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Columna de Adictos y adicciones: Dulce tormento

Edel Rodriguez / For The Times
(Edel Rodriguez/ For The Times)
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Zaida es una mujer de edad indeterminada, aún luce joven y guapa, se conversa con ella de manera excelente y es muy buena para ocultar sus verdaderos sentimientos.

Para la mayoría de nosotros, el solo imaginar el suicidio de uno de nuestros padres, es una idea impensable, para Zaida y su hermano menor, esta pesadilla se volvió realidad.

No solo los golpeó saber que su padre se había quitado la vida, sino que además fueron ellos quienes encontraron su cuerpo sin vida. Esa experiencia les marcó el alma y es un recuerdo que aún vaga en su memoria.

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A lo largo de su vida, Zaida ha soportado pérdidas irreparables, como la muerte de su madre a causa de un cáncer fulminante, la esquizofrenia de uno de sus hermanos, a consecuencia del uso de cristal, o el distanciamiento de su hermana menor, a quien no ha visto en más de quince años. Tal vez por eso, es fácil comprender que Zaida se aferre a sus amores, sin reparar en el daño que se hace a sí misma y a quienes dice amar.

Después de un matrimonio de más de veinte años y tres hijos, donde las mentiras y las infidelidades fueron parte de su vida marital, el hilo se reventó por lo más delgado, “Yo ya estaba acostumbrada a sus infidelidades y sus malos tratos, pero cada día las ausencias eran más prolongadas, hasta que un día tome a mis hijos y regresé a mi natal Tijuana”.

En el rostro de Zaida, se ve claramente que aún se siente ofendida, de sus labios salen palabras de despecho, el tono de su voz es irónico, pero como bien dicen ‘los ojos son el espejo del alma’, y los ojos de Zaida la denuncian, su orgullo no la deja decir la verdad, ni siquiera a ella misma: Sigue enamorada de su ex, quiere no quererlo, pero algo dentro de ella la hace todavía hablar de él como “mi marido”, aunque tiene trece años divorciada y la nueva pareja de su ex le asegura que tienen quince años viviendo juntos.

Zaida repite en muchas formas, los síntomas del alcohólico, que desprecia su vicio y no puede dejarlo. El solo pensar que esa relación enferma termine, la llena de temor y busca siempre una justificación para no romper los vínculos que la unen a su “dulce tormento”.

Sí, Zaida sigue enganchada emocionalmente, pero no solo eso, su ex le sigue enviando dinero y prácticamente la mantiene. De algún modo Zaida se siente afortunada, no tiene que trabajar para vivir, pero su comodidad le está costando caro, ya que no ha podido salir del control de su ex, quien le sigue llamando por teléfono cuando anda tomado o la hace ir a verlo con cualquier pretexto; sigue bajo la órbita de su ex y no logra tomar el control de su vida, ha perdido la confianza en las personas por temor a ser lastimada, sin darse cuenta que ella misma propicia su dolor.

Zaida y sus hijos son arrastrados por esa corriente generacional que los condena a repetir la misma historia; igual que ella, sus hijos sienten un gran rencor por su padre y no saben decir que lo aman, aunque estén enojados, o que lo necesitan, aunque ahora sean independientes.

La adicción de Zaida se llama codependencia; su amor se enfermó quien sabe cuándo, como buena codependiente, le cuesta trabajo hacerse responsable de sus actos, siempre son otros los culpables, es por otros que hace las cosas y ella sigue esperando su turno, pero la vida se va, y su turno nunca llega.

Zaida tiene todavía mucho para dar y recibir, aún debe responder por el menor de sus hijos, sabe que tarde o temprano deberá enfrentar a su hija, que desde hace un año no le habla; sus problemas le abruman, se duele de ellos y tal parece que no tiene otro tema de conversación, pero ya está cansada, harta de no tomar decisiones y de complacer.

Mi experiencia personal y profesional me ha enseñado que el primer paso para una vida digna y feliz es la honestidad con uno mismo, se dice fácil, pero hace falta mucho valor para decirnos nuestras verdades y, más aún, para reconocerlas frente a otra persona, por eso felicito a Zaida, por su valor para buscar ayuda y su determinación para tomar las riendas de su vida.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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