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¿Son las superficies sintéticas peligrosas para la salud de los atletas? El debate de las ‘bolitas de caucho’ y el cáncer

El recientemente instalado terreno artificial en el campo intramuros de UCLA, le ahorrará al campus Westwood 6.5 millones de galones de agua al año.

El recientemente instalado terreno artificial en el campo intramuros de UCLA, le ahorrará al campus Westwood 6.5 millones de galones de agua al año.

(Mark Boster / Los Angeles Times)
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Cuando los doctores le encontraron en sus pulmones linfoma de Hodgkin en etapa 2, Emily Prince estaba confundida.

La estudiante universitaria de biología quería saber por qué el cáncer atacaría a alguien tan jóven y saludable. Ella no encontró gran cosa en los estudios existentes, que todavía no han identificado claramente una causa de la enfermedad.

“Obviamente estaba buscando algún tipo de respuesta”, dijo.

Fue su entrenador de golf en la Universidad Vassar de New York, quien mencionó el debate sobre el campo sintético y, en particular, las bolitas de caucho utilizadas a menudo como relleno en los campos artificiales.

Prince recuerda haber jugado futbol cuando era niña, y regresar a casa con los pequeños gránulos negros pegados a su piel y enredados en su cabello.

“Cuando escuché sobre esto”, recuerda, “me parecio que tenía sentido”.

Más de 11,000 áreas de juego y campos deportivos a lo largo del país utilizan llantas pulverizadas —regadas entre el pasto artificial— para crear una superficie que se siente suave y natural. Hay decenas de esos campos en las escuelas, parques y universidades de Los Ángeles.

Los creadores del pasto sintético dicen que más de 60 estudios en las últimas dos décadas no han mostrado elevados riesgos de salud asociados con sus productos, pero no todos están convencidos.

Activistas de salud ambiental están preocupados por la compleja mezcla de químicos, metales y posibles cancerígenos que pueden encontrarse en las bolitas de caucho. Ellos argumentan que las investigaciones pasadas están incompletas.

Con los legisladores solicitando mayor información, el gobierno federal anunció hace poco un estudio de varias agencias y planea emitir un reporte preliminar para finales de año.

Atletas, padres, directivos escolares y funcionarios de los parques siguen atrapados en el medio, preguntándose sobre los campos artificiales que pueden ser tan benéficos porque se utiliza mucho menos agua y son más durables que el pasto natural.

“Sé que cuando esas cosas aparecen sin una evidencia científica, es difícil de creer al principio”, dice Prince. “Este es un tema que necesita ser atendido”.

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Los campos sintéticos han sido populares desde mediados de los 60 y del debut del “AstroTurf” en el Astrodome de Houston.

En aquellos días, el pasto artificial no era otra cosa que una alfombra verde sobre concreto. Los fabricantes introdujeron una superficie más suave en los 90, utilizando gránulos de caucho.

Los atletas sufrían menos caídas severas y, como beneficio adicional, millones de llantas pudieron ser reutilizadas.

“Esto es bueno para el medio ambiente”, dijo Al Garver, presidente del Concejo de Pasto Sintético, una asociación comercial nacional. “No se necesitan pesticidas o herbicidas.”

Pero la lista de potenciales elementos peligrosos que ha sido encontrada en neumáticos incluye el benceno, mercurio y arsénico, según la Agencia de Protection Ambiental. Los ingredientes varían dependiendo del fabricante, y el proceso de reciclamiento mezcla distintas marcas en el mismo contenedor, así que es difícil predecir lo que terminará en un campo específico.

En algunos viejos tipos de pasto artificial se han encontrado relativamente altos niveles de plomo. En 2009, la oficina del Fiscal general de California demandó a tres fabricantes por violar las leyes estatales al no proveer “advertencias claras y razonables” sobre el contenido de plomo en fibras de terreno y gránulos de caucho.

Al año siguiente, las compañías estuvieron de acuerdo en pagar más de $650,000 en multas y reducir el plomo en sus productos.

A nivel federal, la EPA y la Comisión de Seguridad de Productos al Consumidor (CPSC por sus siglas en inglés) han examinado las bolitas de goma y no encontraron elevados riesgos de salud. Pero en un comunicado este mes, la EPA reconoció que los “estudios existentes no evalúan completamente” todas las preocupaciones.

Los senadores Richard Blumenthal y Bill Nelson se han referido a recientes estudios de la Universidad de Yale que encontró 96 químicos en las llantas, incluidos posibles cancerígenos.

El nuevo “Plan de Acción Federal de Investigación”, que unifica a la EPA con la CPSC y los Centros de Control de Enfermedades, examinarán cómo los atletas que se desempeñan en campos sintéticos pueden estar expuestos por el contacto de la piel, inhalación e ingestión accidental.

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Fue hace siete años que Amy Griffin, una entrenadora asistente de futbol en la Universidad de Washington, escuchó acerca de dos jugadoras que conocía que estaban peleando contra el cáncer, ambas porteras.

“Realmente no pensé nada al principio”, recuerda Griffin. “Pero luego seguí enterándome de más guardametas que tenían linfoma”.

La posición implica frecuentes lances, que deja a los porteros más expuestos a la goma del césped en su piel y su boca. También son más susceptibles a inhalar los vapores o gases emitidos por los compuestos del caucho.

Griffin comenzó una lista informal de atletas que tenían cáncer, alrededor del 90% de ellos jugadores de futbol, con porteros de lacrosse y jugadores de futbol americano incluidos. Cuando la cifra creció hasta 200, ella decidió hablar con la prensa.

