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Cómo planean los republicanos hundir la nominación de Xavier Becerra

California Atty. Gen. Xavier Becerra speaks at a news conference.
Xavier Becerra, considerado por algunos como un tecnócrata seguro para el puesto de secretario de Salud y Servicios Humanos, es visto por el partido republicano como un objetivo ideal.
(Associated Press)
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En una era en la que los legisladores de la oposición usan instintivamente las audiencias de confirmación para obstaculizar nuevas presidencias, descalificando al menos a un nominado al gabinete en los primeros 100 días de cada administración desde que George H.W. Bush asumió su mandato, los republicanos confían en que ya tienen un objetivo perfecto: Xavier Becerra.

El partido republicano está obsesionado con rechazar al elegido del presidente Biden para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, pero no por las fallas personales que suelen condenar a los nominados en la etapa inicial de un gobierno. Son los pecados políticos percibidos de Becerra los que impulsan el intento. Sus credenciales de California no colaboran en un Senado donde los republicanos ya tienen una buena dosis de hostilidad hacia el estado, particularmente después de que Becerra encabezara la presentación de más de 100 demandas contra la administración Trump.

Corrección:

3:58 p.m. feb. 10, 2021An earlier version of this story mischaracterized a legal dispute between California Atty. Gen. Xavier Becerra’s office and a Roman Catholic organization. The Catholic group intervened in a lawsuit Becerra filed against the Trump administration. His office did not sue the group.

El líder de la minoría, Mitch McConnell (R-Kentucky), criticó recientemente al nominado en el recinto del Senado. Llamó a Becerra un “famoso defensor del aborto”, que no está calificado para el puesto. El senador de Oklahoma James Lankford calificó la política de Becerra como “extraña” y acusó al fiscal general de California de “alentar la muerte de niños”. El senador John Thune, de Dakota del Sur, agregó que Becerra pertenece a la “extrema izquierda”.

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Mientras otros nominados de Biden avanzan plácidamente hacia su confirmación, los republicanos maniobran para ralentizar el proceso de Becerra, quien por su parte rechazó las solicitudes de entrevistas. Su caso se construye en reuniones de caucus, en la cámara del Senado y en los medios de comunicación. “Realmente existe un consenso de que Becerra es el peor de los nominados”, expresó un funcionario republicano cercano al senador de Arkansas Tom Cotton, quien lidera el proceso de investigación de los aspirantes. El funcionario habló con franqueza en condición de anonimato. “Nuestros miembros más moderados y también los más conservadores sienten que será difícil detener a cualquiera de estos nominados, pero si hay uno al cual oponerse, ese debería ser Becerra”.

Los partidarios de Biden argumentan que, en Becerra, de 63 años, el presidente encontró al tecnócrata adecuado para el momento: un ejecutivo público experimentado, sin dramatismos e hijo de inmigrantes, que contribuye a cumplir la promesa del mandatario de nombrar un gabinete que refleje la diversidad de EE.UU. Rara vez en su carrera de tres décadas en política Becerra fue señalado como un agitador, o “guerrero cultural”, una etiqueta que los republicanos ahora usan para él, destacando su apoyo a grupos que abogan por los derechos de los inmigrantes y el aborto.

La cautela de Becerra cuando se desempeñó como congresista de alto rango, y luego como el principal policía del estado, hace que algunos liberales californianos lo consideren más como parte del ‘mobiliario’ de gobierno que como un gran logro político.

Sin embargo, los republicanos -que deberían obtener al menos un voto demócrata para bloquear la nominación- confían en que, en medio de las persistentes ansiedades de los votantes por la asistencia médica, Biden exageró al elegir a un veterano defensor de “Medicare para todos” como líder del Departamento de Salud y Servicios Humanos.

Ese activismo persistente de Becerra, su defensa de las órdenes de aislamiento en el hogar dictadas por el gobernador de California, Gavin Newsom, durante la pandemia, e incluso sus donaciones de campaña de parte de grandes compañías de seguros son consideradas por el partido republicano como especiales vulnerabilidades del nominado, mientras los demócratas apenas controlan la Cámara.

