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OPINIÓN: Mala semana para los migrantes

Estudiantes y partidarios de DACA marchan en el centro de Los Ángeles, California
La decisión de un juez de distrito en Texas deja a cientos de miles de participantes en el programa, a sus familias y a eventuales candidatos en una especie de limbo -con la única certeza de que DACA y similares no son la solución.
(FREDERIC J. BROWN/AFP via Getty Images)
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Fue una mala semana para los migrantes. Concluyó con la decisión de un juez en Texas declarando ilegal el programa DACA y suspendiendo nuevas aplicaciones. Recordemos que DACA protege de la deportación a cerca de 650 mil jóvenes (la abrumadora mayoría mexicanos) que siendo niños fueron traídos a Estados Unidos por sus padres y que de manera no autorizada han hecho aquí su vida. Como bien dijo el presidente Obama, son tan americanos como todos, salvo por los documentos. Pequeño detalle que para ellos y para los casi 11 de millones de indocumentados presentes en EE.UU significa tener o no un futuro.

El gobierno de Joe Biden ya dijo que apelará la decisión. Seguramente lo hará y muy probablemente de manera exitosa. Sin embargo, la decisión es preocupante por varias razones. El argumento esgrimido por el juez es de fondo y considera que el presidente Obama excedió sus facultades. Justo lo que decía Donald Trump.

La decisión del juez de distrito en Texas deja a cientos de miles de participantes en el programa, a sus familias y a eventuales candidatos en una especie de limbo -con la única certeza de que DACA y similares no son la solución. Se requiere algo más sólido y que pueda resistir embates antiinmigrantes. Por decirlo de alguna manera, los radicaliza para exigir una reforma migratoria de fondo. La cual Biden les prometió en campaña pero que no ha sido capaz de impulsar en serio.

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La lógica de los migrantes los lleva a concluir que, si los DACA que son ejemplares, que estudiaron en Estados Unidos, que están perfectamente integrados, que tienen amigos y redes de apoyo, con un expediente legal impoluto, sufren este tipo de obstáculos, ¿qué se puede esperar la mayoría de los migrantes indocumentados que no tienen esas características?

La resolución del juez en Texas no es lo único que pasó esta semana. Se conocieron también las cifras de detenciones en la frontera con México. En lo que va del año fiscal (octubre-septiembre) van poco más de un millón de detenidos, de los cuales 450 mil son mexicanos. Junio volvió a romper un record, 188 mil detenciones (65 mil mexicanos), más de seis mil detenciones diarias. Con ese nivel de desorden no hay un ambiente propicio para discutir una reforma migratoria de fondo. Todo lo contrario.

Es además evidente que los 27 mil agentes de la Guardia Nacional Mexicana (la cuarta parte de sus efectivos), que graciosamente el gobierno de AMLO convirtió en patrulla fronteriza estadounidense, no está haciendo su trabajo, independientemente de que estemos o no de acuerdo con que ese deba ser su trabajo. Los 188 mil migrantes que la patrulla fronteriza estadounidense, que con sus 20 mil agentes sí vio y detuvo durante el mes de junio, resultaron invisibles para los 27 mil agentes de la Guardia Nacional Mexicana.

Por si algo faltara en el escenario, la frontera sur mexicana se está convirtiendo en una olla de presión. Solamente en Tapachula en el estado mexicano de Chiapas, este año, van 35 mil solicitudes de asilo. Las ciudades fronterizas del sur de México son cada vez más caóticas. Esos solicitantes, aunque quieran, difícilmente permanecerán en México. Su asilo se convertirá en estrategia de tránsito hacia Estados Unidos. El gobierno mexicano no se da cuenta o no quiere darse cuenta, pero el crimen organizado sí está actualizado y operando en consecuencia. Por eso ya están presentes en Chiapas, disputándose el territorio. La pregunta no es si lo lograrán, sino cuál de las diferentes organizaciones lo hará.

El camino es muy sencillo, una vez en México, los migrantes se echan en brazos del crimen organizado que como dueño de los territorios de tránsito les garantiza evadir a la guardia nacional y llegar con éxito a la frontera con Estados Unidos. Ni siquiera los tienen que buscar, las organizaciones criminales ofrecen sus servicios al aire libre y están en los hoteles y comercios que visitan los migrantes.

Mientras eso pasa, en México de manera ingenua o romántica (por decirlo suavemente), seguimos creyendo que plantando arbolitos con el programa Sembrando Vida se resolverá el problema; al mismo tiempo, de forma implícita, se exhorta a migrar, pues se presumen las remesas que envían los migrantes como la solución a la crisis económica.

Duele reconocerlo, pero la administración de Joe Biden y los demócratas se alejan cada vez más de la prometida reforma migratoria. Cada vez hay menos condiciones. El tema se contamina políticamente, se acaba el tiempo y se convierte en una especie de papa caliente ¡La historia de siempre!

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainastitute

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