Anuncio

Columna de Adictos y adicciones: La historia de Ismael

En esta foto de archivo del 15 de junio de 2018, se ven productos farmacéuticos. (Foto AP/Elise Amendola, Archivo).
Share

“Yo empecé tomando alcohol, el día que me inicié en mis adicciones iba muy bien vestido, tenía un reloj muy fino, que me habían regalado mis padres, zapatos nuevos y un auto viejo, viejo, pero mío. Cuando terminé mi carrera de adicto, era poco menos que desamparado, sin dinero, mal comido y peor vestido.

Actualmente soy un adicto pero no practicante –dijo Ismael, al tiempo que se reía de sí mismo- Digo que sigo siendo un adicto, porque esto no es un catarro, es una enfermedad que se arraiga en el alma.

Ahora que lo veo en retrospectiva, antes de ser adicto ya era neurótico, era un tipo violento y explosivo, escondía en mi carácter el miedo a crecer y hacerme cargo de mí mismo. Realmente no sabía hacer nada.

Anuncio

La muerte de mi padre fue un golpe durísimo, mi madre y yo nos refugiamos uno en el otro. Abandoné la escuela a los 17 años, con el pretexto de cuidar a mi madre, quien cayó en una profunda depresión.

Durante años vivimos de la herencia que dejó mi padre. Yo hacía las veces de administrador y al mismo tiempo me daba vida de júnior. Como tantos otros, empecé poco a poco, probando de aquí y de allá, hasta que me enganché con la cocaína, luego hice mezclas de cocaína con heroína y más tarde, cuando el dinero empezó a escasear, bajé la calidad de las drogas que consumía y comencé a usar meth (cristal), lo que jamás dejé de consumir fue alcohol, de modo que se pueden imaginar esas madrugadas con una cruda espantosa y el síndrome de abstinencia al mismo tiempo.

Como dije anteriormente, mi consumo fue progresando paulatinamente, así mismo mi carácter fue cambiando, sin embargo, tuve la habilidad de enamorar a una preciosa joven, con quien me casé y tuve dos hijas.

Con la promesa de rentar un departamento para nosotros dos, me llevé a vivir a mi esposa a casa de mi madre. Las promesas de cambiarnos de casa y de dejar de consumir jamás se cumplieron. Al tiempo nacieron mis hijas, pero como yo quería tener hijos varones vivía enojado con mi esposa y con las niñas.

Estimados lectores, queridas lectoras, hace unos días conocí a Fer, un joven adulto que tuvo a bien compartir su testimonio conmigo, y quien me autorizó a darlo a conocer, con la esperanza de que otros adictos puedan sacar alguna lección de su experiencia.

Ago. 31, 2020

Las cosas con mi esposa iban de mal en peor, mientras yo consumía día y noche, ella empezó a hacerse cargo de mis responsabilidades administrativas, además de cuidar a mi madre y a mis hijas, eso sin contar que me aguantaba a mí y mis cambios de humor; así sucedió que un día, tomó sus cosas, me demandó, perdí la custodia de mis hijas y todo mi dinero.

Como era de esperarse, seguí viviendo con mi madre y consumiendo sus recursos, hasta que ella murió. Para mi sorpresa, en su testamento apareció un departamento del cual yo no tenía conocimiento y una pequeña pensión que me ha permitido sobrevivir hasta el día de hoy.

La recuperación llegó de la mano de un vecino, cierto día me invitó a una reunión de Nar-anon; honestamente yo no quería asistir, estaba dispuesto a morirme como un adicto, pues me faltaba valor para quitarme la vida.

Dicen que los tiempos de Dios son perfectos y no me queda duda de ello. Acepté la invitación de mala gana, pero sin resistirme, al llegar recibí una calurosa bienvenida, me dijeron que ese día la persona más importante era yo, y me dieron información del programa de 12 pasos.

La verdad no entendí nada, pero cuando subieron algunos compañeros a compartir su experiencia me di cuenta que estaba en el lugar correcto, aquellos hombres y mujeres sabían mi vida sin habérselas contado, todos ellos tenían historias parecidas a la mía y la mayoría habían logrado mantenerse limpios durante años.

A partir de aquel día, empezó mi proceso de recuperación, no fue fácil, yo no podía concebir la vida sin alcohol o sin drogas, me parecía imposible, es más, no recordaba cómo era estar limpio.

El camino fue durísimo, estuve internado seis meses en un centro de rehabilitación, pasé varias semanas sintiéndome muy mal, pero poco a poco mi cuerpo fue respondiendo y logré mantenerme limpio mientras estuve internado, sin embargo, al salir volví a recaer y tuve una sobredosis, estuve a punto de morir, pero la mano de Dios se hizo presente y mi vecino vino al rescate. Después del susto me volví a internar, esta vez fue un año completo.

Actualmente tengo 43 años, llevo dos años limpio, no me hago expectativas, vivo el solo por hoy, la relación con mis hijas ha mejorado un poco, ellas aún están muy resentidas conmigo y dudan de mi cambio, pero con la ayuda de mi grupo y tomado de la mano de Dios, he logrado algo que jamás imaginé: paz interior.

Si me preguntan, les diré que sí es posible dejar el alcohol y las drogas, solo se necesita valor para cambiar.

Agradezco a Ismael que haya compartido con nosotros su testimonio, espero que Dios lo acompañe todos los días de su vida y que pronto pueda restablecer la relación con sus hijas; desde aquí le envío un gran abrazo y mi reconocimiento.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

Anuncio