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Confirman muerte del ‘Chino Ántrax’, ex asesino del cártel de Sinaloa, tras su desaparición de San Diego

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Hace casi dos semanas, el asesino del cártel de Sinaloa - que alguna vez tuvo un alto rango- conocido como “El Chino Ántrax”, se convirtió nuevamente en un hombre buscado al desaparecer de la supervisión federal de su libertad condicional, en San Diego.

El lunes, las autoridades en México confirmaron el destino que muchos ya sospechaban: José Rodrigo Aréchiga Gamboa estaba muerto.

La especulación sobre el paradero del célebre narco circulaba desde su desaparición, el 6 de mayo pasado, y se disparó el sábado cuando tres cuerpos fueron hallados en el BMW de su hermana, abandonados en un camino de tierra en Culiacán, Sinaloa.

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Ciertamente, una fotografía de uno de los cuerpos que se filtró en las redes sociales parecía ser de Aréchiga, conocido por haber cambiado previamente su apariencia con cirugía plástica así como por tratar de alterar sus huellas digitales. Pero como los narcos han fingido sus muertes antes, los investigadores querían estar totalmente seguros del tema.

La familia de Aréchiga ayudó con la identificación oficial el domingo, y expertos forenses de la agencia fiscal federal de México confirmaron los hallazgos, según la Oficina del Fiscal General del Estado de Sinaloa. Las autoridades estadounidenses también participaron en la identificación.

La hermana de Aréchiga, Ada Jimena Aréchiga Gamboa, y su esposo, Juan García, fueron confirmados como las otras dos víctimas.

Ha sido un secreto mal guardado entre aquellos que siguen de cerca los casos de cárteles, que Aréchiga, de 39 años, cooperó con el gobierno de Estados Unidos durante su custodia federal.

Él se declaró culpable de conspiración por importar cocaína y marihuana en 2015, pero no fue sentenciado por otros cuatro años. Cuando finalmente lo fue, en diciembre, ya había cumplido la mayor parte de su notablemente corta sentencia, de siete años y tres meses.

Esa audiencia se llevó a cabo bajo una gran seguridad en el tribunal federal de San Diego, en parte para su protección.

Aréchiga fue liberado de prisión el 3 de marzo y debía estar bajo supervisión en libertad condicional durante los próximos cinco años. Pero cuando un oficial de Estados Unidos fue a su nueva residencia para una verificación programada, a principios de este mes, Aréchiga no estaba allí, según un documento de la corte. Lo único que había dejado en el domicilio era su teléfono celular.

La jueza de distrito de EE.UU Dana Sabraw, quien lo había sentenciado meses antes, emitió entonces una orden de arresto.

Las autoridades señalaron en la declaración jurada que Aréchiga había planeado regresar a México, donde tenía familia, cuando completara su supervisión.

Todavía no está claro qué sucedió en la semana siguiente, o por qué el criminal huyó al bastión del cártel de Sinaloa, Culiacán, donde una vez hizo alarde de su poder y riqueza en las redes sociales, pero luego lo caracterizaron como un traidor.

Según los medios mexicanos, tres personas fueron secuestradas el viernes, en medio de una lluvia de balas, de una casa vinculada a la hermana de Aréchiga. Los cuerpos fueron descubiertos al día siguiente en el vehículo SUV negro de la mujer.

Aréchiga, proveniente de una familia educada y bastante acomodada, creció a la sombra del cártel de Sinaloa, según un memorándum de sentencia presentado por el abogado defensor Frank Ragen.

Su vecino era Ismael “El Mayo” Zambada, quien dirigió las operaciones del cártel detrás de escena mientras que el colíder, Joaquín “El Chapo” Guzmán, ganaba prominencia como la cara pública de la organización.

Los hijos de Aréchiga y Zambada eran amigos de la infancia, y cuando Aréchiga tuvo dificultades para criar a su joven familia, recurrió a Zambada en busca de ayuda.

El narcotraficante Rodrigo Aréchiga Gamboa, Chino Ántrax, y que fuera miembro del Cártel de Sinaloa, violó el arresto domiciliario en el que se hallaba en el sur de California y se halla bajo orden de captura.

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Primero se le asignó la tarea de “pequeños recados”, según su abogado, pero finalmente se ganó un lugar al frente del brutal escuadrón de sicarios del cártel, apodado “Los Ántrax”. La violencia del escuadrón a menudo era exhibida públicamente, e incluía dejar cuerpos colgados en los puentes.

Aréchiga fue arrestado cuando bajó de un avión en Ámsterdam, en 2013. Había estado viviendo encubierto, bajo el nombre de un individuo mexicano ya fallecido, e hizo todo lo posible por alterar su apariencia. Las autoridades estadounidenses tuvieron que confirmar su identidad a través de “técnicas forenses”, según el Departamento de Justicia.

Su enjuiciamiento surgió de una investigación que comenzó de manera pequeña, con una célula local de distribución de drogas en National City y Chula Vista. Finalmente creció hasta abarcar a varias personas, incluidos otros miembros del cártel de alto rango.

En su declaración de culpabilidad, Aréchiga admitió haber participado y dirigido actos de violencia en nombre de la organización delictiva.

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La hermana que fue asesinada a su lado estaba entre varios miembros de la familia que pidieron clemencia antes de su sentencia. Ada Jimena, quien obtuvo una maestría en educación preescolar, pero trabajaba en una planta de reciclaje de plásticos, describió la relación con su hermano como “muy cercana” en su carta dirigida al juez.

“Una de las mayores alegrías de mi vida fue el nacimiento de mi hermano José Rodrigo, con quien pasé mucho tiempo”, escribió.

Antes de que se pronunciara la sentencia en la sala del tribunal, en diciembre, José Aréchiga le dijo al juez: “Estoy realmente avergonzado... Prometo que nunca más volveré por el camino equivocado. Me gustaría poder trabajar honestamente”.

También agregó que, después de su liberación, esperaba trabajar en la construcción y remodelación de viviendas.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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