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¿Qué ocurre cuando un empleado de un restaurant tiene COVID-19?

All Time co-owner Tyler Wells waits to be tested for Covid-19 by a nurse at his restaurant in Los Feliz.
El copropietario de All Time, Tyler Wells, espera que una enfermera le haga una prueba de COVID-19 en su restaurante, en Los Feliz.
(Ricardo DeAratanha / Los Angeles Times)
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El 1° de noviembre, Ashley y Tyler Wells conducían por las zonas rurales del norte de California hacia el sur, a unas 10 horas de Los Ángeles. Regresaban de un campamento en el desierto. Aunque el servicio de celular era irregular, ingresó una llamada de uno de los chefs de All Time, el restaurante en Los Feliz que la pareja abrió en 2018.

El empleado llamaba para decirles que un compañero de trabajo, que había estado fuera durante un par de días, había dado positivo por el nuevo coronavirus. Poco después de colgar, la pareja llamó al restaurante. Tenían que tomar decisiones difíciles, y debían hacerlo rápido. “No puedes simplemente decir: terminemos el día de hoy y listo”, comentó Tyler.

En medio de un domingo ajetreado, con decenas de pedidos en proceso, la pareja tomó la decisión de cerrar All Time. De las 10 personas que trabajan en los dos espacios adyacentes que maneja el restaurante cerca de la esquina de Los Feliz Boulevard y Price Street, los Wells le pidieron a un cocinero y a dos sous chefs que se quedaran y ayudaran a cerrar. También colocaron a un empleado en la puerta principal, para informar a los clientes que All Time estaba cerrando. Y los Wells reembolsaron miles de dólares en pedidos on line (cualquier comida que ya estaba preparada para pedidos pendientes para llevar fue desechado).

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“Esta es la parte desgarradora: se perfilaba como el día más activo que habíamos tenido desde que comenzó todo esto, pero tuvimos que decirle a los muchachos que dejaran de cocinar”, expresó Ashley.

Comenzaron a investigar las pautas de los CDC y del Departamento de Salud Pública del Condado de L.A. sobre cómo ponerse en cuarentena y aislarse. Intentaron crear una línea de tiempo de quién había estado en contacto con quién y cuándo. “No somos médicos ni científicos, pero intentamos hacer lo mejor que podemos y ser lo más cautelosos posible”, agregó.

Los Wells se apresuraron a distribuir información sobre dónde y cómo obtener pruebas gratuitas, investigando las instalaciones más cercanas para los empleados. Luego esperaron días para que las personas obtuvieran citas en los centros de prueba del condado y aguardaron por los resultados. Ashley dijo que el tiempo de respuesta promedio para que un empleado se hiciera el examen y obtuviera resultados fue de cinco días. Después pidieron a sus empleados que se hicieran la prueba por segunda vez. El restaurante estuvo cerrado durante 14 días, y según Ashley, tuvieron que despedir a dos empleados porque ya no podían “soportar la carga salarial”.

La falta de pruebas rápidas y fácilmente disponibles es algo que sufren numerosos propietarios de restaurantes durante la pandemia. Están frustrados por lo que consideran como una falta de coordinación entre varias agencias gubernamentales, y mandatos contradictorios que pueden ser difíciles de cumplir. Muchos de ellos dicen que necesitan resultados de las pruebas más rápido de lo que el condado puede proporcionar, y algunos organizan exámenes privados. Otros cierran sus puertas durante semanas.

Mientras tanto, hasta el 12 de enero, el Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles informaba que aproximadamente una de cada cinco personas que se hacen la prueba del coronavirus da positivo.

A nurse conducts a COVID-19 test on an All Time employee.
Un empleado de All Time se hace una prueba de COVID-19. El restaurante organizó que sus empleados se efectuaran el examen varias veces, luego de un caso positivo entre el personal.
(Ricardo DeAratanha / Los Angeles Times)

Los Wells decidieron llamar a una enfermera de un servicio privado para organizar las pruebas en el estacionamiento de su restaurante, y las ofrecieron a cualquier miembro del personal que quisiera efectuarse una. El servicio les cuesta $150 por examen, más tarifas adicionales. “Necesitamos tener información real” para saber cómo seguir adelante, explicó Ashley. “El costo de [las pruebas] no es nada comparado con el de cerrar toda una jornada. Cada día que podamos reducir la posibilidad de cierre ya es una compensación”.

