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Deportados en Tijuana mantienen viva la tradición de Thanksgiving

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Yolanda Varona recuerda la primera vez que celebró el Día de Acción de Gracias.

Lo recuerda, porque también fue la primera vez que tuvo una razón para hacerlo.

Hace doce años cuando todavía vivía con su familia en San Diego, su entonces pareja llegó a casa con un pavo que le habían regalado en su trabajo. Varona, de raíces mexicanas, no acostumbraba celebrar esa fecha, pero en aras de integrarse al país en el que estaba aceptó adoptar la tradición esa noche.

Relata que mientras preparaba el puré de papa tuvo un mal presentimiento. Su hijo en aquel entonces de 15 años había salido a jugar fútbol y no había regresado.

Llamó a la mamá de uno de los amigos, quién le hizo saber lo que había pasado. Cuando el grupo de jóvenes iba de regreso a casa fueron interrogados por agentes de inmigración. Dado que su ropa estaba cubierta de tierra por haber jugado fútbol sospecharon que recién habían cruzado la frontera de forma irregular.

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Pero en ese momento un pastor de la iglesia los encontró e intercedió por ellos. Les hizo saber a los oficiales que eran jóvenes de bien que formaban parte de la comunidad y que si estaban sucios era porque estaban practicando un deporte.

“A partir de ese momento, siempre he festejado el Día de Acción de Gracias”, comenta Varona, quién fue deportada de Estados Unidos hace casi una década. Su hijo eventualmente, se naturalizó ciudadano estadounidense.

En Tijuana, fundó el grupo de Dreamer’s Moms con el que apoya a más mujeres que han pasado por lo mismo que ella.

Curiosamente, ha celebrado más Thanksgiving en México que en Estados Unidos. De cierta forma, siente que la acerca con sus seres queridos al otro lado de la frontera.

“Es como estar compartiendo una celebración al mismo tiempo con la familia, pero siempre con el muro en medio de nosotros”, lamenta.

Lejos de casa ha encontrado a una segunda familia con quien continuar esta tradición.

Y es que al igual que ella, otros deportados que fueron separados de los suyos por las leyes migratorias sienten la nostalgia en esta época.

Por ello prefieren pasarla juntos.

El veterano José Velazco, quien sirvió en el ejército estadounidense de 1972 a 1976, confiesa que no celebraba mucho este día. Se mal acostumbró, tanto por su tiempo en la milicia dado que solía pasar estas fechas fuera de casa, como cuando abrió su propio negocio de limosinas en Los Ángeles, en el que le tocaba trabajar en días feriados.

Pero en Tijuana sí celebra tanto con otros veteranos como con las madres de familia deportadas.

“Francamente porque me encanta el pavo”, bromea. “Sinceramente, estas han sido unas de las mejores celebraciones que he tenido con otros veteranos”.

Patricia Leyva dejó de celebrar Thanksgiving cuando fue deportada en 2011. En México, no es una tradición común por lo que no tenía motivos.

No sólo eso, sino que ella fue detenida por autoridades migratorias un noviembre por lo que esta fecha le recuerda aquella amarga experiencia.

Pero este año quiere dar gracias ya que su abogado le notificó que podrá continuar su trámite para una visa VAWA -para víctimas de violencia doméstica- que seguía al momento de su deportación. Por ahora, está en espera de una cita en el consulado de Ciudad Juárez en la que se le podría conceder el regreso a casa.

“Primeramente Dios, espero el próximo Thansgiving estar reunida nuevamente con mis hijos”.

Desde hace un par de años, integrantes tanto de Dreamer’s Moms como Veteranos Deportados se reúnen para el coloquialmente llamado Día del Pavo.

Ese jueves cada uno lleva un platillo, y tras hablar con sus respectivos familiares vía telefónica se reúnen en la mesa. La primera vez que celebraron juntos fueron cerca de 30 personas, este año esperan alrededor de 80, dijo Varona.

Para sus familiares en Estados Unidos también es una tranquilidad ver que los suyos no están solos en esta fecha tan especial, considera la activista.

Este año quieren dar gracias por los deportados que han encontrado una forma legal de regresar a casa.

Dar las gracias también, porque pese a todo tienen con quién compartir hoy en otro país.

“De cierta manera, esta es una familia que nosotros escogimos”, afirma Varona.

Celebran una fecha que conocieron en casa y la mantienen viva fuera de ella.

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