Anuncio

Nuevos ensayos clínicos suscitan temores de que el coronavirus esté aprendiendo a resistir las vacunas

Members of the Tshwane Special Infectious Unit on COVID-19 wearing personal protective equipment pick up a patient.
Los miembros de la Unidad Infecciosa Especial de Tshwane para COVID-19 recogen a un paciente el 15 de enero en Pretoria, Sudáfrica.
(Gallo Images / Getty Images)
Share

Los nuevos datos que muestran que dos vacunas contra COVID-19 son mucho menos efectivas en Sudáfrica que en otros lugares donde se probaron, han aumentado los temores de que el coronavirus esté encontrando rápidamente formas de eludir las herramientas más poderosas del mundo para contenerlo.

La empresa estadounidense Novavax informó esta semana que, aunque su antígeno fue casi un 90% efectivo en los ensayos clínicos realizados en Gran Bretaña, la cifra cayó al 49% en Sudáfrica, y que casi todas las infecciones que analizó la empresa en Sudáfrica involucraron a la variante B.1.351 que surgió allí a fines del año pasado y se ha extendido a Estados Unidos y al menos a otros 30 países.

Johnson & Johnson anunció el viernes que su nueva vacuna fue 72% efectiva contra la prevención de enfermedades moderadas o graves en Estados Unidos, en comparación con 66% en América Latina y 57% en Sudáfrica.

Anuncio

Las pruebas de laboratorio habían sugerido que los antígenos autorizados en Estados Unidos, uno de Pfizer y BioNTech y el de Moderna y los Institutos Nacionales de Salud, desencadenan una respuesta inmune menor ante la variante de Sudáfrica.

Ahora hay evidencia de pruebas en personas de que algunas variantes son menos vulnerables a ciertas vacunas.

“Desde una perspectiva de biología evolutiva, esto es totalmente esperado y anticipado”, señaló el Dr. Michael Mina, epidemiólogo de Harvard. “Pero nunca se siente bien ser validado en algo tan aterrador”.

Los investigadores alguna vez creyeron que tomaría varios meses más o incluso años para que el virus desarrollara resistencia a las vacunas. Dijeron que la rápida evolución es en gran parte el resultado de la propagación descontrolada del virus.

Más de 100 millones de personas se han contagiado en todo el mundo y cada uno de esos casos es una oportunidad para que el virus mute al azar.

Una mutación que da una ventaja al virus (la capacidad de resistir las defensas naturales del cuerpo, por ejemplo) puede convertirse en la base de una variante más fuerte.

Una señal temprana de que este proceso estaba en marcha fue la cantidad significativa de personas que contrajeron COVID-19 por segunda vez. Parecía que el entrenamiento que recibieron sus sistemas inmunológicos durante la primera infección no los protegía de las nuevas versiones del virus.

A los científicos de Moderna y Pfizer-BioNTech les preocupaba que pudiera suceder lo mismo con la inmunidad inducida por sus vacunas. En los laboratorios, tomaron varias versiones del virus y las expusieron a muestras de sangre de un pequeño número de personas que habían sido inoculadas.

Los anticuerpos producidos en respuesta a la vacuna de Moderna fueron igualmente efectivos contra el coronavirus original y la cepa B.1.1.7 que surgió en Reino Unido, pero fueron mucho menos efectivos contra la de Sudáfrica. El antígeno de Pfizer fue un poco menos efectivo contra la variante de Sudáfrica, en comparación con las otras.

Los expertos habían advertido que las pruebas de laboratorio eran un modelo imperfecto para comprender la respuesta inmune en las personas.

Otras partes del sistema inmunológico, como las células T, podrían desempeñar un papel en la lucha contra una variante, incluso cuando los anticuerpos neutralizantes se quedan cortos, informó Marc Lipsitch, epidemiólogo de Harvard.

Es por eso que el ensayo de Novavax, el primero en probar las interacciones entre variantes y vacunas en el mundo real, fue tan preocupante.

“Si las personas que han sido vacunadas se infectan con la variante, esa es la prueba real”, comentó el Dr. Otto Yang, investigador de enfermedades infecciosas en UCLA.

