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Tras la muerte de un bebé, la llamada al 911 del ex decano de la USC despierta interés en los detectives

A newborn baby’s death in Altadena last year sparked an investigation by L.A. County sheriff’s investigators.

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El deceso de un bebé recién nacido en Altadena, el año pasado, provocó una investigación por parte del sheriff del condado de Los Ángeles.

El hombre que pidió una ambulancia a un apartamento de Altadena el otoño pasado tenía el trato tranquilo y directo de alguien familiarizado con las emergencias de salud. “Bebé que no respira”, afirmó el Dr. Carmen Puliafito, exdecano de la facultad de medicina de la USC, a un operador del 911 poco después del amanecer del 5 de octubre.

“¿Está allí en el lugar en este momento?”, preguntó el operador telefónico.

“No”, respondió el doctor. “Mi amiga está allí”.

La ambulancia llegó en cuatro minutos, pero el niño -de tres semanas de vida- estaba tan lejos ya de poder ser salvado que los paramédicos no lo llevaron al hospital; ni siquiera intentaron la reanimación cardiopulmonar.

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La muerte del infante, Boaz Franko, es objeto ahora de una investigación en curso por parte del departamento del sheriff del condado de Los Ángeles. Los detectives están trabajando para determinar si el niño murió por causas naturales, debido a un accidente o como resultado de un delito. Los investigadores entrevistaron a los padres del pequeño, un narcotraficante acusado y una modelo de desnudos que tuvieron problemas de adicciones y cuyas vidas problemáticas se enredaron con la de Puliafito en los últimos años.

El comandante del sheriff Steven D. Katz declaró que los investigadores no consideran a Puliafito como sospechoso, sino como un posible “testigo o informante”. Aunque han intentado entrevistarlo sobre la muerte del pequeño, él se ha negado a través de un abogado, precisó Katz. “Es alguien que tiene el potencial de proporcionar cierta información sobre las partes involucradas en esta investigación”, dijo.

Custodia judicial, pruebas de toxicología

El comandante adelantó que los investigadores han recibido ya los resultados de las pruebas de toxicología, pero se negó a revelarlos. Recientemente se impuso la llamada “custodia judicial” sobre el caso en la oficina forense del condado de L.A., impidiendo así la divulgación de los hallazgos de la autopsia u otra información.

Cualquiera sea el resultado de su investigación, el fallecimiento del niño muestra cómo Puliafito siguió teniendo contacto cercano con jóvenes adictos más allá del colapso de su otrora ilustre carrera.

El exdecano pagaba el alquiler y otros gastos en el apartamento donde el bebé murió y era un visitante frecuente allí, de acuerdo con el propietario y otras personas que fueron a la propiedad. Puliafito no es el padre del niño, señalaron las autoridades, pero él y la madre del pequeño, Dora Yoder, de 27 años, mantuvieron una relación por años. Ese contacto afectaba tanto a la familia de la joven que sus padres acudieron al departamento del sheriff en 2016 para expresar su alarma sobre la influencia de Puliafito en ella.

El exdecano se negó a comentar. En una carta, su abogado, Timothy D. Reuben, acusó a The Times de sensacionalizar la muerte del niño: “Vuestro esfuerzo infundado para conectar de alguna manera al Dr. Puliafito con esta tragedia solo porque el LA Times lo ha atacado en el pasado es completamente infundado y francamente repugnante”.

A los 67 años, con dos títulos de Harvard y una reputación internacional en oftalmología, Puliafito comenzó a usar metanfetamina con un círculo de prostitutas y delincuentes, mientras se desempeñaba como decano de la Escuela de Medicina Keck de la USC, tal como The Times reveló el verano pasado. Ese estilo de vida continuó incluso después de que una mujer de 21 años sufriera una sobredosis en su habitación de hotel y fuera despedido de su rol de decano.

Sus jóvenes asociados declararon a The Times, y luego a los investigadores estatales, que Puliafito proporcionaba drogas a jóvenes adictos pobres en el grupo, incluido un adolescente, y que repetidamente contrabandeaba sustancias a amigos que se encontraban en rehabilitación.

En una audiencia realizada en octubre pasado para intentar la revocación o suspensión de la licencia del oftalmólogo, la Junta Médica de California resumió las denuncias de que Puliafito había proporcionado drogas a tres personas. Después, el propio galeno entregó voluntariamente dicha licencia.

Yoder y el padre del bebé, Ariel Franko, de 27 años, no estaban entre los mencionados en la presentación del consejo médico, pero formaban parte de la camarilla de Puliafito, según entrevistas, fotos y videos del grupo.

