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Opinión: Las luchas entre Gustavo Petro y los medios de comunicación colombianos agitan el populismo latinoamericano

El presidente colombiano Gustavo Petro, a la derecha, levanta el pulgar mientras se une al presidente de Bolivia, Luis Arce.
El presidente colombiano Gustavo Petro, a la derecha, levanta el pulgar junto a otros presidentes en la Cumbre de la Comunidad Andina en Lima, Perú, el lunes 29 de agosto de 2022.
(Martin Mejia / Associated Press)
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En esta época turbulenta de América Latina, cuando los vientos del populismo y el autoritarismo soplan con fuerza de norte a sur, es cada vez más urgente fortalecer los valores intrínsecos de la democracia. En la vorágine actual, cuando gobiernos regionales tanto de izquierda como de derecha están tomando medidas enérgicas en contra de la libertad de prensa, es obligatorio preguntarse si podemos revertir esta tendencia regional.

Hace unas semanas viajé a Bogotá, la capital de Colombia, como parte de un programa de intercambio promovido por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), con sede en Washington, D.C. En este viaje de estudios visité diferentes medios de comunicación — tanto tradicionales como alternativos —, lo que me permitió conocer el trabajo que realizan y los retos a los que se enfrentan.

En América Latina, la libertad de prensa está sufriendo un progresivo colapso. Solo basta con ver el reciente informe de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), con sede en París. En 2023, según RSF, sólo un puñado de países latinoamericanos, entre ellos Costa Rica, Argentina, Belice, Uruguay y la República Dominicana, figuran entre las 52 naciones donde la prensa no está operando bajo restricciones y ataques significativos.

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En los países donde la democracia se está erosionando, los actores que controlan el Estado imponen sus propias narrativas. Y los periodistas que desafían estas narrativas, que investigan y escrutan críticamente las acciones del gobierno, son considerados enemigos, tal como Donald Trump ha demonizado a los principales medios de comunicación estadounidenses.

Este tipo de entorno hostil provocó que 93 periodistas nicaragüenses se exiliaran solo en 2022, y un total de 178 desde 2018. Trece periodistas guatemaltecos han seguido el mismo camino; el respetado periodista y director del diario independiente El Periódico, José Rubén Zamora, fue condenado a principios de este año a seis años de prisión por supuestos cargos de lavado de dinero que él negó y grupos de derechos humanos denunciaron como fraudulentos. Desde su creación en 1996, este medio había sacado a la luz la corrupción generalizada en Guatemala. Su última edición digital fue el 15 de mayo.

“Los periodistas vivimos en un estado permanente de amenazas e intimidación”, declaró a un medio internacional la periodista guatemalteca Julia Corado.

Durante el mandato de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, se ha denunciado el exilio de más de 10 periodistas. En 2022 se produjeron 125 agresiones contra reporteros salvadoreños, mientras que un periodista comunitario fue encarcelado durante 11 meses, acusado de asociaciones ilícitas, detención que se produjo en el marco del régimen de “emergencia” que Bukele implantó en marzo de 2022. Esas medidas han dado lugar a lo que, según los grupos de derechos humanos, son detenciones arbitrarias y violaciones de los derechos humanos. Más de 70.000 salvadoreños han sido detenidos y encarcelados, entre ellos muchos inocentes, supuestamente por ser miembros de pandillas.

En 2022 fueron asesinados 13 periodistas mexicanos y 7 haitianos, lo que convierte a esas naciones en las más peligrosas para ejercer el periodismo, según el seguimiento realizado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York.

En Colombia, me dijeron durante mi visita, los medios de comunicación se enfrentan a realidades opuestas. En la capital del país prácticamente no hay censura ni amenazas contra los medios de comunicación.

“Aquí la prensa es fuerte, tenemos muy buenos periodistas en todos los medios. La prensa impone su agenda”, me dijo sin rodeos Daniel Pacheco, editor general del sitio digital de noticias La Silla Vacía, al hablar de las condiciones de opresión en El Salvador, Guatemala y Nicaragua.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, a la izquierda, le da la mano al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, a la izquierda, le da la mano al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, mientras posan para los fotógrafos en el Palacio Presidencial de Miraflores, en Caracas, Venezuela, el sábado 7 de enero de 2023. (Foto AP/Matías Delacroix)
(Matias Delacroix / Associated Press)

Sin embargo, los medios de comunicación regionales de Colombia se enfrentan a muchas presiones, según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), con sede en Bogotá. En los últimos cuatro años, la FLIP ha documentado un promedio anual de 200 amenazas contra periodistas, una cifra que no ha dejado de aumentar. En 2022 se registraron 218 amenazas, ocho casos de exilio forzado de periodistas, 20 agresiones físicas, 84 hostigamientos y dos asesinatos de periodistas, ocurridos en los departamentos de Córdoba y Nariño.

Lo que ocurre en el interior del territorio colombiano es alarmante, en medio de las crecientes tensiones entre el presidente de la República, Gustavo Petro, de tendencia izquierdista, y los medios de comunicación nacionales. Nicolás Petro, hijo del presidente colombiano, fue detenido el 29 de julio y acusado de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito, cargos que él niega. Su exesposa, Daysuris Vásquez, también fue detenida. La Fiscalía General de Colombia investigó el caso después de que Vásquez acusara a Nicolás, en una entrevista concedida a una revista, de recibir 1.000 millones de pesos (250.000 dólares) para la campaña presidencial de su padre que no fueron declarados. Los medios colombianos han informado de que los fondos procedían supuestamente del exnarcotraficante Santander Lopesierra y del empresario Alfonso Hilsaca, que presuntamente ha financiado a grupos ilegales y ha estado encarcelado en dos ocasiones.

