Anuncio

Los Angeles Times enfrenta una dolorosa discusión sobre la raza de su personal y su presencia en las páginas del periódico

El editor ejecutivo Norman Pearlstine habla con los miembros del personal del Times desde la sede de El Segundo.
(Jay L. Clendenin / Los Angeles Times)
Share

Dos años después de que Los Angeles Times volviera a ser propiedad de un inversionista local, uno de los diarios metropolitanos más grandes del país se enfrenta a un importante evaluación interna sobre las flagrantes deficiencias y pasos en falso con respecto a la raza de su personal y su representación en las páginas editoriales.

El miércoles, el editor ejecutivo Norman Pearlstine escuchó a los miembros del personal de la redacción agraviados durante una reunión de más de cuatro horas que examinó el maltrato a los miembros del personal editorial negro y latino en el pasado y presente. Reconoció que el periódico de 138 años no había aprovechado una oportunidad sin precedentes para diversificar mejor su sala de redacción desde su compra en 2018 por el multimillonario de biotecnología de Los Ángeles, el Dr. Patrick Soon-Shiong y su esposa, Michele B. Chan.

La reunión del miércoles fue realizada por medio de una videoconferencia de Zoom porque el personal ha estado trabajando desde casa durante la pandemia de COVID-19. Pasaron tres semanas en un autoexamen crudo y profundamente emocional que se desarrolló en los canales de comunicación internos, una amplia discusión sobre la cobertura de noticias del periódico y el tratamiento de las personas de color. Envalentonados por el primer contrato sindical de la sala de redacción del Times, los miembros del personal han criticado abiertamente a los editores principales por permitir que persistan las disparidades raciales.

Anuncio

Los empleados exigieron que la gerencia haga mejor su trabajo.

“Todos vimos el desfile de personas blancas entrando a su oficina”, dijo la periodista, Esmeralda Bermúdez, con una voz que a veces se rompía por la emoción, mientras dirigía una de las críticas más fuertes a Pearlstine y sus prácticas de contratación. Bermúdez y otros manifestaron que el Times perdió oportunidades de contratar o retener personal de color, incluso cuando se embarcó en una ola de contratación en el período inicial después de la compra de Soon-Shiong.

“Tenemos trabajo que hacer para convencerlos de que esto es sólo el comienzo”, dijo Pearlstine. “Es una gran oportunidad para arreglar cosas que han estado mal durante mucho tiempo”.

Después del asesinato, el 25 de mayo, de George Floyd, un hombre negro, por un oficial de policía blanco en Minneapolis, los periodistas de todo el país se han involucrado en discusiones emocionales similares sobre prácticas arraigadas que han marginado a las personas de color.

En el New York Times, más de 800 miembros del personal firmaron una petición en protesta por la publicación de un artículo de opinión del senador Tom Cotton (R-Ark.) que pedía que enviaran a los militares a las ciudades de Estados Unidos en el punto álgido de las protestas provocadas por la muerte de Floyd. En el Philadelphia Inquirer, el editor principal renunció después de que una columna apareciera con el titular: “Buildings matter, Too” (Los edificios también importan).

“Toda nuestra industria está pasando por este cálculo: ¿Cómo eliminar el racismo anti-negro de nuestra organización y de nuestra cobertura?”, dijo la editora asistente del L.A. Times, Shani Hilton, en una entrevista. “¿Cómo detenemos las mareas de supremacía blanca que invaden, no sólo lo que hacemos, sino toda la sociedad?”.

En el Times, años de agitación de cambio de propietarios, una rotación de gerentes, cientos de recortes de personal y un prolongado proceso de bancarrota hace una década, reforzaron una jerarquía interna que puso en desventaja a las personas de color. Creó una sala de redacción escalonada, donde los editores y reporteros veteranos, que en su mayoría son blancos, han confiado en una clase secundaria de reporteros latinos, asiáticos y negros principalmente más jóvenes y con menor experiencia, a quienes se les paga significativamente menos que a sus homólogos mayores, dijeron críticos internos.

Angel Jennings, reportera de Los Angeles Times.
(Los Angeles Times)

Durante sus días más sombríos, de 2014 a 2018, el periódico se basó en gran medida en una larga línea de jóvenes periodistas de color para llenar sus filas cada vez más débiles y responder a los principales eventos de última hora, como incendios forestales y tiroteos masivos.