Criada bajo la religión Amish, en Pensilvania, Yoder se mudó a Los Ángeles a los 17 años, según sus parientes. Allí incursionó en el mundo del estilismo y el modelado, y comenzó un sitio web donde ofrece impresiones artísticas de sí misma en distintos estados de desnudez. Su hermana, Miriam Jones, vivía con ella cuando se mudó a Nueva York y afirmó que Yoder se inició en las drogas gracias a la escena de los clubes de Hollywood.

Yoder no respondió a los mensajes que solicitaban sus comentarios para este artículo. Una docena de personas familiarizadas con su relación con Puliafito hablaron con The Times; la mayoría pidieron hacerlo en condición de anonimato.

La joven comenzó a salir con Franko, quien creció en Sherman Oaks, hace varios años, precisaron amigos y parientes. Los antecedentes penales del chico incluyen una condena por robo accesorio y dos casos pendientes por venta de narcóticos. Ha estado en rehabilitación por lo menos dos veces por adicción a la heroína, de acuerdo con los registros judiciales. La policía en Sherman Oaks lo arrestó el año pasado en un automóvil con heroína y otras sustancias, una báscula y bolsas de plástico.

Franko está en la Cárcel del Condado de L.A., en espera de juicio. Tampoco él respondió a una solicitud de entrevista.

Yoder y Franko se cruzaron en los últimos años con Puliafito. Pronto comenzaron a salir de fiesta con él y otros miembros de su círculo. Fotos tomadas por el grupo durante un viaje a Las Vegas, en 2015, muestran a Yoder y Franko levantando vasos con el médico en una habitación de hotel. Una pipa, un encendedor de butano y una botella de crema batida están alineados en una mesa de café.

Ese año, Yoder acompañó al entonces decano Puliafito a la fiesta de Navidad de la facultad de medicina de la USC, organizada en un espacio para eventos en el centro de la ciudad. Ambos posaron abrazados en fotos revisadas por The Times.

Sarah Warren, la joven que sufrió una sobredosis el año pasado en una habitación que Puliafito había rentado, aparece también en fotos con Franko, Yoder y el exdecano. Warren afirmó haber usado drogas con los tres durante más de un año entre 2015 y 2016, y fue testigo de que Puliafito le suministró heroína a Yoder en numerosas ocasiones. “Ella necesitaba la heroína, y Carmen pagaba la cuenta por todo”, afirmó Warren, quien recuperó su sobriedad en un programa residencial de tratamiento contra las adicciones. “Él era su proveedor de drogas”.

Yoder intentó desintoxicarse en 2015, pero dejó la rehabilitación antes de completar el programa, de acuerdo con Jones, Warren y otras personas que hablaron bajo condición de anonimato.

Al año siguiente, Yoder le confió a una sobrina adolescente que nuevamente estaba consumiendo heroína. Dezaree Jones, quien entonces tenía 17 años, manifestó que durante esa conversación, en marzo de 2016, en la entrada de su apartamento, Yoder dijo que Puliafito era su proveedor de heroína. “Ella dijo que nunca pagó por sus drogas y que él las proporcionaba”, recordó Jones.

Otras tres personas que hablaron con The Times bajo condición de anonimato destacaron que el exdecano le proporcionaba a Yoder drogas o dinero para comprar drogas. En una carta dirigida al Times esta semana, el letrado de Puliafito no abordó específicamente las denuncias de que el médico suministraba sustancias a Yoder, pero escribió que muchas de las “afirmaciones” del periódico eran “probablemente falsas”.

La alarma del padre

La relación preocupó a la familia de Yoder. En agosto de 2016, el padre de la joven llamó a la estación del sheriff en Altadena desde su hogar, en Missouri, para informar sobre su desaparición y transmitir sospechas sobre la influencia de Puliafito. “Se sabe que mi hija consume drogas y está involucrada con un médico que también es conocido por consumirlas”, le dijo Menno Yoder a un agente, de acuerdo con una grabación de la llamada telefónica obtenida a través de una solicitud de registros públicos.

El oftalmólogo no es mencionado por su nombre en la grabación redactada, pero una fuente que habló bajo condición de anonimato confirmó que era el “oculista” al que se hacía referencia en la llamada. “Le da dinero a mi hija y él paga el alquiler y paga por todo eso”, agregó.

Dora Yoder finalmente fue hallada en el Hotel Westin, en Pasadena. Los agentes no continuaron con la investigación.

Al día siguiente, fue arrestada bajo sospechas de hurto. Un oficial de policía notó que tenía marcas visibles y llevaba una reserva ilegal de Suboxone, un medicamento sustituto de la heroína que es recetado a los adictos. Después de que la joven no se presentara a su cita en la corte, un juez emitió una orden de arresto contra ella, que sigue vigente.

