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OPINIÓN: La violencia más allá de lo humano: Animales y la guerra contra las drogas en México

Un soldado mexicano monta guardia afuera de una cárcel estatal en Ciudad Juárez
Un soldado mexicano monta guardia afuera de una cárcel estatal en Ciudad Juárez, México, el domingo 1 de enero de 2023. (AP Foto/Christian Chavez)
(Christian Chavez / Associated Press)
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A pesar de que Genaro García Luna, exsecretario de seguridad en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) y uno de los principales implementadores de la llamada “guerra contra las drogas”, fue declarado culpable de tráfico de drogas apenas la semana pasada, mucha gente en México sigue esperando que se le investigue por su papel en la muerte y desaparición forzada de miles de personas.

La tragedia terrible de la pérdida de vidas humana como causa de la violencia cotidiana y espectacular de la fallida estrategia gubernamental contra grupos criminales, también ha propiciado una reconceptualización de la relación entre la violencia y la muerte.

Por ejemplo, en su libro Necromáquina: Cuando morir no es suficiente (2021), la antropóloga Rossana Reguillo considera que en este momento histórico matar y morir ya no es suficiente, y que estamos siendo testigos de cómo nuevas formas de violencia alimentan a la necromáquina, que emerge por la violencia continua y la impunidad.

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Esta maquinaria de la muerte y la violencia que genera se ha extendido más allá de los pobladores humanos de México, y desde hace tiempo ha incluido a animales. En este breve escrito, realizo una pregunta preliminar: ¿de qué manera considerar la relación entre animales y violencia en México nos podría ayudar a entender las causas, discursivas y materiales, de la violencia, no sólo contra animales, sino también contra humanos?

Aunque ya existen numerosos casos de abuso animal relacionado con la violencia multifacética que atraviesa México y que comenzó en el 2006, aquí me gustaría resaltar tres casos. Primero, el caso del mono araña que murió en julio del 2022 en el Estado de México. La muerte de este mono ocurrió en un enfrentamiento armado entre diferentes cuerpos gubernamentales y una organización criminal.

El mono fue encontrado con una chamarra camuflada, un chaleco negro anti-balas y un pañal blanco. Más recientemente, en enero del 2023, un gato Esfinge (una de las razas de gatos más caras) fue encontrado en el Centro de Reinserción Social (CERESO) Estatal 3 de Ciudad Juárez, después de la fuga de varios miembros de la organización criminal Mexicles en un intento de liberar a uno de sus líderes, El Neto. El gato mostraba varios tatuajes, los cuales probablemente se habían realizado sin anestesia. Unas semanas después del hallazgo, el director de Ecología de Ciudad Juárez puso al gato en adopción.

Estos dos ejemplos muestran la manera en que la violencia, generada durante “la guerra contra las drogas”, llega a los animales. En ambos casos se puede apreciar un discurso que enfatiza actos espectaculares de violencia hacia dos animales que podrían ser considerados como exóticos.

Ambos casos y la publicidad que recibieron también muestra cómo ciertos casos de violencia en contra de animales puede volverse más prominente públicamente que la violencia hacia humanos. Sin embargo, esto no necesariamente significa que la gente esté más dispuesta a proteger a los animales en general, y México sigue siendo considerado un país con un alto grado de “abuso animal.”

Lo que resulta importante, en mi opinión, de este fenómeno es la manera en que el maltrato animal llega a ser considerado como más repugnante porque en apariencia atenta, aún de manera más profunda, en contra del tejido social. Esto se vuelve aún más claro cuando las líneas entre el crimen organizado y el gobierno se han vuelto difusas.

Los animales, como lo señala la antropóloga Miriam Ticktin, generalmente son considerados como naturalmente inocentes, haciendo más difícil el proceso de culpar a la víctima, algo que con frecuencia se hace en casos de violencia en contra de humanos. A su vez, la conmoción social que estos casos producen cambia poco, o nada, la vida de los animales y, en ocasiones, puede ser usada para crear medidas punitivias engañosas y que terminan por dañar a la sociedad más de lo que la benefician.

Por ejemplo, algunas asociaciones de protección animal suelen resaltar el vínculo entre el abuso animal y la violencia contra humanos para proponer y promulgar leyes que impongan e incrementen el tiempo en la cárcel a abusadores, a veces incluso proponiendo la prisión preventiva.

El último caso que quisiera resaltar aquí es el de Pay de Limón. Un perro que fue rescatado en el 2011 por la organización de Milagros Caninos en Zacatecas, unos de los estados que más ha sufrido de la violencia de la guerra contra el narco.

Cuando encontraron a Limón en un basurero, estaba mutilado y le tuvieron que amputar sus dos piernas delanteras. Hace poco circuló la noticia de Pay de Limón estaba cerca de convertirse en la “Mascota Favorita de EE.UU” (America’s Favorite Pet).

En la página de America’s Favorite Pet, Pay de Limón es descrito como un “sobreviviente de la crueldad humana”, “un héroe”, un ejemplo de valentía “porque es una prueba directa, brutal y conmovedora de la crueldad de los cárteles”.

La persona que rescató a Pay de Limón, Pay Milagros, comparó su caso con el de aquellos humanos mutilados por organizaciones criminales. Aunque la violencia en el México actual es vista como algo que envuelve tanto a humanos como a animales, las interpretaciones de dicha violencia difieren significativamente y terminan por crear narrativas que ven a ciertos animales específicos como inocentes y dignos de ser visibilizados, sin necesariamente pensar en el abuso animal de manera estructural.

Así que, más que pensar en el famoso vínculo entre abuso animal y violencia en contra de animales, sería útil pensar en la violencia animal como un producto de la infravalorización de la vida dentro de un contexto de impunidad.

*Iván Sandoval-Cervantes trabaja en la Universidad de Nevada Las Vegas (UNLV)

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