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El nuevo mandato demócrata incluye la ayuda por COVID-19, el rescate del Obamacare y mucho más

Democratic U.S. Senate candidates Jon Ossoff and the Rev. Raphael Warnock in masks do an elbow bump
Los candidatos demócratas al Senado de EE.UU Jon Ossoff, izquierda, y el reverendo Raphael Warnock de Georgia, vistos en un mitin en noviembre.
(Jenny Jarvie/Los Angeles Times)
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Puede que no haya concluido el proceso, pero a juzgar por los resultados en las dos elecciones al Senado de Georgia, hasta el miércoles por la mañana, parece que el partido demócrata recuperará el control de ambas cámaras del Congreso.

El resultado les daría al menos dos años, antes de las elecciones de mitad de período de 2022, para implementar un programa del que han estado hablando durante los cuatro años del presidente Trump, o incluso más.

Esta no será una lista exhaustiva, porque hay demasiadas cosas sobre la mesa para cubrirlas por completo. Además, algunos proyectos importantes como Medicare para todos, así como la ampliación de la Corte Suprema para limitar el poder de su mayoría conservadora, siguen siendo obstáculos difíciles.

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Las medidas que aumentan significativamente el gasto federal también permanecen en duda, ya que requerirían 60 votos en el Senado. Suponiendo que la victoria de Jon Ossoff sobre David Perdue en Georgia esté asegurada, esta institución se dividirá 50-50, con la vicepresidenta Kamala Harris facultada para emitir un voto de desempate.

Eso deja en duda el plan del presidente electo Joe Biden para un gasto sustancial en infraestructura, así como cualquier esfuerzo para derogar los recortes de impuestos de 2017, una dádiva del entonces Congreso republicano a corporaciones y contribuyentes ricos.

La estrecha mayoría de los demócratas podría ser anulada por un solo demócrata conservador. (Los progresistas vigilan con nerviosismo al senador Joe Manchin de Virginia Occidental).

Dicho esto, los últimos resultados parecen poner la agenda legislativa en manos de los demócratas, tanto a través de su control de los comités del Congreso, como de su capacidad, perdida bajo el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell (republicano-Kentucky), para llevar la legislación al piso del Senado.

La oposición republicana a algunas de las personas designadas por Biden, incluida Neera Tanden, para la Oficina de Administración y Presupuesto, y al fiscal general de California, Xavier Becerra, como secretario de Salud y Servicios Humanos, no tendrá peso.

Y luego está el nombramiento de parte del presidente electo de Merrick Garland, el juez de la corte federal de apelaciones, cuya nominación a la Corte Suprema fue infamemente bloqueada por McConnell, como fiscal general. El nombramiento fue anunciado el miércoles.

La herramienta más poderosa colocada en manos demócratas, por el aparente resultado de Georgia, es la Ley de Revisión del Congreso de 1996. La legislación, que fue firmada por el presidente Clinton, permite al Congreso revisar las iniciativas regulatorias que entraron en vigor dentro de los 60 días legislativos antes de un cambio de administración. Las reglas pueden ser anuladas por mayoría simple en ambas cámaras.

Trump utilizó la Ley de Revisión del Congreso para revertir numerosas reglas administrativas de Obama, implementadas antes de la toma de posesión de Trump en enero de 2017, mientras que existía el control mayoritario del Congreso por parte del Partido Republicano.

El marco de tiempo de la ley cubre las acciones de Trump que se remontan a mediados de agosto, y posiblemente hasta mayo, dependiendo de la naturaleza de la regla y de cómo se cuente.

Eso cubriría una serie de retrocesos de las protecciones ambientales llevados a cabo por el actual presidente. Entre ellos se encuentra su flexibilización de la Ley de Política Ambiental Nacional para limitar el escrutinio de la construcción de plantas de energía, ductos y otra infraestructura que tiene impactos ambientales negativos.

Trump, en los últimos meses, también ha continuado su desmantelamiento de la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Sus esfuerzos ahora, bueno, están en riesgo.