En 2018, The Times fue rescatado por Soon-Shiong y Chan. Pagaron $500 millones para comprar el Times y el San Diego Union-Tribune de Tribune Publishing, con sede en Chicago, que estaba a punto de cerrar la oficina en Washington e imponer recortes adicionales. El Times realizó una ola de contratación sin precedentes, con 110 periodistas adicionales.

Hoy, la sala de redacción del Times emplea a 502 periodistas, con un 61% blanco, a pesar de que la población del condado de Los Ángeles es un 26% blanca, según la información del censo de 2018. Los latinos representan el 13% de la sala de redacción en un condado donde los latinos son casi la mitad de la población. La composición del periódico de periodistas asiáticoamericanos refleja la población del condado en casi el 15%. El periódico tiene sólo 26 periodistas negros, el 5.2% de su personal, mientras que casi el 8% de los residentes del condado son negros.

Y sólo hay una reportera negra, Angel Jennings, en las noticias locales, Metro, la sección más grande de la sala de redacción. Durante 18 meses, Jennings suplicó en vano a los editores por un aumento. El editor de la ciudad, Héctor Becerra, fue a pelear por ella, diciendo que aumentar su compensación era “lo correcto ... [y] también lo inteligente”. Pero Pearlstine y otros editores de alto nivel declinaron, diciendo que el periódico estaba ajustando su primer acuerdo de negociación colectiva.

Ese contrato tenía la intención de resolver las desigualdades salariales de docenas de miembros del personal. La gerencia dijo que no quería hacer negociaciones salariales individuales durante las conversaciones contractuales (aunque los reporteros que estaban siendo reclutados de otras organizaciones obtuvieron aumentos salariales).

Se tardó 14 meses en negociar el contrato, lo que significa que Jennings y otros miembros del personal tuvieron que esperar más de un año para ver crecer sus salarios, a veces hasta en un 60%.

“Los últimos años han sido muy dolorosos”, aseguró Jennings, quien cubre Inglewood y South L.A., en una entrevista. “Algunos días, lloraba y preguntaba a los editores: ‘¿Por qué me tratan de esta manera?’. Sentía que lo que me estaba pasando era personal, pero en realidad era institucional”.

Durante este tiempo, la cobertura de Jennings sobre la muerte a tiros del rapero Nipsey Hussle atrajo a grandes audiencias que normalmente no leen Los Angeles Times. Su historia fue la tercera más leída en el sitio web del Times en 2019. Entre los artículos en que los lectores pasaron más tiempo leyendo una historia fue la número 1. (Jennings recibió una bonificación por su cobertura, reveló la administración).

Soon-Shiong, un sudafricano de ascendencia china, ha sentido personalmente el aguijón del racismo. Cuando era un joven médico en Sudáfrica bajo el apartheid, luchó para poder tratar a los pacientes en un hospital sólo para blancos, incluso si eso significaba aceptar la mitad del salario de los internos blancos.

El Dr. Patrick Soon-Shiong habla con el personal de Los Angeles Times en junio de 2018 después de comprar el periódico.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“No puedes entender la desigualdad racial hasta que realmente la hayas vivido”, dijo Soon-Shiong en una entrevista. “No podemos y no toleraremos el racismo. Más importante aún, este periódico tiene la oportunidad no sólo de abordarlo, sino de afrontarlo de manera mucho más profunda e inspiradora que ser acusatorio. A las personas de color se les debe dar una oportunidad por igual”.

Soon-Shiong, quien ha estado invirtiendo decenas de millones de dólares para subsidiar las operaciones del periódico, señaló que el Times tiene el personal más diverso de cualquier sala de redacción importante. Por ejemplo, la sala de redacción del New York Times es 68% blanca, el equipo editorial del Washington Post es 71.2% blanco y el personal de la sala de redacción del Wall Street Journal es 79.4% blanco, según una encuesta realizada por los editores del L.A. Times.

Sin embargo, otros han señalado lagunas evidentes: el lunes, el Caucus Negro recién formado del periódico envió una carta a Soon-Shiong, pidiendo una disculpa pública y que se contrataran 18 periodistas negros adicionales.

