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Listos para cambiar de estado, los californianos recorren su principal nuevo destino: Texas

Californians tour homes north of Dallas
Andy Simich y su esposa, Valentina Cáceres -de frente a la cámara- se unen a otros californianos en una visita a Light Farms, al norte de Dallas.
(Molly Hennessy-Fiske / Los Angeles Times)

Más de la mitad de los votantes de California han considerado la posibilidad de mudarse fuera del estado. Muchos de ellos eligen Texas, donde los bajos costos de vivienda vienen con compensaciones.

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Cuando media docena de familias de California llegaron en un autobús estilo limusina para un recorrido diurno por casas suburbanas en venta al norte de Dallas, el sol brillaba pero la temperatura había bajado a menos de 50 grados. Algunos no estaban preparados para el clima más frío y tiritaban con sus sudaderas, chanclas, y uno con una gorra de los Dodgers.

“No sé cuánto habrá que caminar”, afirmó Paul Paone, de 57 años, un abuelo que llevaba chanclas y pantalones cortos.

Los californianos llevan décadas abandonando el Estado Dorado en busca de viviendas más económicas, impuestos más bajos y una forma de vida diferente. Según una encuesta de UC Berkeley realizada para Los Angeles Times el año pasado, más de la mitad de los votantes registrados de California han considerado dejar el estado. A miles de ellos, esa búsqueda los lleva a Texas. California perdió un millón de residentes en otros estados entre 2007 y 2016, aproximadamente el 2.5% de su población total, y Texas fue el destino más popular, según un informe de 2018 de la Oficina del Analista Legislativo del estado. Las principales razones por las que los californianos citaron deseos de marcharse son los altos costos de la vivienda (71%), los impuestos (58%) y la cultura política del estado (46%).

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Californian families leave a bus to tour one of several north Texas homes Saturday
Familias californianas bajan del autobús para recorrer una de varias casas del norte de Texas, el pasado sábado.
(Molly Hennessy-Fiske / Los Angeles Times)

El público que integró la visita del sábado compartía esas preocupaciones, pero también estaba angustiado por lo que implicaría abandonar California.

Una pareja de San Diego, con dos niños pequeños, aún no le había contado a su familia que estaba considerando mudarse, pero su incentivo financiero era claro: él es un infante de marina 100% discapacitado, algo que en Texas significa no pagar impuestos a la propiedad.

Antes de subir a su autobús turístico, organizado por Realtor y Marie Bailey, una ex patriada de California que trabaja casi exclusivamente con quienes se mudan entre los dos estados, las familias se reunieron en el café de la planificada comunidad en Prosper, donde Bailey vive con su familia, Windsong Ranch.

Con sus cabañas privadas junto a la piscina, sus canchas de tenis y su cristalina laguna artificial, el sitio es uno de los desarrollos más caros que recorrerían: entre $400.000 a un millón de dólares por 1.900 a 5.600 pies cuadrados. Su esposo señaló que hace tres años, Toyota trasladó su sede estadounidense desde Torrance a la cercana Plano, y muchos de los trabajadores ahora viven en el área.

“Vamos a ver muchos precios diferentes hoy, así que simplemente recorran todo”, indicó Bailey mientras abordaban el autobús hacia la primera propiedad.

Paone y su esposa ya dejaron el sur de California hace años para trasladarse a Nevada -que, al igual que Texas, no tiene impuestos estatales sobre la renta- pero quieren vivir más cerca de su hijo mayor, Tim Paone, de Hawthorne, quien también estaba en la visita grupal con su esposa y sus dos hijos pequeños. La pareja reconoció que no puede permitirse la compra de una casa en California.

Kathy Paone, de 55 años, notó un letrero decorativo en una propiedad modelo que visitaron: “Todo lo que necesito hoy es un poco de café y mucho de Jesús”.

La noche anterior, Paone se había detenido para dar gracias antes de comer en un restaurante Tex-Mex y, en lugar de sentirse fuera de lugar -como dice que le ocurre en California- se consoló al ver a otros rezando también.

