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El presidente de El Salvador se jacta de comprar Bitcoins ‘desnudo’, mientras su experimento le cuesta millones a su país

Presidente salvadoreño Nayib Bukele sostiene una camisa mientras una multitud le toma fotos con el móvil
El mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, participa en la ceremonia de clausura de un congreso para inversores en criptomonedas en El Salvador, el 20 de noviembre de 2021.
(Salvador Melendez / Associated Press)
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Cuatro meses después del experimento de El Salvador como el primer y único país del mundo en adoptar Bitcoin como moneda de curso legal, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se hartó. Basta de bitcoins ahora mismo, advirtió su junta directiva en enero, alegando que la criptomoneda presenta “grandes riesgos” para la estabilidad financiera de la nación y sus ciudadanos.

El presidente, Nayib Bukele, respondió por Twitter: un meme de Internet que comparaba al FMI con Homero Simpson.

Bukele, un populista hambriento de poder que se autodenomina el “CEO de El Salvador”, se ha convertido en uno de los evangelistas de Bitcoin más destacados del mundo desde que aprobó una ley en el Congreso que exige que las empresas acepten la criptomoneda para sus bienes y servicios.

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Su gran plan tuvo hasta ahora resultados tibios.

Se cree que El Salvador perdió hasta 22 millones de dólares en reservas gracias a las caídas dramáticas en el valor de la criptomoneda.

El fraude contra los usuarios de la billetera Bitcoin oficial del país, conocida como Chivo, fue generalizado; al menos 1.000 personas informaron el robo de sus identidades a través de la aplicación.

Y a pesar de la promesa de Bukele de que Bitcoin facilitaría la vida de los millones de salvadoreños que no tienen cuentas bancarias y de los que envían remesas desde el exterior, pocos parecen usarla en su vida diaria.

Nada de eso disuadió al mandatario, un exejecutivo de mercadotecnia conocido por sus payasadas irreverentes y amigables con Internet. El presidente sigue adquiriendo más bitcoins con el efectivo del país, alardeando en Twitter de “comprar a buen precio” en su teléfono mientras está “desnudo”.

El próximo mes, en lo que los expertos dicen que es su movimiento más arriesgado hasta el momento, El Salvador emitirá el primer “bono en su tipo de Bitcoin”, de mil millones de dólares.

La mitad del dinero recaudado de la oferta de bonos se utilizará para construir una “Ciudad de Bitcoin” libre de impuestos, alimentada por un volcán extinto cuya energía geotérmica se aprovechará para extraer nuevos bitcoins, según el gobierno. Los otros 500 millones de dólares se utilizarán para comprar más bitcoins.

El bono a 10 años ofrece a los inversores una tasa de interés del 65%, más baja que los certificados tradicionales de la nación, que se han estado negociando en territorio de ‘bono basura’ porque las agencias calificadoras están muy preocupadas por la fijación de Bukele con Bitcoin. Pero promete pagar dividendos a quienes comprometen su capital si la inversión en bitcoins del país da sus frutos.

Bukele insiste en que el plan ayudará a impulsar el crecimiento en una nación pobre, que durante mucho tiempo ha luchado por reactivar su economía. Los expertos son escépticos y cuestionan si la gente podrá aceptar la novedad sin tener en cuenta la precaria situación financiera del país.

Aunque la economía de El Salvador creció a un ritmo acelerado del 10% en 2021, sigue estando profundamente endeudado. La nación debe 1.200 millones de dólares en pagos de deuda externa el próximo año, incluido uno de eurobonos por 800 millones de dólares, que vence en enero.

El Salvador solicitó al FMI un préstamo de 1.300 millones de dólares para ayudar a cubrir esas facturas, pero parece poco probable que se llegue a un acuerdo, dada la negativa de la nación a abandonar Bitcoin o hacer otros ajustes financieros.

“Éste es un gobierno que intenta encontrar una panacea para tratar de curar todos sus males”, comentó Jaime Reusche, vicepresidente del grupo de riesgo soberano de Moody’s. “Por lo general, esas cosas no funcionan”. En caso de que lo haga, agregó, El Salvador probablemente intentará recaudar más dinero a través de bonos de Bitcoin mientras inspira a otros países en desarrollo a recurrir a la criptomoneda para eludir a los prestamistas tradicionales.

“Podría ser un cambio de paradigma”, dijo, y señaló que existe “una sensación de insatisfacción general con el FMI” entre muchos países pobres porque sus préstamos a menudo dependen de que las naciones implementen medidas de austeridad.

