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COLUMNA: Observar la entrada a la corte de un patético Harvey Weinstein es ya una victoria

La actriz Louise Godbold, quien acusó al exproductor de conducta sexual inapropiada, habla en el exterior de la corte durante el primer día del juicio penal en la ciudad de Nueva York. Junto a ella, las acusadoras Rosanna Arquette (izquierda) y Rose McGowan (der).
(Kena Betancur/Getty Images)
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Harvey Weinstein entró cojeando a la corte en Nueva York el lunes, apoyado en un andador amortiguado por dos pelotas de tenis de color verde brillante. Doblado y arrastrando los pies, ya no parecía ser ese arrogante magnate del cine, que creía que podía hacer lo que quería con cualquier mujer que deseara.

En lugar de ello, el hombre cuyo acoso sexual incrementó la ira del movimiento #MeToo ahora luce débil, pálido y patético. Todo parece muy calculado.

Corrección:

6:51 a.m. en. 9, 2020An earlier version of this story incorrectly identified former Amazon Studios head Roy Price as Ted Price.

El mes pasado, le dijo al New York Post que él es la víctima de toda esta cuestión. “Me siento como el hombre olvidado”, declaró al periódico. “Hice más películas dirigidas por mujeres y sobre mujeres que cualquier otro realizador, y estoy hablando de hace 30 años... ¡Yo lo hice primero! ¡Fui pionero! Todo ello fue aniquilado por lo que sucedió”.

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Notemos aquí el juego semántico: “por lo que sucedió”, no “por lo que hice”.

Aunque más de 80 mujeres acusaron al otrora poderoso productor por conducta sexual inapropiada durante décadas, los cargos que enfrenta en este juicio son por el daño que supuestamente infligió a sólo dos de ellas: una, que alega que Weinstein la violó en un hotel de Manhattan en 2013, y otra que dice que la forzó a tener sexo oral en su casa, en 2006.

En un excelente giro de los acontecimientos, el acusado también podría enfrentar un segundo juicio penal. El lunes, Jackie Lacey, fiscal de distrito del condado de Los Ángeles, anunció que presentaría cuatro cargos por violación y agresión sexual contra Weinstein, por supuestos ataques sexuales contra dos mujeres en hoteles de Los Ángeles y Beverly Hills en 2013, justo antes de los Oscar de ese año.

No está claro si será condenado por alguno de estos cargos, pero sólo verlo en la corte es un alivio. “Es bueno ver a la Justicia, examinándolo”, afirmó una de sus primeras acusadoras, Rose McGowan. “Ya se siente como una gran victoria”.

El despreciable comportamiento de Weinstein dejó un rastro de destrucción a su paso: carreras arruinadas o terminadas para aquellas mujeres que se oponían a él bajo su propio riesgo; estrellas que conseguían trabajo sólo a un alto costo para su bienestar; los auxiliares y defensores que dejaban de lado su escrúpulos para protegerlo, ayudando a silenciar a las acusadoras con acuerdos financieros y pactos de confidencialidad que le permitían seguir comportándose como siempre lo había hecho.

No puedo mirar a Weinstein sin pensar en Bill Cosby, quien finalmente tuvo su merecido y ahora está sentado, sin remordimientos, en una cárcel de Pennsylvania. O en hombres como Matt Lauer, Les Moonves, Charlie Rose y docenas de otros que perdieron sus empleos pero que nunca se responsabilizaron por sus acciones.

¿Pero, las cosas han cambiado?

Ciertamente, ese es el caso en los niveles profesionales superiores. Un año después de que estalló el escándalo de Weinstein, el New York Times informó que de los 201 hombres poderosos que perdieron sus trabajos como resultado de acusaciones de conducta sexual inapropiada, casi la mitad fueron reemplazados por mujeres.

Tanzina Vega sustituyó a John Hockenberry en “The Takeaway”, de WNYC. Jennifer Salke suplantó a Roy Price como jefe de Amazon Studios. Alex Wagner reemplazó a Mark Halperin como coanfitrión de “The Circus”, de Showtime. Rachel Rosenfelt ingresó por Hamilton Fish como editora/presidenta del New Republic, y el año pasado fue reemplazada por otra mujer, Kerrie Gillis.

Al menos una docena de estados han aprobado una nueva legislación que aborda el acoso sexual en el lugar de trabajo, incluido California, el líder de la manada, que no sólo endureció las leyes sobre el acoso y los acuerdos de confidencialidad, sino que ahora también exige que las empresas que cotizan en la bolsa con sede en el estado designen a mujeres en sus directorios.

El lunes por la mañana seguí la transmisión en vivo de la entrada al tribunal de Weinstein, luego una conferencia de prensa realizada en las cercanías por siete de sus acusadoras, incluidas McGowan, Rosanna Arquette y la periodista de televisión Lauren Sivan. Ellas se autodenominan las Silence Breakers (aquellas que han roto el silencio). “Vivir callando”, aseveró McGowan, “es una sentencia de muerte para el alma”.

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Las mujeres observaron cómo Weinstein ingresaba al tribunal, flanqueado por abogados y guardaespaldas fornidos. “¿Viste a los matones que lo protegían?”, preguntó Arquette. “¡Parecía una película de Scorsese!”

Con genialidad, Sivan se presentó a sí misma como “la chica de la maceta”. En 2007, en una cena de negocios en Manhattan, alegó, Weinstein la llevó hacia el restaurante dentro de un club del cual era inversionista, la inmovilizó y luego se masturbó en una maceta cuando ella lo rechazó.

“Estoy de acuerdo con que me conozcan como ‘la chica de la maceta’, siempre y cuando él sea siempre conocido como el depredador que es”, remarcó.

Sivan tiene la particularidad de haber sido blanco tanto de Weinstein como de Roger Ailes, el fallecido presidente de Fox News Network, que fomentó personalmente y permitió el florecimiento de una cultura de acoso en ese canal, hasta que fue denunciado por Gretchen Carlson, ex presentadora de Fox, quien lo demandó. Carlson ganó $20 millones y una disculpa.

La selección del jurado en el caso Weinstein comenzó el martes. Se espera que el proceso dure varias semanas.

En cuanto a su miedo a ser olvidado, consideró Sivan, ni siquiera debería preocuparse por ello. “Definitivamente lo recordaremos”, aseguró. “Puso en el mapa al MeToo, un movimiento que ha crecido en EE.UU y en el mundo. Cambió las políticas de acoso sexual en los lugares de trabajo de todo el país, incluso en nuestro propio gobierno. Hizo que sea más efectivo y seguro para las personas denunciar el acoso sexual y el abuso”.

Tremendo legado, Harvey.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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