Otra iniciativa atroz de su parte, una regla que limita la investigación científica que puede usarse para establecer regulaciones ambientales, se hizo el miércoles pasado. Como hemos escrito, esta norma ha sido descrita por la administración como una forma de promover la “transparencia”, pero en realidad es una dádiva para quienes contaminan. Es probable que sea desechada.

Lamentablemente, otro acto de vandalismo trumpiano, la revocación de los estándares de emisiones de automóviles de la era de Obama, puede estar fuera del alcance de la Ley de Revisión del Congreso (CRA, por sus siglas en inglés), ya que se aprobó en marzo. Esa acción, junto con el esfuerzo de Trump para rescindir la exención que permite a California establecer sus propios estándares de emisiones, está bajo revisión judicial.

Es casi seguro que Biden revoque ambas acciones después de que asuma el cargo como presidente el 20 de enero, como parte de sus ambiciosas políticas de cambio climático.

Evidentemente, también están sujetos a la derogación de la CRA las reglas que flexibilizan las normas laborales, y las pautas de nutrición de comidas escolares.

Ahora en cuanto a las iniciativas demócratas proactivas, en la agenda seguramente se intensificará el apoyo económico por el coronavirus, complementando la medida de ahorro mezquina aprobada en diciembre, que redujo los pagos de asistencia anteriores a la mitad, a $600 por adulto en cheques de estímulo y $300 por semana en beneficios de desempleo mejorados.

Los demócratas pidieron cheques de $2.000 por adulto, una idea que ganó el apoyo de Trump y el apoyo retórico de los candidatos republicanos en Georgia, pero fue bloqueada por McConnell.

Otro interés imperativo implica apuntalar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, corrigiendo fallas latentes e inoculando la ley contra una demanda de los estados republicanos, ahora ante la Corte Suprema, afirmando que la reducción republicana de la pena de mandato individual efectivamente hizo que toda la ley fuera inconstitucional.

Esa demanda podría resultar discutible con una simple enmienda de una línea de la Ley de Cuidados de Salud Asequible (ACA, por sus siglas en inglés) que especifique que las disposiciones de la ley son separables, de modo que la invalidación de una disposición no anula toda la ley.

Las disposiciones de la ACA que exigen reparación incluyen el llamado problema técnico familiar, que hace que los hogares no sean elegibles para los subsidios de primas, si solo un miembro adulto tiene acceso a cobertura médica en el trabajo.

También necesita una actualización la fórmula de subsidio que, como está escrita, corta toda la ayuda si los ingresos del hogar exceden el 400% del límite federal de pobreza ($104.800 este año para una familia de cuatro) incluso en un dólar. Aumentar el subsidio y expandir su alcance en una escala móvil fueron parte de la plataforma de Hillary Clinton en su campaña presidencial de 2016.

La agenda demócrata también debe incluir la Ley DREAM, que se introdujo por primera vez en 2001 para otorgar a los inmigrantes que ingresaron ilegalmente a Estados Unidos como menores el derecho a trabajar, así como un camino hacia la residencia permanente y la ciudadanía.

El hecho de que el Congreso no aprobara la ley condujo al programa DACA de Obama, o Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, el cual ha sido pateado continuamente durante ocho años. La aprobación de la Ley DREAM haría innecesaria la DACA.

Los demócratas también deben tomar medidas para salvaguardar el proceso electoral que se ha visto socavado por la manipulación republicana y la supresión de votantes en todo el sur. Un primer paso apropiado sería la aprobación de la llamada Ley de Promoción de los Derechos Electorales John Lewis, nombrada así por el ícono de los derechos civiles y congresista de Georgia que murió en julio.

La ley suplantaría la disposición de la Ley de Derechos Electorales de 1965, destruida por la decisión del condado de Shelby de 2013 de la Corte Suprema.

Hay muchos más elementos en las listas de deseos demócratas y progresistas, como la eliminación del límite impositivo del Seguro Social, la condición de estado para Puerto Rico y el Distrito de Columbia, por ejemplo. Todos estarán sujetos a debate, pero lo mejor del aparente resultado electoral de Georgia es que ahora serán abordados, no asfixiados en su cuna por McConnell. Ese trabajo comienza ahora.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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