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COLUMNA: Hay que aprender a soltar a los hijos

Las familias latinas en Estados Unidos se enfrentan a un nuevo mundo cuando tienen que hacer frente a la independencia de sus hijos.
(Getty)
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Lucía es una mujer de 42 años de edad, que ha tratado toda su vida de hacer lo correcto. Ha sido buena hija y hermana; como esposa y madre siempre es amorosa y un pilar para su familia.

Siempre pulcra y sonriente, esta mujer parece vivir la vida perfecta; sin embargo, hace cinco años que su hijo mayor dio un mal paso, que lo llevó a la adicción y posteriormente a la cárcel.

Durante los dos años que David estuvo en prisión, Lucía asistió a un programa de doce pasos, para familiares de adictos. El grupo la fortaleció, y le ayudó a descubrir que lejos de ser la madre perfecta, había cometido un error muy común: ser propiciadora.

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Hace aproximadamente tres meses, su hijo dejó la cárcel y volvió a casa. Los primeros días fueron de festejo, la mujer sentía que había recuperado el alma.

Se sentía muy contenta de tener a David de nuevo en el hogar. No obstante, al poco tiempo se dio cuenta que había vuelto su temor y toda su atención se centraba en su retoño.

“Me da vergüenza reconocer que me cuesta mucho trabajo tener a mi hijo en casa, de cierto modo nos habíamos acostumbrado a su ausencia; ahora vivo pendiente de él, siento mucho miedo de volver a vivir la pesadilla de aquellos primeros años”, reconoció con un nudo en la garganta.

David, por su parte, parece haber aprendido su lección. En la actualidad, es más organizado e independiente. Lejos de casa se acostumbró a resolver sus problemas por sí mismo y está decidido a recuperar su vida; sin embargo, la constante vigilancia de Lucía lo agobia y empiezan a tener roces en la familia.

Durante la plática, esta madre de familia hace una interesante reflexión: “En mi mente está claro que ya es un adulto y que tiene que hacerse responsable de su vida; sin embargo, la mayoría de las veces no puedo evitar volver a los patrones de antes. He vuelto a revistar su teléfono, constantemente le pregunto si está bien o lo observo tratando de encontrar alguna señal de alarma”.

Lucía está transitando por uno de los caminos más difíciles que un padre o una madre debe recorrer. Me refiero a soltar a los hijos con amor, entregarlos a Dios, no es olvidarse de ellos. Es tener la confianza de que Dios también cuida de ellos y que nosotros no podemos controlar su vida, ni la de nadie.

Escríbeme, recuerde que su testimonio puede ayudar a otros. Mi email es: cadepbc@gmail.com

EL DATO
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Grupo: Sigue Viniendo
Reuniones: Sábados 7:30 p.m.

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