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El qué y porque desde Washington: A Trump lo que no lo mata, lo hace más fuerte

Former President Donald Trump sits at the defense table with his defense team in a Manhattan court
El expresidente Donald Trump se sienta en la mesa de defensa con su equipo de defensa en un tribunal de Manhattan, el martes 4 de abril de 2023, en Nueva York.
(Seth Wenig / Associated Press)
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La gran ironía del primer caso legal contra el expresidente Donald Trump es que su destino inmediato está en las manos de un inmigrante latinoamericano.

El juez Juan Manuel Merchán, nació en Colombia. A los seis años emigró a Estados Unidos, empezó siendo fiscal asistente en 1994 y en solo 15 años, en el 2009, ascendió a Juez de la Corte Suprema del estado de Nueva York.

Como la mayoría de los inmigrantes latinos el juez Merchan tuvo que trabajar más duro que los demás, y así, asistió de día a la escuela de derecho en Baruch College en la ciudad de Nueva York, y para sostenerse él y a su carrera, trabajó durante las noches como gerente de un hotelito.

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Por esto que le cuento, lo primero que trataron de intentar los abogados del expresidente era demandar un cambio de plaza para ventilar este caso. La razón que alegan es obvia. El juez siendo un inmigrante latino podría tener fuertes prejuicios en contra de Trump, por las afirmaciones del expresidente en cuanto a que él cree, que todos los inmigrantes latinos son violadores y narcotraficantes.

El primer paso en el juicio

Pero lo que Trump no pudo cambiar, es que antes de conceder o no el cambio de jurisdicción para el juicio, el juez debía emitir un fallo acerca de la legalidad de este caso.

El expresidente enfrenta múltiples cargos pequeños (misdemeanors) por falsificación de registros comerciales, incluido al menos un delito grave (felony), el falsificar esos registros con la intención de defraudar al gobierno de Estados Unidos.

Pero Trump y sus abogados negaron que esas irregularidades existan y denuncian esta investigación como una “estafa”, una “persecución”, una “injusticia”.

Joseph Tacopina, abogado principal defendiendo a Trump, afirmó sin descanso en numerosas entrevistas en la televisión, que desafiaría “muy agresivamente” la validez legal de las acusaciones del gran jurado de Manhattan.

El mismo Trump, en su plataforma de redes sociales, se queja de que el juez Merchan, “LO ODIA”, y lo escribe así, en mayúsculas.

El expresidente que es un manipulador habilísimo sabe que todo es percepción. Que en la aplicación de las leyes contra un acusado en Estados Unidos todo se basa en si existió o no la intención del acusado de cometer el delito.

Entre más dudas Trump ponga en la mente de la gente acerca de la imparcialidad de la investigación, del proceso y del juez, más éxito tendrá en devaluar todo el proceso y sobre todo su resultado.

Este caso está sumergiendo a EE. UU. en aguas legales desconocidas

Trump es el primer expresidente en enfrentar una acusación judicial. Y las implicaciones políticas podrían ser titánicas antes de las elecciones presidenciales del próximo año. Trump ya se postuló para la presidencia del país por tercera vez consecutiva, y cada vez que puede les recuerda a sus seguidores que este caso en su contra es sin duda para impedírselo. Sus seguidores lo creen.

La última frase inventada por Trump es: “No están contra mí, están contra ti. Me quieren eliminar, porque yo les estorbo para que lleguen a ti”. El resultado, millones de dólares en donaciones de campaña, con donaciones promedio de $35 dólares por persona. Sus millones de seguidores siguen creyendo en Trump y siguen creyendo que esta es una farsa política.

¿Qué es un ‘indictment’?

Es una acusación. Es la acción legal iniciada por un fiscal (agente del ministerio público) en contra de una persona física o moral en la que el fiscal está obligado a presentar testigos y evidencia de que un delito está siendo o ha sido cometido. Esta acusación es entonces turnada a lo que, en Estados Unidos, se llama un Gran Jurado.

El Gran Jurado, es un grupo seleccionado al azar de 16 a 23 personas, que sopesa la información, las pruebas y evidencias para luego decidir, si concuerda o no, con el fiscal, que existe una causa probable de que la persona investigada cometió el delito del que el fiscal le acusa. El Gran Jurado vota entonces sobre si debe haber un juicio para determinar la magnitud del delito, y para darle al acusado la oportunidad de presentar pruebas, evidencias y testigos en su defensa. En el caso de Trump la votación fue unánime, todos los miembros del Gran Jurado concluyeron que existen causas para investigarlo más a fondo.