Su hijo no se dio cuenta.

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Dic. 19, 2019

“La política no es tan importante para mí. Lo primordial es el costo de vida, lo estrecho que se está volviendo”, afirmó Tim Paone, de 31 años, desarrollador de software. “Tenemos muchos amigos que están considerando mudarse de Los Ángeles”. De hecho, prometió informar sobre la gira de Texas a otras tres familias amigas que rentan propiedades en Venice.

Bailey se apresuró a notar el precio de una casa estilo rancho, de ladrillo y de 2.800 pies cuadrados, que recorrieron. La propiedad cuenta con cuatro dormitorios y tres baños: $489.000.

“¡Demasiado pequeña!”, bromeó Ashley Bustos, de 30 años, cosmetóloga y madre de dos hijos, quien reside en Fullerton.

“¡Oh! Estábamos pensando que costaría unos $700.000 “, expresó la esposa de un bombero de Valencia, quien pidió no ser identificada porque espera que su esposo pueda mudarse fuera del estado y viajar a su trabajo, tal como otros bomberos han estado haciendo.

“¡Es económica!”, agregó su hermana, quien reside en Palmdale.

Hay una tarifa mensual de asociación de propietarios de $130, pero eso no es nada en comparación con Ladera Ranch, en Mission Viejo, que puede costar cientos al mes, reconoció Bustos.

Más tarde ese día, recorriendo otra casa palaciega con techos de 20 pies, Bustos exclamó: “¡Esto es Ladera, pero con esteroides!”.

Ella y su esposo, Luis Bustos, de 29 años, pintor de automóviles, vinieron a Texas en busca de “libertad médica” -es decir, la libertad de no vacunar a sus dos hijos, de nueve y cuatro años de edad-. El mayor asiste a la escuela pública con una exención religiosa, pero California hizo el proceso más difícil justo cuando están a punto de inscribir al más pequeño para el jardín de infantes.

A Ashley Bustos le preocupa extrañar California y a la extensa familia mexicoamericana de su marido, que se reúne en la casa de la pareja los fines de semana. “Tengo dudas”, reconoció en el autobús. “Mi esposo dice que extrañaremos la playa. Yo le respondo: “¡Cariño, vamos una vez al año!”.

Bustos se identifica como políticamente independiente. En la página de Facebook de Bailey, notó que algunos tejanos despotrican acerca de los recién llegados que intentan “Californiar mi Texas”, pero no le preocupa ser aceptada.

“No cambiaré los colores del estado” a nivel político, reconoció.

En cambio a Andy Simich, de 30 años, el de la gorra de los Dodgers, sí le preocupa. El contratista de defensa y exinfante de Marina es demócrata, al igual que su esposa, Valentina Cáceres, de 28 años, una veterana de la Marina a quien conoció mientras entrenaba en Camp Pendleton. La pareja, que tiene un hijo de cinco años y una hija de casi dos, vivió en Yorba Linda hasta el año pasado, cuando comenzaron a considerar Texas. “La segunda vez que entraron a mi camioneta, comenzamos a hablar del tema”, afirmó.

La familia Loy se dio cuenta rápidamente de que algo andaba mal con su nuevo cachorro, una bolita peluda de color marrón rojizo a la cual bautizaron Penny.

Dic. 19, 2019

En 2017 estuvieron a punto de comprar un condominio en Fullerton, por $500.000, pero el financiamiento fracasó, dijo. Durante la gira del sábado, reconocieron que están contentos de que eso no hubiera funcionado.

“Ahora podemos pagar donde vivimos”, expuso.

Su esposa concordó. “Es mucho más fácil conseguir una casa aquí, y se puede obtener bastante más [por el mismo valor]”, reflexionó. También las escuelas locales, añadió, ofrecen clases de inmersión bilingües (ella es colombiana estadounidense).

