Anuncio

El qué y porque desde Washington: Y entonces… ¿de qué sirve ser ciudadano?

Elecciones
Una trabajadora electoral revisa el material de votación en Park Tavern, en Atlanta, el martes 3 de noviembre de 2020. (John Spink/Atlanta Journal-Constitution via AP)
(ASSOCIATED PRESS)
Share

Para quienes dicen que el ex presidente Donald Trump no figura ya en la vida diaria de Estados Unidos, les tengo una noticia enorme; el exmandatario se acaba de anotar una gran victoria política en un colosal bastión republicano.

Me refiero a la reforma electoral en el estado de Georgia, tan importante y consecuente, que está por ser imitada en varios de los estados más relevantes en las elecciones nacionales en Estados Unidos.

Estos cambios se veían venir desde que, en noviembre del año pasado, Georgia cambió su tradicional voto por la derecha y votó por Joe Biden, y lo confirmó en la presidencia.

Anuncio

La gente de todo el país en noviembre no creía que el voto demócrata en Georgia hubiera crecido en proporciones suficientemente importantes para voltear una elección. Al final, la diferencia de 11.799 votos le costó la presidencia a Donald Trump, e hizo que los republicanos del estado decidieran que nunca volverían a ser humillados con una derrota similar. Para eso, de ahora en adelante, van a cargar mañosamente los dados electorales.

El problema es que varios estados intentan seguir el ejemplo, y en el Capitolio en Washington hay una división tan profunda acerca de las reformas y su alcance que este es ya, un conflicto nacional.

El congreso del estado de Georgia reformó sus leyes electorales y con esto prácticamente restringirá el voto de las minorías raciales. Se trata de una reforma absurda y lo suficientemente insultante que incluso prohibe llevar agua o comida a los votantes que estén en fila para ejercer su derecho a votar.

En el Capitolio en Atlanta la representante demócrata, Park Cannon, se sintió tan insultada por esta acción de la legislatura de su estado que subió a la sala en la que el gobernador Brian Kemp firmaba la nueva ley… y enérgicamente tocó la puerta para tener acceso, pero lo único que consiguió fue ser arrestada y acusada de resistencia a la autoridad.

Aunque en perspectiva este episodio consiguió muchísimo más. El arresto hizo crecer la cobertura periodística de lo que ocurría en Georgia y a estas alturas ya mucha gente de todo Estados Unidos se da cuenta de lo grave que sería que estas medidas contagien a otras legislaturas estatales.

La nueva ley les otorga a los funcionarios del estado amplios poderes sobre cómo se conducen las elecciones locales, por ejemplo:

· Establece nuevos requisitos para la identificación de los votantes que quieran emitir su voto en ausencia/ Esto le dificultará votar a muchos Afroamericanos y Latinos que no tienen identificaciones tradicionales.

· Limita el uso de urnas electorales/ Entre menos urnas menos gente vota.

· Proporciona a los funcionarios del estado amplios poderes sobre las elecciones locales permitiéndoles reemplazar a funcionarios que ya están trabajando en esas elecciones locales/ Reemplazando por ejemplo a los funcionarios bilingües con quienes solo hablen inglés.

· Aumenta la posibilidad de negar certificaciones electorales de los condados/ Emplazando la autoridad final para certificar cada elección en el (State Board) manejado por los republicanos.

· Prohíbe llevar agua o comida a los ciudadanos que esperan su turno para votar/ ¿Se acuerda cuánta gente se pasó 7 y 8 horas en fila para votar en noviembre?

¿Qué se busca con esta ley?

Dicen los republicanos que esto evitará los fraudes electorales.

Pero, las autoridades de todo el estado de Georgia ya reconocieron en varios foros estatales que en las pasadas elecciones… ¡No hubo ningún fraude!

¿Se da usted cuenta? Es una solución en busca de un problema.

La derrota de Donald Trump y de los candidatos republicanos no fue producto de fraude, fue resultado de un esfuerzo enorme principalmente afroamericano por empadronar a la gente, y después sacar a miles de personas en todo el estado de Georgia a votar. Y lo mismo ocurrió en los estados que estuvieron en disputa desde noviembre del año pasado -- los estados de Nevada, Arizona, Georgia, Michigan, Wisconsin y Minnesota.

Brian Kemp, gobernador de Georgia, en la más colorida de las interpretaciones sobre lo ocurrido en su estado declaró cándidamente… “Después de las elecciones de noviembre del año pasado, supe, como muchos de ustedes, que las elecciones en nuestro estado necesitaban reformas significativas”.

El presidente Joe Biden, lo resumió mejor que nadie, diciendo… “Me preocupa lo anti-estadounidense del conjunto de medidas en esta iniciativa. Es enfermizo decidir que hay que dejar de votar a las 5 de la tarde, cuando la gente trabajadora justamente sale de trabajar a esa hora”.

Esta nueva ley es peligrosa y pronto habrá versiones locales de ella en los estados que deciden las elecciones nacionales, Iowa, Arizona e incluso, Texas.

Lo horrendo de esta supuesta reforma electoral no es que favorece a los republicanos, sería igual de insultante si existiera para favorecer a los demócratas o a los políticos independientes. Lo insultante es que promueve la manipulación del derecho a votar.

En este gran país, el votar es un derecho que se gana con esfuerzo manteniendo las reglas electorales justas y favorables para todos. Cuando los dados se cargan para hacer trampa en aparente legalidad hay que levantar la voz en oposición, si no lo hacemos, ¿De qué sirve entonces ser ciudadano?

* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.

Anuncio