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OPINIÓN: Lágrimas por un rebelde llamado Desmond Tutu

ARCHIVO - El arzobispo anglicano retirado Desmond Tutu habla en una entrevista con The Associated Press
Desmond Tutu, el activista sudafricano ganador de un Nobel de la Paz, arzobispo anglicano retirado que luchó por la justicia racial y los derechos LGTB, ha muerto. Tenía 90 años.
(Themba Hadebe / Associated Press)
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¿Murió?...
Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más,
sed lo que he sido entre vosotros: alma.

Antonio Machado

Que no se haga desierto el terreno que con sonrisa cultivó. El labrador se nos ha marchado y queda triste el mundo. No anduvo con medias tintas. “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12:30). Desmond Tutu recordó que para ser cristiano hay que ser rebelde en la lucha contra la desigualdad, la represión y la ignominia. Con la dulzura que viene del amor cristiano, fue suya la firmeza que acompaña a la convicción moral y el respeto por la dignidad humana.

Víctima de polio y tuberculosis, recibe la visita de un misionero anglicano durante su adolescencia. Al recuperar la salud se dedica al magisterio. Recibe la llamada al ministerio cristiano y ya siendo diácono parte a estudiar teología en Londres. Regresa como profesor a un seminario en Bhisho, Sudáfrica. Fue el primer deán negro de Johannesburgo. Ya en el 1978 era secretario general de Consejo Sudafricano de Iglesias. Su rebeldía abierta, sin aspavientos, le hizo meritorio del Premio Nobel en el 1984. En el 1984 se le ordena obispo de Johannesburgo y luego Ciudad del Cabo. Como tal encabeza en 1989 una manifestación de 30.000 personas contra el apartheid. Recibe en su casa a Nelson Mandela al salir éste de la cárcel. Una vez presidente, el ex preso político lo lleva a dirigir la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. En el 1997 se le diagnostica cáncer y se retira del episcopado. En su informe a la Comisión señala la culpabilidad del gobierno racista colonialista y a la vez condena a algunos grupos antiapartheid que sembraron la violencia: el Congreso Nacional Africano y los grupos de extrema izquierda. Se dedica entonces a la lucha contra el SIDA, la Alianza de Civilizaciones y el Desmond Tutu Center for Peace. En el 2013 inicia una campaña que aboga por los derechos de la comunidad LGBT. “No adoro a un Dios homofóbico”.

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En 1984, al recibir su Premio Nobel hizo evidente cómo su ministerio cristiano guiaba sus pasos como activista político: “La Biblia desconoce la paz sin justicia. Sería gritar ‘¡paz, paz!’, donde no hay paz. El Shalom de Dios, la paz, implica inevitablemente rectitud, justicia, integridad, plenitud de vida, participación en la toma de decisiones, bondad, risa, alegría, compasión, solidaridad y reconciliación”.

En un país donde afloraba la violencia, tuvo la valentía de ser rebelde y pacifista: “Trabajemos para ser pacificadores, aquellos a quienes se les ha dado una participación maravillosa en el ministerio de reconciliación de Nuestro Señor. Si queremos la paz, como se nos ha dicho, trabajemos por la justicia. Transformemos nuestras espadas en rejas de arado”.

Desmond Tutu quiso hacer con su vida el franciscano mandamiento “Señor, hazme un instrumento de tu paz”, con sonrisa rebelándose contra la desigualdad. Cristiano y activista político cementó la actividad norteamericana que desde los púlpitos protestantes se transformaba en el movimiento por los derechos civiles. Se propuso, sin alardear, vivir las bienaventuranzas (Mateo 5: 3-10). “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consuelo. Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos.

El Arzobispo Desmond Tutu pasó a ser ejemplo para aquellos que toman el camino de la lucha no violenta contra la afrenta y la opresión. Suya fue la tenacidad como soldado pacifista por la justicia: “si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

La guerra contra la homofobia reafirmó el afán de validez en un grupo aún marginado por sistemas políticos, legales, tribales, el Islam, tradiciones culturales y algunas denominaciones cristianas. Que un prelado cristiano, magna figura, enarbolara la bandera de la igualdad llevó la esperanza a muchos en la comunidad LGBT.

Si un objetivo les unió, se vislumbró también una distancia entre Desmond Tutu y Nelson Mandela. El obispo se mantuvo fuera de la esfera política. Tutu mantuvo la voz profética. Quiso ser el oráculo moral que se rebela y articula los reclamos por la justicia. “Dios nos llama a ser sus compañeros de trabajo para extender su Reino de Shalom, de justicia, bondad, compasión, cuidado, solidaridad, risa, alegría y reconciliación, para que todos los reinos de este mundo se conviertan en el Reino de nuestro Dios y de Su Cristo donde reinará por los siglos de los siglos. Amén”.

*Justo J. Sánchez, SPJ, AICA-USA, analista cultural, se desenvolvió como periodista en Nueva York. Ha sido docente en universidades estadounidenses y en Italia.

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