De las comunidades que recorrieron, la que más les entusiasmó fue Light Farms, en Celina, con su restaurante con materias primas locales, playas de arena artificial y una casa club diseñada tal como un granero de Pensilvania del siglo XIX. Los costos de las propiedades comienzan en $256.990 dólares, por 1.507 pies cuadrados.

En julio, la pareja se mudó a la casa de un pariente en Granbury, un suburbio de Fort Worth. Andy Simich viaja a su trabajo en California, y planean comprar una casa propia este año. Recientemente, el auto de Valentina, que todavía tiene placas californianas -algo común en el norte de Texas- fue incendiado. No están seguros de quién fue el responsable, pero no dejarán que eso les impida adquirir una casa.

A algunos tejanos les molesta la afluencia de californianos; les preocupa que cambien la cultura conservadora del estado, hagan aumentar los costos de vivienda y empeoren el tránsito. “Me crié en Texas y soy texano desde mi Stetson hasta mis [botas] Tony Lama. Especialmente lo siento en mi corazón. No quiero que me traigan nada de ese desastre de California a mi estado”, escribió Charles Hollingsworth, de Amarillo, en la página de Facebook “Don’t California My Texas” (No californeen mi Texas).

El año pasado, Bailey comenzó a recibir amenazas por ayudar a los californianos a reubicarse. Tejanos enojados llamaban a su casa, publicaban en su página de Facebook y la usaron para crear un meme viral que la acusaba de ser una amenaza terrorista al estilo de vida que tenían. “Algunos piensan que tengo poder sobre quienes se mudan aquí”, expresó Bailey.

En cierto modo, lo tiene. La página de Facebook que inició hace cuatro años, después de mudarse de Seal Beach, tiene más de 15.000 seguidores. La mujer los atrae con historias de cómo ella y su esposo, un ejecutivo de tecnología, cambiaron el que fue su hogar de California, de 1.500 pies cuadrados y 50 años de antigüedad, por una mansión en Texas. Bailey, una libertaria que apoya el aborto y los derechos LGBTQ, agregó reglas a su página de Facebook en contra de discutir sobre el aborto, las vacunas, los insultos contra el gobernador Gavin Newsom y publicaciones de “no californeen mi Texas” (aunque permitió publicaciones de Dodgers/Astros esta semana).

El sábado, su grupo de turistas comía un almuerzo de sándwiches de carne de Dickey’s Barbecue Pit, junto con refrescos y cerveza de Granbury’s Revolver Brewing. Algunos dijeron que ya habían probado Whataburger, y debatían si seguían prefiriendo las de In-N-Out (la opinión estaba dividida).

La gira terminó en un bar de vinos, Destinations, fundado por un oriundo de Sonoma, Eric Harnett, quien se mudó a Texas hace tres años después de que los incendios forestales asolaran el norte de California. Los visitantes lo interrogaron sobre el desastre natural más común que azota históricamente el norte de Texas: los tornados. Harnett minimizó el riesgo. “Los terremotos y los huracanes son destructores de ciudades”, dijo, pero cuando ocurre un tornado, “si está a dos cuadras de distancia, ni siquiera te darías cuenta”.

Los californianos no preguntaron por los terremotos, que aumentaron en el norte de Texas y Oklahoma durante la última década, a medida que las compañías petroleras ampliaron la fractura hidráulica, también conocida como fracking.

Algunos dijeron que echarían de menos las playas de California o la brisa. Harnett reconoció que él también las extraña. Por eso reservó un viaje, el año pasado, a Costa Rica. “Simplemente vuelas hacia un sitio con océano”, señaló Harnett, “porque ahorras suficiente dinero para hacerlo”.

Al final de la gira, cuando el autobús regresó a Windsong Ranch, muchos de los visitantes se habían convencido de la mudanza a Texas. Pero Luis Bustos seguía dudando de abandonar su estado natal. “Aunque muchas cosas están cambiando en California”, le recordó su esposa. Ella ya había organizado otra visita a propiedades al día siguiente.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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