Yoder supo que estaba embarazada a principios del año pasado y se sorprendió, afirmó Jones. Entonces asistió a un programa de desintoxicación para dejar la heroína y luego pasó varias semanas descansando en la casa de sus padres en Missouri, según numerosos parientes.

Durante ese período, Puliafito respondió a un anuncio de Craigslist para un apartamento de dos habitaciones en Lake Avenue, Altadena. Estaba a poca distancia de su mansión de Pasadena, de ocho habitaciones. El dueño de la propiedad, Angel Rizo, destacó que el médico fue sincero sobre la necesidad de un lugar de inmediato para su “amante”.

“Él explicó la situación”, aseveró el propietario.

El exdecano acordó pagar $2,000 al mes y firmó un contrato de arrendamiento por un año, según una copia revisada por The Times. Después de que Yoder se mudó allí, Puliafito instaló “un sistema de alarma muy caro”, con cámaras de seguridad, destacó Rizo. Franko y otros jóvenes a menudo estaban en la casa junto con Yoder y Puliafito, de acuerdo con el propietario y otros que observaron la casa.

Algunos amigos coincidieron en que Yoder estaba emocionada por tener el bebé, que nació a término completo, el 10 de septiembre pasado, en el Hospital Good Samaritan. Ella eligió para el pequeño un nombre bíblico, Boaz, que significa “la fuerza está dentro de él” en hebreo.

Cinco horas después del nacimiento, agentes del sherif encontraron al padre del recién nacido desmayado en el asiento del conductor de un vehículo SUV estacionado frente al departamento de Altadena. Los agentes que reanimaron a Franko descubrieron metanfetamina y heroína de alquitrán negro, y el joven admitió que usaba ambas drogas a diario, según el informe del arresto.

Tres semanas más tarde, los agentes volvieron al apartamento.

‘Ella me llamó llorando’

Puliafito llamó por teléfono a una ambulancia alrededor de las 7:35 a.m. En una grabación redactada de la llamada al 911 obtenida por The Times, en respuesta a una solicitud de registros públicos, el oftalmólogo no proporcionó su nombre. Katz, del Sheriff, confirmó que fue Puliafito quien hizo la llamada.

El operador del 911 notó que el hombre llamaba desde Pasadena y le preguntó si el bebé “había sido encontrado así por sus padres”. Puliafito respondió: “No lo sé. Ella me llamó llorando”.

Yoder estaba sola en el hogar, y angustiada, cuando llegó la ambulancia. El investigador del forense notó que el bebé parecía saludable y que no tenía lesiones obvias. Tanto él como los detectives de homicidios entrevistaron a Yoder en la escena.

La joven le dijo a un investigador forense que el calentador no había funcionado la noche anterior, por lo cual había colocado al bebé de 25 días en su cuna, cubierto con una manta.

Horas después, prosiguió su relato, “se despertó y lo encontró inconsciente”, precisó Ed Winter, asistente de operaciones del forense. “Primero llamó al padre del bebé y le preguntó qué hacer, porque no sabía maniobras de resucitación cardiopulmonar y pensó que había algo que pudiera hacerse para revivirlo”.

Yoder esperó dos semanas para informar a su familia de la muerte de Boaz y les dijo que el pequeño falleció de síndrome de muerte súbita infantil, según mensajes de texto revisados por The Times.

Los familiares telefonearon a la comisaría del sheriff en Altadena para expresar su preocupación por la muerte del bebé y con temor de que Puliafito estuviera suministrando drogas a Yoder, remarcó la hermana de la joven, Miriam Jones. Más tarde, ella se encontró con detectives de homicidios.

En un correo electrónico enviado a Puliafito, escrito dos semanas después del fallecimiento del niño y revisado por The Times, Yoder enumeró cuentas que quería que él cubriera, incluyendo “libros de bebé para Boaz”, “manicura/pedicuría” y deudas de agencias de cobranza. “Acepto dinero en efectivo, cualquier tipo de cheque, transferencia bancaria, Google wallet, y más ;)”, le escribió. Se despidió con un “Gracias por amarme”.

Puliafito le respondió con otro email, donde le dijo que debían reunirse para analizar la cantidad de dinero que necesitaba y agregó que estaban “en una encrucijada seria”.

“Desde el primer día dije que Boaz era un regalo de Dios”, escribió en el mensaje del 22 de octubre. “Realmente sentí que era mi hijo. Lo sabías. Todavía es un regalo que brillará en mi corazón”.

Boaz está enterrado bajo un árbol de magnolias, en Hillside Memorial Park y Mortuary, en Culver City, en una sección del cementerio reservada para niños.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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