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La deuda en el Día Internacional de la Mujer

Fotografía cedida por Take Stock donde aparece la activista María Moreno mientras duerme en el asiento trasero del auto
Fotografía cedida por Take Stock donde aparece la activista María Moreno mientras duerme en el asiento trasero del auto camino a una reunión del Comité Organizador de Trabajadores Agrícolas en California. María Moreno organizó a los campesinos del país antes que César Chávez, pero la primera líder sindical latina cayó en el olvido hasta que, 50 años después, la cineasta Laurie Coyle encontró unas fotos suyas y decidió devolver su papel a la memoria colectiva.
(EFE)
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Cuando era niño recuerdo muy bien los comentarios de las vecinas del callejón acerca de mi madre. Decían entre susurros que mi mamá trabajaba como un hombre y pensaban que tal vez lo mejor para ella era que se consiguiera un marido que la mantuviera y se dejara de tanto esfuerzo.

En realidad, mi mamá no trabajaba como un hombre, trabajaba como una mujer hecha y derecha. Como enfermera trabajaba de las 2:30 de la tarde hasta las 8:30 de la noche. Descansaba un poco y revisaba que todo estuviera bien en casa y se preparaba para las guardias nocturnas en los hospitales, que eran mejor pagadas y que ayudaban a completar el gasto. Dormía unas cuantas horas por la mañana, y después seguía en su jornada.

Mi mama no trabajaba como hombre, sino como mujer, como tantas miles de mujeres que dan el alma y el cuerpo para sacar adelante a sus hijos. Todos los días las vemos haciendo sacrificios enormes en las rutas de migrantes, donde se exponen a todo tipo de peligros; las vemos en los talleres de costura, restaurantes, hoteles, en fábricas, acosadas, explotadas y agredidas sexualmente.

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Las vemos en oficinas y en grandes empresas, donde a pesar de su talento, tienen que luchar dos veces más que sus compañeros hombres para demostrar que son tan aptos como ellos, y tienen que sufrir, además, lo indigno de ganar menos, a pesar de realizar un trabajo similar al de sus compañeros.

Las vemos representadas en los medios y en las películas como personajes débiles movidos sólo por las pasiones y las hormonas. Las vemos acosadas, violentadas y en muchos casos asesinadas, como en el caso de México, donde los feminicidios se han disparado, mientras las autoridades hacen caso omiso.

Las mujeres deben tener el derecho a no ser sexualizadas. A caminar seguras por las calles de su ciudad. Deben tener el derecho de decidir sobre su cuerpo. Deben tener las mismas oportunidades laborales y salariales que sus compañeros hombres.

A las mujeres las vemos al frente de numerosos movimientos sindicales. De la lucha en favor del medio ambiente. En los campos de batalla. Las vemos en actos de solidaridad con los desamparados, con los huérfanos, los mas necesitados. Las vemos, cada vez mas afortunadamente, al frente de gobiernos y en posiciones de poder, en empresas y en corporaciones, en las ciencias y en el arte. Pero falta mucho por hacer

Los hombres tenemos la obligación de luchar junto a nuestras madres, esposas, hijas, hermanas, tías, compañeras de trabajo, vecinas. Tenemos que luchar junto a ellas, para construir una sociedad de la que nos sintamos orgullosos todos.

En este Día Internacional de la Mujer recuerdo sin duda a mi madre y a todas las mujeres que me han formado y que me han acompañado en este camino que es la vida. Gracias a todas ellas.

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