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El qué y porque desde Washington: Vladímir Putin es un fracasado

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, asiste por videoconferencia a una reunión
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, asiste por videoconferencia a una reunión del Consejo de la Sociedad Civil y los Derechos Humanos, en la residencia oficial de Novo-Ogaryovo, a las afueras de Moscú, Rusia, el jueves 10 de diciembre de 2020.
(ASSOCIATED PRESS)
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Con este título usted podría pensar qué el adjetivo qué le pongo al presidente ruso es producto de mi rabia, o de mi indignación por el crimen cometido contra Ucrania. Le aseguro no es nada así. No es un insulto, es simplemente la representación de un hecho, de algo qué es verdad. Y no solo eso me atrevo a decir qué Putin sabe qué es un fracasado y que eso le corroe las entrañas.

Cuando usted termine de leer esta columna se dará cuenta de porque lo digo.

Déjeme empezar por contarle un viejo cuento de cuando Rusia era aún parte del imperio soviético.

… Se dice qué un día a una pequeña comuna en Tatarstan, en el Valle del Volga llegó de visita un Camarada Comisario a investigar cómo estaba la cosecha de papa. El Sóviet de Comisarios del Pueblo o “Sovnarkom” fue en la era comunista soviética, la institución de gobierno formada por el Segundo Congreso de la Revolución de Octubre de 1917. Esa figura de comisario político permaneció siempre. Era una especie de representante del Soviet y también un espía político. Por eso eran tan temidos.

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El camarada comisario fue directo a ver al representante de la comuna “sovjoses”, la granja colectiva para saber cómo iba la cosecha de papa. El representante levantándose los tirantes del pantalón cuando fue preguntado sobre su cosecha contestó… “Uuuy, camarada comisario, este año nuestra comuna ha sido bendecida por Nuestro Padre Eterno con una cosecha más allá de nuestra imaginación”

… Al Camarada comisario le importunó eso de qué “el padre eterno había bendecido”, pero se aguantó y siguió preguntando… “Y dígame camarada, ¿qué tal nuestro producto?”, “Uuuuy, camarada comisario” le respondió el supervisor, “El Creador ha sido tan bondadoso, qué nuestras papas son tan dulces, qué si usted las muerde, pensará qué son manzanas. Así de dulces y jugosas nuestras papas”.

El comisario ya francamente irritado con la mención de “El Creador”, preguntó secamente… “Bueno ¿y de cuanta papa es la cosecha?”. “Uuuuy, camarada comisario”, le respondió el encargado, “si usted pusiera nuestras papas una tras otra, formarían una columna tan alta qué llegaría al cielo ¡a los mismos pies de Dios!”

El Comisario rojo de ira, ya sin aguantarse le reprochó agriamente, “óigame, y usted no sabe qué esta es la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y qué, ¡aquí Dios no existe!” “Si camarada comisario”, le respondió el supervisor… “Ya sé qué aquí Dios no existe, pero no se preocupe… Las papas, tampoco existen”.

Hoy, 30 años después del comunismo, la historia es la misma, en Rusia, no hay papas. Y eso merece una aclaración.

Rusia con su extensión territorial ha tenido serios altibajos cómo productor de papas. El año 2012 fue el tercero en mayor producción de papas del mundo, solo después de China y la India. Casi, 29,5 millones de toneladas métricas de patatas.

Pero de esa producción solamente el 13 por ciento de las papas nacionales fueron producidas por empresas agrícolas, otro 8 por ciento por las granjas privadas, y el restante 79 por ciento se produjo desorganizadamente en las parcelas de la gente en sus traspatios. La gente las cultiva para tener qué comer y así le llaman “producción de traspatio”.

Mis muchos viajes a Rusia me enseñaron a verla y a tratar de entenderla por dentro, no es fácil. Es una cultura muy distinta a la occidental, pero los humanos somos al final iguales y los misterios puestos en esa base, son capaces siempre de aclarar el agua por muy turbia qué se ponga. Hoy incluso a mis amigos rusos les presumo qué tengo una sobrina rusa. Milena es una dulce niña, hija de una hija de mi hermana qué casada con un diplomático suizo vivió en Rusia 3 años, mientras su esposo servía en la embajada suiza en Moscú y fue en ese tiempo que Milena nació. Mis sobrinos aprendieron mucho de esa aventura, aunque ya hoy viven en otro país.

Le cuento lo anterior, porque siempre me llamó la atención que otros países qué fueron comunistas, cuando dejaron atrás las horribles cadenas de la planeación central, dejaron también la pobreza de su gente. Polonia, Hungría, hasta Rumanía, todos hoy les dan a sus poblaciones un mejor nivel de vida qué el qué tienen los rusos de a pie. La gente qué nuca ha tenido… y qué ya sin comunismo, sigue sin tener.

Y cuando usted pregunta la respuesta es invariable. “Rusia tiene muy malas perspectivas de crecimiento económico”.

Imagínese usted el tamaño de la ironía.