La comunidad financiera internacional, que ahora hace sonar las alarmas, aplaudió hace dos décadas cuando El Salvador renunció a su moneda y adoptó el dólar. La dolarización ha ayudado a mantener bajas las tasas de inflación en esa nación en comparación con las de sus vecinos, pero también significa que el gobierno ha entregado el control de su política monetaria a Estados Unidos.

Bukele, quien con frecuencia se queja de que EE.UU está demasiado involucrado en los asuntos de su nación y que se ha hecho amigo de China, adoptó Bitcoin como parte de su plan más amplio para rearmar El Salvador.

El mandatario muestra tendencias cada vez más autoritarias, enviando soldados al Congreso para ayudar a impulsar un proyecto de ley contra el crimen y purgando los tribunales del país para allanar el camino para su reelección, a pesar de que la Constitución lo prohíbe.

Su gobierno fue acusado de utilizar el software Pegasus para espiar a periodistas, defensores de los derechos humanos e incluso a integrantes de su partido político, Nuevas Ideas. Varios de sus asistentes fueron incluidos en la lista negra de Estados Unidos por supuestos pagos a las pandillas de El Salvador para que reduzcan los homicidios y brinden apoyo electoral.

Esta semana, tres senadores estadounidenses presentaron un proyecto de ley solicitando al Departamento de Estado que informe si la adopción de Bitcoin en El Salvador ha abierto la puerta al lavado de dinero y si la criptomoneda presenta riesgos para el sistema financiero de EE.UU.

Bukele, como de costumbre, reaccionó con un tuit: “OK boomers... No somos su colonia”.

El mandatario salvadoreño anunció que el país pasaría a Bitcoin en una conferencia en Miami, en junio pasado. Solo unos días después, presentó una ley de tres páginas al Congreso, coescrita por un estadounidense de 27 años que es propietario de una empresa de criptomonedas. Ésta fue aprobada por los legisladores en menos tiempo que un partido reglamentario de futbol y entró en vigor en septiembre.

Las encuestas muestran que la mayoría de los salvadoreños desconfían de Bitcoin. Los estudios demostraron que sus tarifas para las remesas son comparables con los servicios tradicionales de envío de dinero, como Western Union.

José García, de 52 años, que vende cargadores de teléfonos en una plaza llena de gente en el centro de San Salvador, remarcó que no ve ningún uso para la criptomoneda, que su pastor llama “el dinero del diablo”.

El hombre descargó la aplicación Chivo cuando el gobierno depositó 30 dólares en la cuenta de cada usuario para tratar de impulsar su adopción. Fue a un cajero automático para convertirlo a dólares y nunca volvió a abrir la aplicación. “La mayoría de la gente sacó los 30 dólares y eso fue todo”, expresó.

Byron Sandoval, un tatuador de 32 años que trabaja en un puesto cercano, logra ver el potencial de Bitcoin y cree que El Salvador podría, eventualmente, beneficiarse de su adopción temprana del dinero digital. “En 10 o 15 años todo el mundo lo usará”, consideró.

Pero en su vida personal, piensa que Bitcoin es demasiado arriesgado. A él le pagan principalmente en efectivo, pero cuando un cliente quiere darle un pago digital usando Chivo, primero les pide que conviertan sus bitcoins en dólares. Sandoval tiene todo su dinero en la aplicación en dólares, porque no fluctúa. “Si me pagan en Bitcoin, puedo perder capital”, reconoció.

Algunos lugareños cuestionan para quién es realmente la revolución Bitcoin de Bukele, quien parece decidido a atraer a la comunidad global de criptomonedas a su país, prometiendo acelerar la residencia a quienes inviertan grandes cantidades.

Sin embargo, el plan de Bitcoin generó al menos algunos nuevos puestos de trabajo. El año pasado, el periodista de investigación Nelson Rauda se convirtió en el “corresponsal de Bitcoin” en El Faro, un sitio de noticias que Bukele ha atacado en repetidas ocasiones.

El informe de Rauda planteó serias preocupaciones sobre el lanzamiento de Bitcoin por parte de Bukele.

Las más grandes giran en torno a la pregunta de qué significa para la nación que el presidente aparentemente tiene acceso a los fondos del tesoro en su teléfono inteligente.

Las investigaciones de Rauda sobre quién administra la billetera Chivo han sido obstaculizadas por el gobierno, junto con consultas sobre los detalles de las compras de bitcoins de Bukele. El punto central de las transacciones de Bitcoin es que no son transparentes, enfatizó el periodista.

“Parece una forma súper inteligente de ocultar lo que realmente está haciendo”, afirmó. “Tengo muchas más preguntas que respuestas”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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