Televangelista filipino se declara inocente de acusaciones de abuso infantil y trata de personas
Un televangelista filipino que se hace llamar “ungido hijo de Dios” y que alguna vez afirmó haber detenido un sismo, se declaró inocente el viernes de acusaciones de abuso de menores y trata de personas en una comparecencia ante la corte, en lo que constituye la señal más reciente de su cambio de fortuna.
Apollo Carreon Quiboloy y cuatro coacusados fueron trasladados bajo fuertes medidas de seguridad al tribunal regional de la ciudad de Pasig, en el área metropolitana de Manila, acusados de trata de personas, y Quiboloy compareció posteriormente en video desde su lugar de detención ante otro tribunal que maneja un caso separado de abuso infantil sin derecho a fianza.
El abogado Israelito Torreon dijo a reporteros que Quiboloy, su cliente, se declaró inocente ante ambos tribunales porque no es culpable de lo que se le acusa. Quiboloy, de 74 años, también pidió al tribunal que le permitiera permanecer bajo arraigo en un hospital debido a una enfermedad no especificada, pero no se había tomado una decisión.
Quiboloy, predicador y fundador del grupo Reino de Jesucristo, enfrenta cargos similares en Estados Unidos, donde fue incluido en la lista de los más buscados del FBI.
Se espera que Estados Unidos solicite la extradición de Quiboloy y sus coacusados en algún momento, pero el presidente Ferdinand Marcos Jr. dijo que primero deben enfrentar la justicia en Filipinas. Quiboloy se entregó el domingo en su vasto complejo religioso en el sur del país, en una operación en la que participaron más de 2.000 policías.
En sus días de apogeo, Quiboloy fue uno de los líderes religiosos más influyente de Filipinas; tenía muchos seguidores y era considerado una persona de gran influencia política que respaldó al igualmente polémico expresidente Rodrigo Duterte.
Quiboloy y sus coacusados enfrentan cargos de reclutar jóvenes seguidores, que eran atraídos para someterse a la “divina voluntad” y a los cuales se prometían becas y viajes al extranjero, pero después se les obligaba a pedir dinero en formas espurias, como cantar villancicos de casa en casa y vender panecillos y pasteles.
Las víctimas eran amenazadas y golpeadas cuando no lograban alcanzar las cuotas de recolección y desafiaban las órdenes, según el acta de denuncia.
Más alarmante aún, Quiboloy y sus principales ayudantes fueron acusados de engañar a niñas filipinas y extranjeras de tan solo 12 años para que sirvieran como “pastorales” privilegiadas, a quienes se les ordenó que le dieran a Quiboloy un masaje en su dormitorio antes de ser violadas por él. Algunas de las presuntas víctimas testificaron en una audiencia del Senado filipino a principios de este año sobre los presuntos crímenes de Quiboloy, entre ellas una mujer de Ucrania que testificó por video debido a la guerra en su país.
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