Dos semanas después, un medio de comunicación informó de que un narcotraficante organizó una celebración para apoyar la candidatura de Petro. El presidente calificó esta investigación, documentada por el periodista Ricardo Calderón, de “calumniosa” e “información falsa” en mensajes que publicó en la red social X, antes llamada Twitter. Calderón es un experimentado periodista de investigación que en los últimos 25 años ha revelado casos de alto perfil como las escuchas ilegales de la policía durante el gobierno de Álvaro Uribe. También informó sobre los privilegios de los militares en el centro de detención de Tolemaida durante el mandato de Juan Manuel Santos, por nombrar algunos.

Al menos algunos colombianos aprueban la agresiva cobertura de los medios. “Es bueno lo que hacen los medios, gracias al trabajo periodístico detuvieron al hijo de Petro”, me dijo una mujer en una tarde fresca en el norte de Bogotá.

Antes de asumir el poder, el 7 de agosto de 2022, Petro empezó a usar Twitter muy activamente para hacer anuncios y emitir posiciones sobre temas de actualidad en Colombia. Pero, como presidente ha utilizado la plataforma social para cuestionar a la prensa. Solo en enero de 2023 hizo cerca de 34 referencias a nueve medios de comunicación diferentes.

“La frecuencia con la que el presidente controvierte a la prensa deja entrever una estrategia para posicionar su narrativa y su agenda en redes. Del mismo modo, pretende sembrar la duda ante la audiencia, sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo”, lamentó la FLIP.

Pedro Viveros, analista político y columnista del diario El Espectador, dijo que el comportamiento de Petro corresponde al de un líder populista.

“Cuando un político es de corte populista, lo primero que hace es meterse con los medios, esa es la forma como ellos garantizan la audiencia; si el presidente se pelea con los medios, su grupo político, su masa de seguidores va a terminar siguiéndole a él”, dijo Viveros en entrevista con medios locales.

En la reunión de los líderes del hemisferio en L.A, centroamericanos expresan su desacuerdo con la política de sus países de origen con banderas, carteles y cantos

Jun. 7, 2022

Abelardo Gómez, profesor universitario y editor general del portal de noticias La Cola de Rata, un medio digital independiente dedicado desde 2011 a investigaciones regionales, dijo que este enfrentamiento entre el presidente y la prensa es una pelea que “dejará muchas víctimas.” Al mismo tiempo, señala que los medios colombianos que están investigando al presidente son los que tradicionalmente han representado los intereses de los grupos económicos más acaudalados.

“¿Por qué ahora sí y hace cinco años no? ¿porque es un presidente de izquierda y está cuestionando de manera abierta a los poderes económicos que son los verdaderos poderes en Colombia?”, me dijo Gómez en una entrevista telefónica. “Petro se está oponiendo a los poderes tradicionales”.

La disputa está perjudicando tanto a la libertad de prensa como al presidente.

También se están utilizando cuentas automatizadas en las redes sociales para atacar a los medios de comunicación colombianos, desplegando publicaciones que parecen estar coordinadas con la coalición de partidos políticos del oficialismo. Durante la semana del 13 al 21 de agosto, etiquetas como #CaracolMiente, #SemanaMiente, #ElColombianoMiente, #RCNMiente y #ElTiempoMiente fueron tendencia en X, Tik Tok, Instagram y VK (Facebook ruso). Estas etiquetas se mencionaron 3,1 millones de veces durante ese periodo, según un monitoreo.

Los ataques políticos a los medios de comunicación encajan con una estrategia para difundir información falsa, afirma Raúl Hinojosa, profesor de Ciencias Políticas de UCLA. Donald Trump y otros líderes populistas han utilizado esa estrategia para condicionar a sus seguidores a aceptar cualquier narrativa que se les cuente.

“Los líderes populistas tratan de romper el diálogo crítico”, dice Hinojosa. “No podemos olvidar que Trump inventó el concepto de ‘fake news’ y lo hizo sabiendo que él es el principal mentiroso”.

A medida que se extiende la desinformación y aumenta el culto a los caudillos, una de las consecuencias es que los ciudadanos se interesan menos por la democracia. En América Latina, según el último informe de Latinobarómetro, sólo el 48% de la población apoya la democracia, lo que supone una reducción del 15% respecto a 2010, cuando el apoyo a la democracia era del 63%.

“Es muy difícil tener una sociedad con una democracia saludable si esa sociedad no goza de libertad de prensa”, afirma Carolina Jiménez, directora de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA). “Me encantaría ver a los presidentes de México, Colombia y Venezuela hablando de la importancia de que la prensa opere en un ambiente libre de violencia y con todas las garantías”.

Esa aspiración es trascendental. En el actual contexto regional, es urgente fortalecer la democracia para no permitir que se creen incubadoras donde se nutran los aprendices de populistas.

Y más que nunca, los periodistas son necesarios para vigilar al poder. Como dijera Javier Darío Restrepo, quien fue profesor de ética periodística en la Fundación Gabo, fundada por el escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, “es deber del periodista proteger a sus lectores o receptores del engaño del poder.”

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