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OPINIÓN: Los seleccionados mexicanos deberían recordar de donde vienen y cuánto ganan

Aficionados mexicanos en Qatar al conocer la eliminación del Tri.
(AP)
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Se me olvidó que me gustabas tanto.

La Garfield

México tiene alrededor de 130.5 millones de habitantes en todo el país, imagínate que un 80 % de esos habitantes encienden sus pantallas para verte jugar; muchos de ellos visten el jersey verde con tu número y tu apellido en la espalda, la mayoría son niños, nuestros niños, que batallan todos los días para seguir tus pasos, a pesar de la inclemente economía, los pocos espacios para hacer deporte, el nulo apoyo y una muy pobre alimentación, aún así, muchos de ellos seguirán jugando todos los días, al borde del desmayo, sin saber que nunca, jamás, portaran un jersey como el tuyo en un mundial y ni siquiera en un partido infraoficial, por lo que sólo les quedan los llanos y las hieleras de cerveza donde al final, habrán de perderse.

Es la realidad, pero tú no puedes verla porque estás recibiendo un masaje en tu hotel de cinco estrellas tras habértela jugado en una sola atajada de penalti. No pasa nada, tú te haces más viejo y la afición también; lo sueños no perdurarán para siempre.

¿Sabes de la cantidad de merchandising que tuvo que ser botada a mitad de su distribución?, ¿todos los artesanos que pusieron su empeño, sudor y esperanzas en sus piezas?, ¿las fondas, los restaurantes, los bares y sus parroquianos que tendrán que tragarse ese trago más amargo con la hiel de la derrota?, ¿los ancianos que tenían el anhelo de ver ganar a “su” selección antes de morir?, ¿los aficionados que viajaron a Qatar y que gastaron inmensas cantidades de dinero que no tenían para pagar equipaje extra y poder apoyarte con porras y cielitos lindos?... Pero son los pequeños los que deberían de romperte el corazón; no te quejes luego por qué quieren salir a la cancha de la mano de un Messi, y no de la tuya. Los verdaderos héroes no tienen nacionalidad, tienen valores.

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A mí, a quien esto escribe, pido por favor que me alejen de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños. Respetos míos para Lionel al tomar en sus brazos al hijo de Andrés Guardado y vergüenza para el mexicano, quien no supo ser el héroe de su propia semilla.

¿La culpa es de los profesores sin vocación o de los futbolistas ídem?, desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas, ¿por qué?, es una concepción que carece de toda grandeza. No todos somos estoicos e impasibles, al menos procuramos ser resignados (no nos queda de otra), debemos ser pacientes, sufridos y sumisos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversidad; y aquí seguimos, hasta que llegue otro director técnico extranjero y otra vanidosa lista de seleccionados.

¿Qué es lo que hace que una selección se desempeñe de esa deplorable manera?: EL MIEDO (miedo al éxito, dirán por ahí). Lo único que los detiene es el miedo, sin el miedo lograrían hacer lo que quisieran, pero librarse de él no es nada fácil, claro, cuando te importan más los sponsors que tu propia afición. Tu afición no te da nada, Nike paga tus cuentas. Te importan más tus sponsors porque vives en el mundo equivocado, un mundo que “juzga” a las personas todo el tiempo, una Matrix que se toma las cosas muy enserio y lo único que importa es la apariencia y no la realidad.

Pero eso es falso, lo único cierto de tu fantasía es que el juez que más pesa en la toma de tus decisiones eres tú mismo. Ahora te toca bajarte ese balón. Y aún así, ninguna decisión será definitiva.

Quiero decirte hoy una cosa, seleccionado mexicano, ganar se vuelve algo subjetivo para quien sabe que dio lo mejor de sí mismo, pero saber perder no quita el derecho a expresar el dolor por haber perdido, porque el sufrimiento es uno de los sentimientos más básicos del ser humano y lo único que puede derrotar al ser humano es perderse a sí mismo.

¡Ahí se los dejo!

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