Novavax advirtió que su estudio sobre el caso de Sudáfrica, que incluyó a unos 4.400 pacientes, era demasiado pequeño para ofrecer una medida precisa de la eficacia de la vacuna.

Los resultados de Johnson & Johnson proporcionaron más pruebas de que el problema era grave.

Los expertos dijeron que el desempeño más débil de la vacuna en Sudáfrica, donde se probó en unas 6.500 personas, fue casi con certeza el resultado del predominio de la variante que circula ampliamente allí. Los investigadores creen que es más contagiosa que otras mutaciones y que se ha vuelto más común en ese país y en otros lugares desde que comenzó el ensayo en septiembre.

Los investigadores dijeron que las variantes también eran probablemente las culpables del desempeño deficiente de la vacuna Johnson & Johnson en América Latina, donde se probó en más de 17.000 personas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

Las mutaciones de mayor preocupación se encuentran en la proteína de pico en la superficie del virus porque la producción actual de vacunas entrena al sistema inmunológico para reconocer esa proteína. Las modificaciones allí aumentan la probabilidad de que el virus pase sin ser detectado.

Mina, epidemióloga de Harvard, comparó el proceso con la búsqueda de un criminal memorizando solo la apariencia de su nariz y boca. Al principio, esto puede resultar suficiente. Pero si el delincuente se somete a una operación facial, los investigadores desearán saber también sobre sus ojos, oídos y cabello.

Mina dijo que se necesita un arsenal de vacunas más diverso, empleando una variedad de enfoques.

Mientras tanto, Moderna ha anunciado esfuerzos para desarrollar una vacuna de refuerzo para agregar a su régimen actual de dos inyecciones para defenderse de la variante de Sudáfrica. La compañía también planea probar si una tercera dosis de la fórmula original podría ayudar con otras cepas.

BioNTech, la compañía que trabajó con Pfizer en su antígeno, también está considerando desarrollar una vacuna ajustada.

Estados Unidos informó el jueves sus primeros casos conocidos de la variante de Sudáfrica en dos personas en Carolina del Sur. La cepa de Reino Unido, que se cree que es más contagiosa, también circula aquí.

En una sesión informativa para periodistas el viernes, el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), señaló que la confirmación de que ahora hay más cepas transmisibles en Estados Unidos es una “llamada de atención” que subraya la necesidad de inocular rápidamente a los estadounidenses.

“Vacunar a tantas personas como podamos, a la mayor velocidad posible” es la clave para ralentizar la capacidad del COVID-19 para mutar, expuso. “Los virus no pueden mutar si no pueden replicarse”.

Estados Unidos vacuna a un promedio de 1.2 millones de personas al día, informó la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).

Los expertos dicen que es demasiado lento porque no se sabe qué tipo de variantes avanzadas existirán cuando la campaña de vacunación alcance una masa crítica.

Destacan que este proceso debe ir acompañado de tácticas defensivas, como el uso de cubrebocas y el distanciamiento social, hasta que el número de casos sea insignificante.

“Si cree que simplemente va a salir de esto con las vacunas, será como un juego de atínale al topo”, indicó Susan Butler-Wu, directora de microbiología clínica del Centro Médico del Condado de Los Ángeles-USC.

Una campaña de vacunación eficaz debe extenderse finalmente por todo el mundo. Si apareciera una cepa impresionante el próximo año en, por ejemplo, Brasil, incluso un país completamente inoculado podría estar en peligro.

“Puedes vacunar masivamente a Estados Unidos”, señaló Mina, pero “hasta que se complete en su totalidad la protección, todos seguiremos en riesgo”.

Fauci pidió reforzar la capacidad del gobierno para detectar nuevas mutaciones virales. Los esfuerzos de secuenciación genética se han fragmentado, dependiendo de académicos y otros grupos para reportar voluntariamente sus hallazgos. Estados Unidos secuencia solo el 1% de los millones de muestras positivas recolectadas durante las pruebas rutinarias de coronavirus.

“Estamos alumbrando con una linterna en la oscuridad, con la esperanza de detectar variantes peligrosas”, comentó Anne Rimoin, epidemióloga de UCLA. “Lo que realmente tenemos que hacer es encender las luces”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Anuncio