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En la L.A del futuro quizás no sean necesarios los autos, ni seguros, ni estacionamientos

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Miras por la ventana y hay un huerto donde solía estar la entrada del coche hacia tu casa. No pagas facturas de seguro porque no tienes automóvil, pero puedes viajar a cualquier lugar, en cualquier momento.

Todo lo que haces es tocar una aplicación y un vehículo eléctrico sin conductor se detiene y te lleva al supermercado, a la playa, a la parada del autobús o del tren. En lugar de golpear el volante y maldecir el tráfico, lees un libro, adelantas trabajo o tomas una siesta, y el aire está más limpio que en décadas.

Lamentablemente, no vivimos en esa ciudad.

Claro, es una exageración. Pero si uno entrecierra los ojos lo suficiente mientras lee el plan de sostenibilidad de L.A que el alcalde, Eric Garcetti, lanzó el pasado lunes, puede ver los atisbos, aún muy lejos, de una nueva realidad. Es una ciudad de Los Ángeles donde manejamos menos, la mayoría de los vehículos -incluidos autobuses y trenes- son eléctricos o utilizan combustible de cero emisiones, los edificios nuevos son más eficientes en cuanto al consumo de energía y vivimos en un centro internacional de innovación y empleos ecológicos.

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Estas no son ideas nuevas, ni objetivos fáciles de alcanzar, y no apostaría ni un plátano magullado a la idea de que veré un alivio significativo del tráfico en mi vida. Además, el costo de este plan estratosférico incluye algunos sacrificios personales -como el peaje anticongestión, por ejemplo- para conducir al centro de la ciudad o al lado oeste. Y resta esperar que los conductores y taxistas de hoy en día encuentren nuevos trabajos cuando los suyos queden obsoletos.

Pero cuando se trata de las pesadillas del tráfico, el aire insalubre, el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos vinculados a las emisiones de carbono, sólo los imbéciles -entre ellos la gente que dirige la nación- mantendrían el rumbo actual.

Ninguna ciudad tiene un incentivo mayor para liderar el camino que la capital de la cultura del automóvil. “Me mudé aquí después de estar en la Universidad de Cornell durante 10 años, precisamente para... crear un nuevo centro de soluciones de sostenibilidad”, afirmó Antonio Bento, de USC. También habló sobre un tipo diferente de estancamiento -el de la política federal- y dijo que “el costo de no hacer nada continúa aumentando en nuestra región”, donde el calor extremo y los incendios forestales han sido más frecuentes, al igual que las lluvias anormales.

Según Garcetti, habrá vehículos eléctricos autónomos para compartir viajes en 2021. Él imagina que la mayoría de las personas usarán automóviles sin conductor exclusivamente en 20 o 30 años. Hay muchas conjeturas al respecto, la expectativa de que se solucionarán los problemas técnicos y la suposición de que el público amante de los automóviles se contentará con entregar las llaves.

Esa última parte no es un problema para mí. A pesar de ser un nativo de California, me falta el gen que hace que cualquier vehículo parezca diferente a otro, por lo cual podría ser perfectamente feliz sin poseer un automóvil, siempre y cuando supiera dónde colocar toda la basura inútil que ahora está almacenada en el baúl del mío.

Le pregunté al alcalde si podíamos hablar sobre su plan en un auto sin conductor, y él está tratando de organizarlo. Los mantendré informados al respecto.

A Bento le gustaría ver una ciudad de Los Ángeles donde el transporte público sea más accesible y los vehículos eléctricos para compartir viajes satisfagan la necesidad total de cualquier persona, hacia y desde una estación de tránsito. El centro angelino no necesitaría todos los estacionamientos que tiene ahora, expuso, y por ende el terreno se podría utilizar mejor y los vehículos sin conductor permanecerían en las afueras y nos vendrían a buscar cuando estemos listos.

Me sugirió que también llamara al alcalde de Beverly Hills, John Mirisch, quien durante mucho tiempo abogó por una flota de vehículos autónomos, incluidos los shuttles o servicios de traslados, que harán que la ciudad sea más accesible para los adultos mayores que ya no conducen.

“No son castillos en el aire”, consideró Mirisch, quien espera elaborar un programa piloto con un fabricante de vehículos autónomos. En el mejor de los casos, explicó, una flota autónoma podría desplegar vehículos adicionales -tanto grandes como pequeños- a pedido. Dada la capacidad de trasladar a más personas a más lugares, un buen sistema podría tener impacto en el diseño urbano y los vehículos estarían equipados con sensores que informarían electrónicamente de los baches y otros peligros a los departamentos de servicio de la ciudad.

Subir a bordo de un vehículo sin conductor -ya sea compartido o propio- podría ser, comprensiblemente, un poco aterrador para algunos. Hubo accidentes con prototipos y se teme que alguien pueda piratear los controles o que los autos puedan encontrar condiciones ante las cuales no puedan responder adecuadamente.

Pero, ¿las cosas realmente empeorarían más de lo que ya están con los humanos al mando? más personas mueren por accidentes automovilísticos que por la violencia con armas de fuego en EE.UU -aproximadamente 40.000 decesos al año-. Las distracciones en las rutas representan un porcentaje cada vez mayor de esta cifra. Independientemente de lo que se piense acerca de los autos sin conductor, ellos no buscarán en Google el Starbucks más cercano en lugar de mirar la carretera.

Deambulé por Beverly Hills el pasado martes, preguntándole a la gente si le darían una oportunidad a los vehículos autónomos; las respuestas fueron variadas.

“Tengo mis objeciones”, confesó Asher Waxman, una persona mayor que trabaja en el mostrador de información en la Biblioteca de Beverly Hills.

“No estoy seguro”, expuso Jerry Baruch.

Baruch y su esposa, Evelyn, ambos en sus 80 años, dijeron que podrían estar más dispuestos a probar los autos sin conductor una vez que sean productos probados. Jerry, quien sigue conduciendo ahora, reconoció que no le queda mucho tiempo detrás del volante, por lo cual una alternativa confiable sería bienvenida.

Eliza, una estudiante universitaria de 23 años de edad, aseguró que no hay manera de que se suba a un auto sin conductor. A ella le gusta conducir, remarcó, y no quiere asumir ningún riesgo.

Perdón por dar esta noticia, pero cada viaje conlleva un riesgo. Paso mucho tiempo a diario en la carretera y veo tantos conductores distraídos y pésimos, que estoy listo para apostar por los robots.

Dante Ayala, de 22 años, coincide en eso. Lo vi patinando con un delantal y su corbata al viento. El muchacho relató que se dirigía a trabajar de camarero y que por lo general aparca a varias cuadras de distancia para evitar los estacionometros; luego patina el resto del camino.

Le pregunté qué pensaba sobre la ciudad de Los Ángeles del futuro, en la cual podría deshacerse de su auto, el pago, el seguro y sólo abrir una aplicación en su teléfono para llamar a un vehículo sin conductor y libre de emisiones tóxicas, que lo llevaría a cualquier lugar deseado. Pensó en ello un momento antes de decir que sí categóricamente y que le parece una forma segura de viajar. Y como él mismo dijo: “¡Eso es absolutamente genial!”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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