de una editorial de Tokio, criticando la respuesta del gobierno al coronavirus. El aviso muestra a colegialas de la Segunda Guerra Mundial entrenando para luchar. La imagen es en blanco y negro, excepto por un orbe de coronavirus carmesí en el centro, que evoca recuerdos históricos de la población que se alistó en una batalla perdida y luego fue abandonada a sufrir las consecuencias por parte de sus líderes. “Sin vacunas, sin medicamentos. ¿Se supone que debemos luchar con lanzas de bambú? Si esto continúa, la política nos matará”, se lee en el anuncio de la editorial de revistas Takarajimasha.

Iwamoto, el hombre de 93 años, vivió tanto la devastación de la guerra como la emoción de los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, y comprende bien la analogía. “Esta no es una guerra que se libra en los campos de batalla, pero todo el mundo está luchando contra ella”, dijo. “En medio de eso, la idea de que deberíamos seguir adelante con los Juegos Olímpicos es simplemente extraña”.

Como doctora y expresidenta de Médicos sin Fronteras en Japón, Nobuko Kurosaki, de 64 años, se ofreció como voluntaria para tratar a los heridos de guerra en Irak y Siria. Ahora, ella y sus colegas en la prefectura de Nagasaki trabajan en turnos adicionales para vacunar a los ancianos, que representan aproximadamente el 30% de la población de Japón.

El gobierno japonés se comprometió a terminar de vacunar a los ancianos para fines de julio, pero el 15% de los municipios adelantaron que no podrán cumplir con el plazo.

Kurosaki pensaba a principios de año que los Juegos Olímpicos se podrían realizar de forma segura, pero ya no. Más del 70% de las 12 mil muertes por COVID-19 en Japón -mucho menos que en numerosos países de occidente, pero altas en comparación con sus vecinos del este de Asia- sucedieron este año. “Si el gobierno japonés quisiera celebrar los Juegos Olímpicos, debería haber acelerado la vacunación y tener reglas más estrictas. Pero no lo hicieron”, destacó.

A man holds a "Cancel the Tokyo Olympics" placard.
El abogado Kenji Utsunomiya, representante de un grupo contra los Juegos Olímpicos, muestra documentos con el número de personas que firmaron una petición en línea contra la realización de los JJ.OO., más de 350 mil, durante una conferencia de prensa.
(Eugene Hoshiko / Associated Press)

Últimamente, ella y otros médicos han discutido la posibilidad de que llegue una quinta ola en medio de los Juegos Olímpicos; a menudo imagina que el país deberá interrumpir abruptamente los juegos a mitad de camino, con el mundo entero como testigo.

Kenshin Takada, por su parte, espera que el evento siga adelante, incluso sin un solo espectador en persona. El estudiante universitario, de 21 años de edad, ha estado esperando los Juegos Olímpicos ansiosamente desde que se eligió a Tokio como sede. “Me emocioné durante los últimos ocho años sabiendo que Tokio sería la sede de los Juegos Olímpicos. Mi deseo de que se celebren es bastante fuerte”, remarcó Takada, quien es uno de los 80 mil voluntarios para el acontecimiento.

Aunque no está preocupado por su salud personal, le preocuparía transmitir el virus a sus padres, con quienes se quedaría para asistir a los Juegos Olímpicos. Actualmente, no existe un plan para vacunar a los voluntarios que no pertenezcan a grupos de edad prioritarios.

Pero como mínimo, reconoció Takada, él y sus compañeros de clase esperan algo que rompa con la monotonía que marcó la vida durante la pandemia y arruinó su último año como estudiantes. “Estoy totalmente convencido; me gustaría que se realicen”, afirmó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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