“No tenemos suficientes periodistas negros, o, en términos más generales, periodistas de color, para cubrir nuestra abrumadoramente diversidad de la ciudad, estado y nación con una visión y sensibilidad apropiadas”, dice la carta. “Y la mayoría de nosotros que trabajamos aquí a menudo somos ignorados, marginados, infravalorados y abandonados a lo largo de trayectorias profesionales que dejan pocas oportunidades de avance”.

La frustración se hizo pública el martes en un esfuerzo organizado por el sindicato para compartir públicamente los relatos de maltrato de los reporteros negros durante las últimas décadas bajo el hashtag #BlackatLAT.

Además, el personal de la sección Entertainment & Arts envió una carta a la subdirectora editorial Julia Turner, firmada por 34 miembros del personal, quejándose de que todos los puestos de edición ocupados en los últimos 18 meses han sido con editores blancos.

Pearlstine, en una entrevista, dijo que centró sus decisiones de contratación en el grupo de editores de mayor jerarquía, conocido como el “masthead”.

Además de Soon-Shiong, en el grupo de liderazgo de 14 miembros hay ocho editores blancos, cuatro editores asiáticoamericanos, un editor latino y un editor negro (Hilton).

Pero Pearlstine expuso que lo que no pudo hacer fue establecer métricas que incluían la contratación y promoción de personas de color y asegurar que esos objetivos fueran cumplidos por sus asistentes.

“He repetido todas nuestras decisiones de contratación y cobertura en mi cabeza, y he estado mirándome fijamente en el espejo”, dijo Pearlstine al personal el miércoles. “No me ha gustado todo lo que he visto”.

Los editores se turnaron para disculparse por perder una oportunidad de oro para hacer que la redacción fuera más inclusiva, ya que agregó más de 110 periodistas en los últimos dos años.

Turner dijo que reconoce cómo sus prácticas de contratación no dieron en el blanco, pero pensó que tendría oportunidades de agregar más personas de color, hasta que el periódico impuso un congelamiento de contratación a medida que los ingresos por publicidad cayeron debido a los cierres de COVID-19. “Lo haré mejor”, aseguró Turner.

La editora ejecutiva, Kimi Yoshino, agregó: “Yo personalmente he estado haciendo muchas autoevaluaciones, y es difícil cuando te das cuenta de que has fallado de alguna manera. Lo siento, y me comprometo a hacerlo mejor”.

Un periodista preguntó si Pearlstine renunciaría.

“No, absolutamente no”, dijo, señalando que su contrato se extiende hasta el próximo año. “Siento que todavía tengo trabajo que hacer, que quiero hacer, pero la reactivación de Los Angeles Times será un proceso a más largo plazo”.

Soon-Shiong, por su parte, es un crítico de las quejas dirigidas a Pearlstine, diciendo que la ambición del periódico ha sido mayor y el periodismo más fuerte bajo su liderazgo.

“Quiero que Norm se quede con nosotros todo el tiempo que él quiera”, dijo Soon-Shiong. “Los cambios en el periódico, los Premios Pulitzer y los elogios que recibimos, dicen mucho... Pero no hay duda de que debemos esforzarnos por mejorar”.

Más de 30 periodistas, antiguos y actuales empleados del Times, fueron entrevistados sobre sus experiencias para este artículo.

Una editora latina veterana relató su enojo luego de enterarse de que a sus dos colegas varones se les pagaba mucho más que a ella por realizar el mismo trabajo. Otra editora de noticias recordó sus sentimientos en su primer día en el Times, cuando llegó con un blazer y zapatos nuevos y estrenando maletín. Entró en el elevador y un ejecutivo de negocios blanco sonrió y preguntó: “¿Entonces eres la nueva trabajadora de la cafetería?”. Ella respondió: “No, soy editora de noticias en la sección de negocios”.

La historia del periódico ofrece un desfile de cobertura racista, oblicua y despectiva de los grupos minoritarios, y gran parte se centró históricamente en el sentimiento anti-mexicano, anti-chino y anti-negro que data de la década de 1880. El Times fue acusado de aumentar las tensiones raciales durante los llamados disturbios de Zoot Suit de 1943 y el levantamiento de Watts de 1965. En la década de 1990, el Consejo Editorial aprobó la reelección del gobernador Pete Wilson, que apoyó firmemente la Proposición 187, que habría negado al público servicios a inmigrantes, y también enfrentó críticas por su cobertura de los disturbios y levantamientos por Rodney King en 1992.