Aunque algunas personas creen que su historia no tiene fundamentos, la voz se corrió y ella siguió escuchando de más jugadores afectados alrededor del país.

“Sé que es 100% anecdotal”, dice. “Pero si estuvieran en mis zapatos, escuchando esas historias, dirían que esto es mucha casualidad”.

Funcionarios de salud del estado de Washington le pidieron recientemente sus estadísticas para que puedan ser comparadas con el registro oficial de cáncer y, tal vez, usarse para encontrar correlaciones o patrones.

“Un creciente número de casos específicos de cáncer entre jugadores de futbol no nos mostró qué fue lo que lo causó”, dijo el Departamento de Salud de Washington en un comunicado. “Históricamente, incluso cuando se ha identificado el incremento en las tasas de ciertos tipos de cáncer, raramente se ha visto una causa común o contaminante ambiental”.

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Si tuviera que escogerse a dos personas en los polos opuestos de este problema, probablemente serían Garver y Nancy Alderman.

La asociación comercial de Garver representa a más de 200 fabricantes de césped artificial, arquitectos y constructores. Alderman encabeza a un grupo de activistas en defensa de la salud en Connecticut. Ambos se han convertido en importantes voces en el debate de los gránulos de caucho.

“Es absolutamente justo hacer preguntas”, dice Garver. “Siempre y cuando la gente tenga respuestas substanciosas y científicas”.

El Concejo de Pasto Sintético cree que los químicos potencialmente dañinos en viejos neumáticos son eliminados a través del proceso que extrae el acero y la fibra, y que luego rompe el resto de la goma en pequeños pedazos. El concejo dice que los investigadores del Departamento de Salud Pública Connecticut, el Departamento de Conservación Ambiental de Nueva York y numerosas universidades no han encontrado ninguna relación con el cáncer. También cita estudios conducidos en Francia y Noruega.

“Toda la información está ahí si se analiza racional, lógica y razonablemente”, dice Garver.

Pero Alderman ve la situación de una forma distinta.

La mujer con educación en Yale y su pequeña organización —Environment and Human Health, Inc.— comenzaron a enfocarse en las bolitas de goma hace una década, cuando padres de familia se quejaron de los campos sintéticos en dos comunidades de Connecticut.

“Solo teníamos una pequeña cantidad de dinero”, recuerda. “Tomamos algunas muestras y las llevamos a un laboratorio y encontramos algunos químicos dañinos”.

Además de cuestionar el alcance de estudios pasados, Alderman considera a algunos poco creíbles porque fueron financiados por la industria. Ella menciona un reporte producido por CalRecycle, una agencia estatal que promueve el reciclado.

“No es un gran sistema y no ha funcionado”, dice ella.

Y algunas agencias comparten sus dudas. En 2008, el Departamento de parques de Nueva York dejó de usar caucho en campos nuevos. El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD)hizo lo mismo al siguiente año, cambiando a rellenos no reciclados.

Pero los campos deportivos son solo una parte de la preocupación —Alderman y otros se preocupan de que el mismo material está en las áreas de juego para niños—.

El LAUSD quitó los gránulos de los centros de educación temprana, pero dejó intactos para estudiantes mayores los ya existentes, argumentando que el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles no ha puesto ninguna advertencia o restricción sobre ese material.

Alderman cree que el momentum está creciendo hacia lo que ella espera sea una prohibición de todos los tipos de relleno, incluidas las alternativas no recicladas como las cáscaras de coco y el corcho.

“Ahora hay abogados que se ciernen alrededor de esto”, dice. “Eventualmente habrá demandas colectivas”.

Ese tipo de comentarios claramente frustran a Garver. El representante de la industria dice que sus miembros confían en que futuras pruebas confirmarán que sus productos son seguros, aunque no está convencido de que eso acabará con el problema.

“Nunca es suficiente”, dice él. “No hay forma de complacer a los alarmistas”.

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El campo de recreación de 11 acres en UCLA, justo detrás del Pauley Pavilion, se había convertido en un problema. Requería mucha agua y necesitaba clausurarse por cuatro meses cada año para que el pasto pudiera recuperarse del constante uso.

Cuando los administradores de la universidad exploraron la alternativa del césped artificial, estaban conscientes de la controversia por las bolitas de goma.

“Tuvimos que detenernos y tener una discusión a fondo”, dijo Rich Mylin, director de zonas de recreación.

El relleno no reciclado no era una opción viable; éstos representan solo un pequeño porcentaje de los campos en Estados Unidos porque pueden ser caros de mantener y son más propensos a albergar bacterias por el sudor y la sangre.

Tras escoger los gránulos de caucho, los administradores dijeron estar preocupados por los reportes de los altos niveles de plomo en algunas llantas hechas en otros países.

“Nos aseguramos de que nuestros gránulos de caucho fueran de material hecho en EE.UU.”, dijo Mylin. “Nos sentimos tranquilos”.

El nuevo campo, que abrió la primavera pasada, ayudará a ahorrar un estimado de seis millones de galones de agua anualmente —incluso con lavadas regulares—, y no necesitan cerrarlo para que se recupere.

Aún así, Mylin sospecha que no todos estarán complacidos. “Para mí, esto cae en aquella esfera ambiental, como el cambio climático”, dice. “La gente puede ser muy visceral acerca de eso”.

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