La extensión territorial rusa incluye 11 husos horarios. ¡Once! Estados Unidos en su parte continental tiene 4 husos horarios, Canadá tiene 5. Si usted pusiera los dos enormes territorios de Norteamérica uno después del otro, aun así, se quedarían cortos a la extensión rusa.

Ahora visualice esa enorme extensión de tierra, y piense qué el 77 % de ella, esta virgen y sin cultivar, piense qué toda esa tierra está sin ser dedicada a la industria, o al ganado o a generar electricidad de viento o de sol. Y aun así, Putin quiere, ahora más tierra con Ucrania, qué tiene casi la misma extensión de Texas. ¿Para qué?

Aquí, es oportuno recordar, qué en Rusia desde el final del comunismo hay tres elites de poder, qué están constantemente en conflicto para ver quien saca más de su posición. Naturalmente, Putin se pasa el tiempo mediando entre ellas. Estos tres clanes, la llamada “Nomenclatura” es la qué decide qué sucede con el dinero y con los recursos del país.

Este desgobierno favoreciendo a solo una parte de la población rusa, es lo qué más daña las perspectivas de qué los rusos algún día, tengan un mejor nivel de vida, y superen las carencias qué la mayoría ha conocido toda su vida.

Cuando la URSS se desintegró en 1991, surgieron los oligarcas, qué fueron las gentes del partido y del gobierno qué se aseguraron de adueñarse de las grandes empresas privatizadas, mientras el imperio comunista se desbarataba.

La segunda de esas elites rusas es hoy aun, la más fuerte, la llamada “Silovik”. Es la nomenclatura de las fuerzas armadas y los servicios de espionaje. Putin viene de esa oligarquía.

La tercera es un grupo de líderes en la burocracia estatal. Aunque la verdad estos son los socios menores entre las tres élites gobernando la Rusia de hoy.

Vladímir Putin ha sido el árbitro de los pleitos de la nomenclatura, y en sus 23 años de Zar, cómo todos los anteriores, ha fracasado sacando de la pobreza al pueblo ruso.

Oficialmente, el 13% de los rusos vive hoy en día en la pobreza. En realidad esta cifra nadie la conoce. Las cifras oficiales del gobierno se contradicen afirmando qué la pobreza afecta a más del 20% del pueblo ruso. Eso como todo lo que hace el gobierno en Moscú, es siempre falso.

El presidente Vladímir Putin prometió recortar esos porcentajes a la mitad para el 2024. Pero hoy la economía sigue estancada. En Rusia lo único que crece son los rugidos de descontento de la gente.

Los precios de los combustibles, los servicios comunes, los impuestos al consumo, todo sube… pero un chofer de autobús que trabaja hasta 12 horas diarias gana el equivalente de $215.00 dólares estadounidenses en un mes.

Mientras el estado ruso todavía depende completamente de exportar petróleo y gas.

Rusia desde el 2008 ha gastado lo que no tiene en su industria de defensa. Por eso, las fuerzas militares crecieron tanto, aunque como en la época soviética, la inversión en alta tecnología militar ha tenido pocos efectos económicos en el sector civil.

Después de 23 años de “gobernar” Vladímir Putin no ha sacado a los rusos pobres de su postración. Eso se llama fracaso.

Compare usted a Rusia con Noruega un pequeño país nórdico, la extensión de tierra de noruega es de 385,206 Km cuadrados, la extensión de tierra rusa es de 16 millones 612,839 kilómetros cuadrados, y aun así, el producto interno bruto ruso (PIB) es solo 3.5 veces más grande que el de Noruega. El PIB de China es 15 veces mayor que el de Rusia. Alemania es 47 veces más pequeña en territorio que Rusia y su PIB por habitante es mas de 55 veces que el de Rusia.

Putin en 23 años de zar sigue produciendo pocas papas.

Un último punto

Desde el 2019 Putin y las élites del poder ruso se dieron cuenta de que con el descontento creciente, necesitaban algo para unir a la nación rusa y para con eso quitar el descontento y el hartazgo a la gente, que ve diariamente de lejos las tiendas de los ricos, y los autos, y los excesos, y cuando esos rusos miran hacia dentro lo único que sigue viendo son, apartamentos pequeños, viejos y malolientes.

Putin y sus secuaces qué saben manipular al patriotismo ruso, han hecho crecer la envenenada noción de qué Rusia está asediada por enemigos. Con esto creen poder conseguirse otros 20 años más de engaño a la gente.

Y sabe usted en ese análisis quien resultó el mejor enemigo posible… ¡Nosotros! El Occidente y la OTAN.

Se da cuenta ¿qué mejor justificación para invadir a Ucrania?

Putin con esta carísima aventura militar se está cerrando la puerta en los dedos. Este podría ser el peor error de su vida. Sus dos planes maestros, uno para un mercado común para el petróleo, el gas y la electricidad y el otro para la liberalización del sector financiero, hoy están muertos antes de nacer.

Con las sanciones qué le está imponiendo todo occidente, es imposible pensar qué Rusia no caerá en más pobreza.

* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.

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