“¿Qué tan atrás quieres ir?”, dijo Felix Gutiérrez, profesor emérito de la Escuela de Comunicación y Periodismo Annenberg de USC e investigador veterano de las voces minoritarias en las noticias. “Se establecieron donde no éramos su público clave; lo que sucedió en nuestras comunidades no era lo que querían ver”.

De particular preocupación ha sido la incapacidad del periódico para retener a los periodistas negros. Un galardonado reportero negro, que fue seleccionado por un periódico más grande, recordó su dolor cuando el Times mostró poco interés en mantenerlo. “Ni siquiera pusieron una oferta sobre la mesa”, dijo.

Uno de los puntos críticos en la discusión ha sido Metpro, o el Programa de capacitación editorial para minorías, en el que se basa el periódico desde 1984 para desarrollar una cartera de periodistas que trabajan, incluidos editores y fotógrafos, en grupos subrepresentados. Pero muchos empleados jóvenes se quejaron de cómo Metpro había sido mal administrado y maltratado. Los empleados comentaron que un programa que ha producido periodistas de clase mundial, incluidos ganadores del Premio Pulitzer y editores de alto rango, se ha convertido en una cultura competitiva similar a la de “sobrevivientes”, donde los jóvenes periodistas se enfrentaron entre sí.

Michelle Maltais, una editora negra que se graduó de este programa en 1998 antes de ascender de rango a subdirectora de desarrollo de la audiencia, se fue hace tres años cuando se dio cuenta de que nunca tendría la oportunidad de ser una editora con un personal en Los Angeles Times. Ahora es la editora de consumo de USA Today, administrando miembros del personal y autónomos.

“Me encanta Los Angeles Times”, dijo Maltais. “Pero finalmente me fui porque sentí que la promesa de poder administrar a las personas nunca se haría realidad. No lo había hecho en 20 años”.

El Times se ha comprometido a contratar a un editor sénior para supervisar el reclutamiento, el desarrollo profesional, los esfuerzos de retención y el programa de capacitación MetPro. Los miembros del personal se someterán a un entrenamiento de sesgo inconsciente. El documento convocó a un comité de diversidad y prometió revisar su cobertura de las protestas de Floyd para garantizar que todos los puntos de vista estuvieran representados. Prometió que agregaría periodistas negros a Metro y publicaría informes anuales de diversidad para garantizar la transparencia.

Y, este mes, en un paso simbólico, el periódico comenzó a iniciar con mayúscula la palabra ‘Black’ al referirse a personas que son parte de la diáspora africana. Han seguido la decisión de otros medios de comunicación, incluida la Associated Press.

Estos esfuerzos se compararán con otros desafíos y avances a lo largo del tiempo, dijo Gutiérrez de USC. “Contrataron a algunas personas buenas, pero no han contratado a suficientes”, señaló. “Y hasta que obtenga una grupo crítico, individuos que sean buenos periodistas y conozcan a sus comunidades, siempre se quedará corto de donde necesita estar”.

“El L.A. Times perdió conscientemente el contacto con la comunidad en la que se encontraba”, manifestó Gutiérrez.

Matt Pearce, organizador del gremio de la redacción, dijo que la gerencia del Times ahora debe abordar directamente las demandas de su Black Caucus. “Nuestros miembros saben que es nuestra responsabilidad tomar las luchas de sus compañeros de trabajo negros y asumirlos como suyos”, destacó.

Bermúdez, quien nació en El Salvador y ha escrito sobre la crianza de su niño trilingüe, dijo que el periódico se encuentra en un punto de inflexión histórico.

“En última instancia, a quién contratamos y elegimos nutrir dice mucho acerca de cómo nuestro liderazgo ve a L.A. y cómo queremos que sea el L.A. Times”, subrayó. “Está en nuestros jefes hacer el trabajo, encontrar talentos latinos y negros, preparar ese talento y mantenerlo real y reflejar la cara de la ciudad”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Anuncio