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OPINIÓN: ¿Será México la piedrita en el zapato de Biden?

El presidente Joe Biden habla sobre el empleo el viernes 4 de diciembre de 2020 en el teatro The Queen, en Wilmington, Delaware.
El presidente Joe Biden habla sobre el empleo el viernes 4 de diciembre de 2020 en el teatro The Queen, en Wilmington, Delaware.
(ASSOCIATED PRESS)
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Por fin se formalizó que Joe Biden buscará la candidatura presidencial del partido demócrata. En sí, el tema no es novedoso. Casi todos los presidentes en Estados Unidos buscan la reelección y, aunque ha habido casos en los que eso no ocurre como por ejemplo Donald Trump, la mayoría la obtienen.

En esta ocasión el cuestionamiento principal que se hace a Biden es su edad. No tanto para hacer campaña y ganar sino para gobernar. Tendría 86 años al terminar su mandato, parecen demasiados. Con diez años menos, seguiría siendo mayor, pero nadie dudaría de sus capacidades de conclusión de un segundo encargo.

En el muy probable escenario de que Donald Trump, que también es de edad avanzada, se convierta en el candidato republicano, Biden y su equipo consideraron que era la mejor opción para volverle a ganar y no correr los riesgos de un segundo mandato de Trump o de un candidato demócrata menos experimentado que podría perder.

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De hecho, Trump quien es hoy el que está más cerca de la candidatura del partido republicano, según todas encuestas, perdería frente a “sleepy joe” como él lo llamaba y es el único que no podría explotar la mayor debilidad de Biden porque cuatro años de diferencia no son tantos y para muchos votantes Biden se ve incluso más sano.

¿Será México tema relevante en este proceso electoral?

Históricamente, México no ha sido tema en los procesos electorales de Estados Unidos. Las debilidades de la vecindad son conocidas y aceptadas por los votantes y no definen la elección presidencial. En síntesis, se reducen a temas relacionados entre sí, migración, el manejo de la frontera y el ingreso de drogas ilícitas. No hablo de la relación en general en donde hay muchos otros temas importantes como el comercio, las inversiones o el turismo, sino de aquellos que serían relevantes para los votantes.

Así fue hasta Donald Trump quien convirtió a México en tema central de su campaña y posterior gobierno, estableciendo estándares no sostenibles en la relación. De alguna manera Trump convenció a una buena parte de la sociedad estadounidense de que México podría y debería controlar en su territorio a los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos y que el desorden en la frontera, incluido el ingreso de drogas ilícitas son culpa de México que no hace lo suficiente para controlar esos procesos.

Desafortunadamente para México, los migrantes y los residentes fronterizos, el gobierno mexicano, seguramente sin proponérselo y sin darse cuenta, se convirtió en el principal promotor de ese discurso y aceptó recibir en México a los solicitantes de asilo mientras su solicitud es atendida y resuelta y que la tercera parte de los agentes de la recién creada guardia nacional se dedicaran a contener los flujos migratorios. De la mano Marcelo Ebrard y AMLO festejaron la negociación y el sometimiento disfrazado de acuerdo. Como además el número de detenciones de la patrulla fronteriza bajó, más por razones externas que por la subordinación mexicana, la estrategia se consideró un éxito.

Políticamente, el error es garrafal, primeramente por los efectos en México y la inevitable responsabilidad en la muerte de cientos de migrantes al amparo de esa “estrategia”, pero además porque a partir de ese momento, los votantes estadounidenses o una buena parte de ellos, esperan que México se haga cargo del control de los flujos migratorios, el desorden en la frontera y la llegada de drogas ilícitas y si Biden es incapaz de obtener de AMLO lo mismo que Trump, entonces eso jugará en contra de Biden y a favor de Trump en la campaña presidencial.

¿Propiciará esa situación y perspectiva que gane Trump y pierda Biden? No lo creo, esos temas no son tan relevantes comparados con otros que ya han ido apareciendo. Ninguno de los factores mencionados figura entre los cinco más importantes para definir el voto.

Independientemente de quien gane, México no será decisivo. Sin embargo, si se va a convertir en tema de campaña y de manera cíclica en el partido republicano. Si Trump resulta ser el candidato, dirá al votante que Biden no ha sido capaz de contener los flujos migratorios, de ordenar la frontera y de detener la entrada de fentanilo y que él con su amigo AMLOU lo hubiera logrado en muy poco tiempo. Solo recordemos que, en su discurso del Estado de la Unión, que anualmente presenta el presidente al congreso estadounidense, Biden fue interrumpido y abucheado al tocar estos temas. Se le reprochará sin duda que no pudo someter a AMLO como si lo hizo Trump.

Las actitudes de AMLO y su canciller con respecto a Trump y a Biden, no ayudan y jugarán un papel. No se necesita ser especialista en análisis de discurso para saber que AMLO está del lado de Trump y que contrasta cuando se envuelve en la bandera de la soberanía y no intervención frente a Biden y se somete totalmente frente a Donald Trump. Sus reacciones desproporcionadas ante discursos de políticos estadounidenses menores e irrelevantes pueden animar negativamente la campaña electoral en Estados Unidos.

Dicho lo anterior, todos esperamos que no se meta en la campaña electoral estadounidense y que se mantendrá, como hasta ahora, suficientemente ocupado en su propia campaña en México para que su candidato o candidata resulte electo.

En síntesis, México no será un factor decisivo en la campaña electoral estadounidense del próximo año, pero si se puede convertir, como decimos en México, en “una piedrita en el zapato” para Joe Biden.

*El doctor Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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