Otras cosas que Becerra ha hecho también serán objeto de escrutinio: demandar a una organización católica que se negó a cubrir los anticonceptivos en su plan de salud para empleados. Ayudar a un narcotraficante con conexiones políticas a obtener el indulto de la administración Clinton. Defender la despenalización de la inmigración no autorizada.

Es poco probable que estas cuestiones lleven a los moderados vacilantes a rechazar a Becerra, pero ya están impulsando a la base conservadora y la recaudación de fondos.

Algunos viejos colegas del nominado están desconcertados por la intensidad de la campaña en su contra.

Las 122 demandas que Becerra presentó contra la administración Trump como procurador general de California elevaron su perfil político, pero son vistas entre los líderes estatales como un regalo político, algo que se esperaría de cualquier demócrata en esa oficina durante la era Trump.

“Hay muchos partidarios en Washington”, consideró Charlie Dent, un excongresista republicano de Pensilvania que fue vecino de Becerra en Washington. “Ese no es el estilo de Xavier. No se abre camino a codazos. Sí, está a la izquierda del centro. Pero no es del estilo ‘tómalo o déjalo’”.

A lo largo de gran parte de una carrera política iniciada en el apogeo de las batallas territoriales que acompañaron al aumento de la influencia latina en California, Becerra fue eclipsado por colegas más carismáticos y agresivos.

“Se libraban guerras de poder sobre quiénes serían los hacedores de reyes y quién estaba motivado por qué temas”, dijo el ex presidente de la Asamblea John Pérez (D-Los Ángeles), quien fue voluntario adolescente de la facción liderada por Ed Roybal, fallecido congresista demócrata de Los Ángeles, mientras alimentaba las primeras ambiciones políticas de Becerra. Pero Becerra “nunca estuvo profundamente involucrado en la pelea”, señaló.

Criado en Sacramento por una secretaria que emigró de Guadalajara y un trabajador de la construcción de carreteras que arribó a California desde Tijuana, Becerra ha relatado que llegó a Stanford después de encontrar una solicitud en blanco que un amigo había descartado.

“Siempre estuvo en el lugar correcto en el momento adecuado”, destacó Fernando Guerra, director del Centro para el Estudio de Los Ángeles en la Universidad Loyola Marymount. Ese patrón se desarrolló en su nombramiento como fiscal general de California y su nominación para liderar el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU, puestos que no había buscado de forma agresiva.

Becerra estuvo en el lugar correcto en el momento adecuado cuando Roybal se retiró, en 1992, y su sucesor elegido abandonó la carrera. Ello le permitió entonces, en su primer año en la Asamblea estatal, ganar el escaño en el Congreso con el respaldo de Roybal.

La fortuna volvió a desplegarse cuando Becerra se enfrentó al exilio en la Cámara por desafiar al representante Dan Rostenkowski (D-Illinois), el poderoso jefe del Comité de Medios y Arbitrios, en medio de una disputa migratoria: una acusación de corrupción no vinculada pronto terminó con la carrera política de Rostenkowski, y le abrió el camino para convertirse en el primer latino en el panel.

Fue en ese comité, años después, donde pulió sus credenciales vinculadas con la atención médica. Se unió a un pequeño grupo de legisladores en una habitación frente al piso de la Cámara para reescribir los borradores de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles, ampliamente conocida como Obamacare.

“Fue un socio importante en el análisis de lo que debía contener la ley, y luego en lograr su aprobación”, remarcó el ex representante Sander M. Levin (D-Michigan), quien fue presidente interino de Medios y Arbitrios. “La mayor parte del trabajo se hizo en bajo perfil”.

El acceso a la atención médica ya era un tema clave para Becerra, cuyo distrito del Congreso -que abarca partes del Este de Los Ángeles- era uno de los más afectados económicamente del estado. Se enfocó en temas espinosos sobre la elegibilidad para Medicare y Medicaid, y las necesidades -a menudo en conflicto- de los residentes de bajos ingresos en áreas urbanas versus zonas rurales.

“Era una de esas personas que siempre construía relaciones, ganaba conocimientos, trabajaba duro para lograr las cosas, pero no siempre era el primero en tomar el micrófono”, describió Cybele Bjorklund, quien fue directora de personal demócrata en el subcomité de atención médica de Medios y Arbitrios.