Los grandes jurados se utilizan en casos de delitos graves. Están diseñados para dar voz en los tribunales, a los miembros de la comunidad y a hacerles parte de la responsabilidad sobre cómo se tratan los delitos, en lugar de permitir que los fiscales avancen con los cargos de manera unilateral.

Eso evita que un fiscal actúe en contra de un acusado, usando su autoridad para realizar venganzas personales o políticas. El fiscal lleva el peso de probar los cargos y mientras eso no ocurra, el acusado es considerado inocente.

Por otra parte, en el caso de Trump, sus abogados alegan que en la ciudad de Nueva York y principalmente en Manhattan, existen muchos prejuicios y hasta odio de parte de mucha gente en contra de su cliente, y eso hace imposible que en Manhattan tenga un juicio justo.

Trump no será encarcelado, pero ¿qué tan grave es el delito?

En el estado de Nueva York está prohibido falsificar récords de negocios, pero nadie va a la cárcel por eso, porque esas faltas son administrativas y los castigos son de carácter administrativo también. Por eso, si esto va a un juicio, para el fiscal, lo más difícil será probar que Trump alteró sus récords contables con la ‘intención de cometer un fraude fiscal contra Estados Unidos’. Eso si es un delito grave, con castigos de encarcelamiento. Pero probar intención es muy difícil.

Hay un punto más a considerar, el juez Merchan presidió el juicio contra Allan Wisselberg, el hombre que manejó las finanzas de las empresas Trump por más de 50 años. La corte encontró a Weisselberg culpable de no reportar en sus impuestos compensaciones extras que recibió de las empresas Trump: como el uso de automóviles de lujo, uso de choferes, uso de apartamentos de lujo y hasta pagos de las colegiaturas de sus nietos. El testigo principal en su contra fue su exnuera, ex esposa de su hijo. Los fiscales quisieron exprimir a Weisselberg amenazándolo con enviarlo a la cárcel. Él pudo haberlo evitado, si hubiera revelado si en la organización Trump se alteran los registros contables. Pero Weisselberg se cayó la boca y como los patricios romanos, antes de cometer traición, se tiró sobre su espada y hoy está en la cárcel.

Pero la duda queda, ¿que más saben el fiscal que investigó el caso y el juez que presidió el juicio sobre las prácticas contables de las empresas Trump? ¿Qué más saben que nunca ha salido a la luz? ¿Qué más descubrieron del hombre que manejó el dinero de los Trump por tantos años?

Hay otras tres investigaciones criminales contra el expresidente

La primera, su involucramiento provocando el ataque al Capitolio por parte de sus seguidores el 6 de enero del 2021. Si fuera encontrado culpable podría enfrentar 35 años de prisión y medio millón de dólares en multas.

La segunda investigación, es del Departamento de Justicia, sobre la retención de documentos clasificados por parte de Trump después de que dejó el cargo y la posible obstrucción de los esfuerzos del gobierno para recuperarlos. Difícil que avance, sobre todo, después de que al mismo presidente Joe Biden y al ex vicepresidente de Trump Mike Pence, también se les encontraron documentos secretos que extrajeron de la Casa Blanca.

La tercera, es la más seria y peligrosa de todas las investigaciones para Trump. Es la que hizo concluir a otro Gran Jurado que el expresidente intentó alterar el resultado de las elecciones del 2020. La prueba, una llamada telefónica en la que Trump presionó a Brad Raffensperger, secretario de Estado de Georgia, encargado de vigilar la elección, para que “encontrara” 11,780 votos a su favor. Así podría haber anulado la victoria de Joe Biden que había obtenido 11,779 votos más que Trump. Si fuera encontrado culpable en Georgia, enfrentaría una sentencia máxima de cinco años y una multa de hasta $250,000 dólares.

El mayor castigo potencial que existe es que si Trump resulta convicto de cualquiera de estas investigaciones, eso lo convertiría en un criminal, y eso sí podría impedirle ser candidato presidencial por el resto de su vida.

Faltan 19 meses para las elecciones presidenciales. Si Trump libra estos baches se volverá imparable. Si esta es una venganza política, sus enemigos más que obtener su eliminación, tendrán que considerar cortarse las venas. Porque a través de la vida de Donald Trump ha sido cierto que lo que no lo ha dañado… lo ha hecho más fuerte.

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