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Opinión: California tiene los parques nacionales más contaminados del país, y eso es inaceptable

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Yosemite y la mayoría de los otros parques nacionales en California sufren de un malestar que habría enfermado al legendario conservacionista John Muir, quien se deleitaba con las impresionantes vistas de ese sitio, entre muchos otros placeres. “Otro día glorioso”, escribió en 1911, “el aire es tan delicioso para los pulmones como el néctar para la lengua”.

Más de un siglo después, California tiene nueve parques nacionales -más que cualquier otro estado-, repartidos en seis millones de acres. Desde las secuoyas neblinosas en el norte hasta los árboles de Joshua del desierto en el sur, estos parques se han diferenciado por mucho tiempo: sus niveles de contaminación de aire son los peores en el sistema de parques nacionales.

Casi todos los parques nacionales en EE.UU tienen problemas de contaminación ambiental “significativos”, que incluyen oxígeno no saludable, cielos nublados, daños a la naturaleza y efectos del cambio climático (como sequía, reducción de la capa de nieve y un aumento de los incendios forestales), según un informe de la Asociación de Conservación de Parques Nacionales de 2019. Pero la mayoría de los espacios de California, ya sean bosques o áridos, deben lidiar con los cuatro problemas.

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California puede tener los parques nacionales más contaminados, pero su liderazgo ambiental también podría convertirlo en el estado mejor equipado para enfrentar el problema, ya que históricamente ha respaldado estándares estrictos de calidad del aire. La regla de turbidez regional de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) requiere que los estados mejoren la visibilidad y la calidad ambiental en los parques para 2064. Esta mejora sólo se puede lograr al reducir las emisiones de contaminantes nocivos, particularmente a medida que la Tierra sigue calentándose.

Sin embargo, el smog, incluido el ozono a nivel del suelo y la contaminación por partículas, sigue siendo una pesadilla insidiosa.

El ozono a nivel del suelo, a diferencia del que se encuentra naturalmente en la estratosfera, es un contaminante secundario invisible que resulta de las reacciones entre los productos químicos emitidos por vehículos y plantas de energía, y presentes en pinturas y gasolina. Estas reacciones se aceleran por el calor, razón por la cual los niveles de smog se acumulan habitualmente durante las tardes de verano. Los incendios forestales también aumentan el smog. Los problemas de salud que causa esto incluyen tos, irritación de garganta y pecho, y puede agravar las afecciones respiratorias existentes.

El smog llega a los parques nacionales de California desde la cuenca de Los Ángeles y el valle de San Joaquín. La calidad del aire de los parques se ve exacerbada porque L.A. es uno de los sitios más contaminados del país. Los parques nacionales de Sequoia, Kings Canyon y Joshua Tree han encabezado durante mucho tiempo la lista del aire más insalubre para respirar durante más de dos meses al año.

En un claro día de invierno, en el desierto del Parque Nacional de Joshua Tree, los visitantes que se encuentran en Keys View, en la cresta de Little San Bernardino Mountains, pueden ver hasta la frontera mexicana, a 100 millas de distancia. Pero en muchos días de verano y otoño, apenas se pueden ver las montañas ubicadas a 50 millas de distancia.

Según los parques nacionales de Sequoia y Kings Canyon, el aumento del ozono a nivel del suelo ya ha causado “lesiones generalizadas y graves a los pinos de Ponderosa y Jeffrey”, particularmente en los rincones occidentales de estos parques, donde las agujas de pino, normalmente verdes, han comenzado a ponerse amarillas. La investigación también demostró que los altos niveles de ozono en el suelo dañan las plántulas de secuoya gigante.

Los biólogos creen que Joshua Tree y otros tres parques nacionales de California sobrepasaron su “carga crítica”: la cantidad de contaminación por encima de la cual ocurren cambios dañinos en ecosistemas sensibles. Por ejemplo, las plantas del desierto que se adaptaron en suelos anteriormente bajos en nitrógeno ahora deben competir con pastos invasores y otras especies vegetales no nativas, que prosperan en los suelos enriquecidos con nitrógeno creados por niveles elevados de ozono. A su vez, la pérdida de vida vegetal puede ser devastadora para las aves y los mamíferos que pastan, que dependen de las plantas para alimentarse, crear nidos y buscar refugio.

Si bien el desafío de combatir la contaminación del aire sigue siendo significativo, se han logrado avances en las últimas décadas. Desde que se implementó la Ley de Aire Limpio en 1970, los niveles de ozono en el suelo cayeron un 18% en todo el país. A medida que mejoró la calidad del aire en las ciudades y áreas industriales, el aire también comenzó a despejarse en los parques. En 1977 y 1990, se enmendó la ley para exigir una mayor reducción de la contaminación ambiental, lo cual derivó en un aire más limpio y vistas más despejadas en los parques.

Sin embargo, la administración Trump está revocando los estándares nacionales de emisiones de automóviles y desmantelando la EPA. La administración eliminó el Plan de Energía Limpia, que establecía límites a la contaminación de las centrales eléctricas, y lo reemplazó con una norma de Energía Limpia Asequible, que es amigable con la industria. También durante el mandato de Trump, Estados Unidos planea retirarse del Acuerdo de París, un pacto mundial entre las naciones que reduciría las emisiones de contaminantes nocivos.

Parte de la misión del Servicio de Parques Nacionales es conservar el paisaje y todos los recursos del parque “intactos para el disfrute de las generaciones futuras”. El acceso público a los parques repletos de maravillas naturales es un noble ideal democrático. Según un estudio reciente de UC Berkeley, los parques nacionales son más frágiles y susceptibles al cambio climático, y se calientan “en promedio, el doble que el resto de la nación”.

Independientemente de los vientos políticos, como sociedad necesitamos instar al Congreso a ayudar a proteger nuestros parques nacionales. Debemos responsabilizarnos por la salud del aire que respiramos. A través de su implementación de la regla de turbidez regional y de estándares de emisiones más estrictos, California intenta hacerse responsable, y podría terminar como modelo para garantizar la calidad del aire en los parques nacionales de todo el país.

Jon Waterman es un ex guardabosques de parques nacionales. Su último libro es el “Atlas de los Parques Nacionales”, de National Geographic.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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