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Los videojuegos, ¿son malos para los niños? Los expertos consideran que no tanto

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El 47% de los hombres y el 39% de las mujeres afirmaron que a menudo o a veces juegan videojuegos.

Pregunte a cualquier padre cómo se siente sobre los videojuegos de sus hijos y seguramente escuchará intranquilidad acerca de las muchas horas transcurridas en un mundo virtual, y la posibilidad de un comportamiento antisocial, o incluso violento. Pero, ¿estas preocupaciones son válidas?

Mi hijo adolescente es un gran jugador, y me he preguntado mucho cuán proactivo debería ser para monitorear una actividad que, claramente, le apasiona. La investigación sobre el tema abunda y varía, desde aquellos que sostienen que los juegos son una parte benigna del estilo de vida de los jóvenes, hasta quienes lo ven como una puerta de entrada a la próxima tragedia de Columbine.

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La industria de videojuegos en los Estados Unidos generó más de $30 mil millones en ingresos el año pasado, según datos de la Entertainment Software Association y NPD Group. Dos tercios de los hogares del país tienen al menos un miembro que juega tres o más horas a la semana.

En un seminario reciente sobre videojuegos realizado en UC Irvine, Constance Steinkuehler, profesora de informática en la universidad y presidenta de Higher Education Video Game Alliance, enfatizó que la mayoría de los investigadores adoptan la idea de que “jugar es bueno”. También reconoció que los videojuegos, al igual que los teléfonos inteligentes, las redes sociales y otras tecnologías modernas, pueden tener propiedades adictivas.

Hablé con Steinkuehler esta semana y me dijo que “hay mucha confusión y mucho miedo” entre los padres sobre cómo deben responder a un interés que está consumiendo la cotidianidad de sus hijos. “Las vidas de nuestros hijos están estructuradas de manera muy diferente a la nuestra”, expuso. “Muchos niños pasan más tiempo con los juegos que con las tareas escolares”.

Sí, los juegos pueden ser adictivos en algunos casos, consideró. Pero por otro lado, no hay evidencia significativa de que conduzcan a un comportamiento aborrecible o violento. Los niños están tan estresados como los adultos, observó Steinkuhler. Sus vidas están muy estructuradas y, a menudo, se los presiona para tener éxito. “El juego es una manera de desahogarse”, prosiguió. “Es una forma de ocio. Y el único medio que convierte el tiempo de pantalla en tiempo de actividad”.

Al principio, intentamos abordar el interés emergente de nuestro hijo por los videojuegos condicionándolo a usar juegos y sistemas con un componente educativo. LeapFrog fue nuestra plataforma de elección.

Pero él rápidamente superó todo lo ofrecido allí, por lo cual pasamos a la consola Wii de Nintendo, que ofrecía juegos más familiares y un componente físico gracias a sus controles basados en movimientos. Mi hijo y yo jugamos al ping-pong virtual y al golf Frisbee, y volamos en aviones digitales por la isla Wii Resort.

Eventualmente, junto con mi esposa notamos que él programaba citas para jugar en las casas de amigos que tenían Xbox y juegos cargados de adrenalina, al estilo matar-o-morir, como “Call of Duty”. Así que compramos una consola Xbox para que jugaran también en casa.

Ahora, nuestro hijo ya no juega con consolas. Lo hace en línea, a través de una computadora portátil, mediante la cual se une a amigos y extraños de todo el mundo, en partidos veloces de “League of Legends” y “Brawlhalla”.

También juega en torneos online. Habla de unirse a un equipo, ser patrocinado o incluso de ser un profesional del tema (los mejores jugadores pueden ganar hasta seis cifras).

En las noches de la semana escolar, juega quizás unas horas después de terminar su tarea. Los fines de semana, puede hacerlo durante cinco, seis, siete horas.

Es una conducta muy social. Él usa auriculares y micrófono, y bromea todo el tiempo con sus compañeros de equipo. Así que soy reacio a decir que sólo porque ésta no es la forma en la que yo jugaba a Dungeons and Dragons cuando tenía su edad -cara a cara con los demás, todos sentados alrededor de una mesa- no es un comportamiento saludable.

¿Pero, no es un poco nocivo?

“Los padres siempre deben estar atentos al comportamiento obsesivo”, aseveró Scot Osterweil, director creativo del Education Arcade de MIT, un programa que promueve el juego en entornos educativos. “Y demasiado tiempo frente a una pantalla en general es malo, para todos nosotros”.

Sin embargo, se mostró de acuerdo con Steinkuehler en que no hay mucha evidencia que respalde las teorías de que los videojuegos, particularmente aquellos violentos, fomentan tendencias antisociales o agresivas en los jóvenes.

Osterweil observó que los delitos violentos en los Estados Unidos disminuyeron en las tres décadas de existencia de los videojuegos. En 1991 hubo casi 25,000 asesinatos en los Estados Unidos, un récord histórico. El año pasado se registraron 17.250. “Si hubiera una correlación entre los videojuegos y la violencia, deberíamos verlo”, expuso.

Los padres, señaló, necesitan mirar más allá del simple hecho de que su hijo disfruta de los juegos virtuales. ¿Qué niño corre más riesgo de un comportamiento antisocial -preguntó Osterweil- el que pasa seis horas jugando estos juegos con sus amigos, o el que está seis horas solo en la habitación practicando el violín? “En la mayoría de los videojuegos, se desafía a los chicos a hacer cosas difíciles para dominar el mecanismo”, consideró. “Eso no es malo y podría estar desarrollando habilidades que se extenderán más allá del juego”.

Mi esposa y yo fomentamos la moderación en los juegos de nuestro hijo, aunque no siempre tenemos éxito. Estamos atentos a las señales de problemas, pero también queremos darle libertad, y que aprenda de sus propios logros y errores.

Magy Seif El-Nasr, directora del Programa de Diseño de Juegos de la Universidad Northeastern, afirmó que los padres deberían esforzarse por aprender sobre los juegos que usan sus hijos, y unirse a ellos en un partido o dos.

“Convertirla en una actividad de unión”, dijo. “Eso permite pasar tiempo con los hijos y hablar con ellos”.

Se trata de un buen consejo, pero no es fácil. Intenté jugar a “Call of Duty” y rápidamente comprobé que no tengo habilidades para navegar por el terreno virtual y luchar contra otros. Ahora me limito a ver a mi hijo jugar y discutir las estrategias que emplea. Sigo presionándolo para que lea más, y trato de hallar libros que atrapen su imaginación (gracias, Ernest Cline, por “Ready Player One”).

También le pido a mi hijo que deje la computadora de vez en cuando y juegue al ajedrez conmigo (algo en lo cual soy bastante bueno). Es un jugador agresivo, con una gran mente para el pensamiento espacial y táctico, capacidades que sin duda trabajarán a su favor en los próximos años.

No es difícil entender de dónde obtiene esas habilidades.

Él me gana casi todo el tiempo.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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