Cuando el entonces gobernador Jerry Brown lo eligió, en 2017, para ocupar el puesto de fiscal general, vacante por la elección de Kamala Harris al Senado, Becerra reforzó su cartera en la atención médica. Su acuerdo antimonopolio por 575 millones de dólares con Sutter Health, acusado de usar su poder de mercado para subir los valores, es señalado por los activistas como un golpe monumental contra la fijación de precios por parte de los conglomerados hospitalarios. Lideró el grupo de estados que defendieron Obamacare del ataque legal por parte de los republicanos. Enfureció a los conservadores religiosos al demandar a una organización sin fines de lucro dirigida por monjas católicas romanas que se negaba a cubrir anticonceptivos en su plan de salud.

Ahora, los operadores republicanos retratan a Becerra como un radical de izquierda que impondrá la medicina socializada, y como un inexperto en temas de salud que será manipulado por las grandes aseguradoras. “Mi problema principal es que [ese funcionario] debe ser alguien con una gran experiencia, que esté dispuesto a enfrentarse a la industria de la salud”, remarcó el senador Mike Braun (republicano de Indiana).

Aunque entre los líderes recientes de Salud y Servicios Humanos hubo exgobernadores sin más experiencia médica que la que posee Becerra, según los republicanos la era de la pandemia exige un médico en el cargo. Según Braun, la “estrechez” de Becerra con la industria de seguros puede ser descalificatoria, y apuntó a contribuciones políticas.

“Los mismos partidarios que lo acusan de querer destruir la industria de seguros de salud con un solo pagador afirman que la industria lo tiene en el bolsillo”, comentó un asesor de Becerra involucrado en el proceso de nominación, que no está autorizado para hablar públicamente del tema. “Estos ataques dispersos, y lógicamente inconsistentes, son desesperados”.

Solo recientemente Medicare para todos se convirtió en el bagaje político más pesado de Becerra. En la era anterior a Trump, cuando los nominados se enfrentaban a un nivel ético más alto, el papel del procurador general de California en ayudar a un narcotraficante a conseguir la liberación de la prisión podría haber dominado su debate de confirmación al cargo. En aquel momento, Becerra se unió a otros políticos del estado para solicitar al presidente Clinton que considerara indultar -lo cual finalmente ocurrió-al traficante de cocaína convicto Carlos Vignali. El pedido se produjo a instancias del padre de Vignali, un individuo con buenas conexiones.

La insistencia de Becerra de que solo indagó sobre el caso no cuadró con las versiones de los empleados de la Casa Blanca, quienes afirmaron que presionó en pos de obtener el perdón para Vignali, a pesar de la objeción del abogado de indultos de la Casa Blanca. El juez federal que había condenado al traficante se mostró indignado.

Becerra se apoyó en los prejuicios raciales del sistema de justicia penal para defender a Vignali. Pero su voluntad de desafiar el sistema tuvo sus límites cuando fue procurador general de California. Los activistas de derechos civiles se sintieron decepcionados por su cautela, incluida su renuencia a investigar la violencia policial contra civiles desarmados.

Los activistas también se sintieron consternados por los constantes intentos del procurador de obstaculizar la divulgación de registros que revelaran el mal proceder de los agentes del orden, incluso después de que se aprobara una nueva ley que ordenaba darlos a conocer.

“La oficina del fiscal general podría haber asumido un papel de liderazgo en esto y alentar a los departamentos de policía a hacer lo que se requería”, afirmó David Snyder, director ejecutivo de la Coalición de la Primera Enmienda, con sede en San Rafael. “Hicieron lo contrario”.

Sin embargo, el enfoque de Becerra en tales asuntos solo puede reforzar la idea de que está más inclinado al compromiso que a las guerras culturales. “Sigo preguntándome por qué alguien como Biden nominó a Becerra, ya que no es muy cercano a él. Jerry Brown también. ¿Qué miraron en él?”, se cuestionó Guerra, del Centro de Estudios de Los Ángeles. “Vieron a alguien que es competente y estable, y que no los avergonzará”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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