El 1° de enero, otro empleado de All Time dio positivo por coronavirus. Los resultados regresaron en medio de un ajetreado servicio y la pareja decidió cerrar el restaurante nuevamente. Reembolsaron los pedidos en curso, cerraron las puertas, llamaron al mismo servicio privado y programaron pruebas para los empleados al día siguiente. Pagaron por una segunda ronda de exámenes el 5 de enero pasado.

Cuando se trata de seguridad y otros mandatos que afectan a los restaurantes en Los Ángeles (venta de productos minoristas, montado de comedores en las aceras o en las calles), las empresas deben considerar múltiples agencias gubernamentales, incluidos los CDC, los departamentos de salud pública del condado y del estado, CAL/OSHA, la ABC estatal y varios ayuntamientos y departamentos de planificación y zonificación de la ciudad, según su ubicación. También necesitan consultar con abogados, seguros de compensación de trabajadores y exigencias de seguro de desempleo.

De acuerdo con las pautas del Departamento de Salud Pública de California para responder a casos de COVID-19 en el lugar de trabajo, si un empleado da positivo, los empleadores deben brindarle acceso a pruebas a todos los demás trabajadores. Si necesitan ayuda para ello, se les indica que se comuniquen con su departamento de salud local.

Ashley comentó que el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles visitó el restaurante para una inspección de rutina solo una semana antes del incidente en noviembre, pero no proporcionó información sobre los exámenes. “Nadie se ha comunicado para informarnos las actualizaciones de recursos, políticas o protocolos del Departamento de Salud, OSHA, ciudad o condado”, afirmó. “No consultamos el sitio web del departamento de salud para saber cómo manejar [esto] esta vez [en enero], porque en noviembre advertimos que era muy insuficiente y vago”.

Algunos empresarios del sector afirman que las pautas estatales son difíciles de entender. Cuando se les preguntó qué deberían hacer los restaurantes si los empleados no tienen acceso a las pruebas de inmediato y no pueden pagar exámenes privados, un portavoz del Departamento de Salud Pública de California (CDPH, por sus siglas en inglés) señaló mediante un correo electrónico: “Si las personas sospechan que pueden tener COVID-19 o que estuvieron expuestas, deben comunicarse con su departamento de salud local (LHD) para realizar pruebas y equipo de rastreo de contactos. Los LHD tienen más conocimientos sobre los recursos en cada jurisdicción. El CDPH ha estado trabajando diligentemente con los LHD para ampliar la capacidad de pruebas”.

El correo electrónico también se refirió a la herramienta de localización de sitios existente del grupo de trabajo de pruebas del estado, que tiene enlaces para encontrar un sitio de testeo e información sobre el grupo de trabajo. Cuando se le preguntó si el LADPH ayuda a un empleador a facilitar las pruebas, un portavoz del departamento escribió en un correo electrónico: “Las empresas pueden consultar el sitio web en:

COVID-19: Testing

o hacer que el personal llame al 211”.

Cuando un empleado dio positivo en su restaurante, en diciembre, el propietario de Clark Street Bread, Zack Hall, no supo a quién acudir. “Finalmente, después de ocho meses de estar libre de COVID en la panadería, nos tocó”, comentó, y agregó que se sintió “derrotado”.

Hall tomó la decisión de cerrar sus instalaciones de Echo Park. Inmediatamente llamó a un médico y acordó pagar para que sus 40 empleados se hicieran la prueba a la mañana siguiente. “La gente estaba asustada, nerviosa, preocupada. Queríamos recopilar toda la información y ponernos en pie para asegurarnos de tener el conocimiento para tomar las mejores decisiones en el futuro”, expuso. “Hablamos con Salud [del condado]. No nos ayudaron a organizar las pruebas. En cierto modo, nos encargamos nosotros de hacer todo”.

Hall contrató un servicio para limpiar profundamente la panadería, armó sus propios protocolos contra el COVID-19 para los empleados y comenzó a realizar pruebas a través de un servicio privado cada dos semanas. Cerró el negocio durante cuatro días y gastó $25.000 entre los exámenes y la preparación para la reapertura.

Después de enterarse de una posible exposición al virus en All Day Baby, en Silver Lake, su propietaria, Lien Ta, comenzó a enviar correos electrónicos a los empleados con información sobre cómo y dónde efectuarse las pruebas de forma gratuita. También ofreció transporte a los empleados que no contaban con automóvil. Ta cerró el restaurante durante dos semanas, pero dijo que la falta de pautas sobre cuándo y cómo cerrar era confusa.

“No hay reglas”, subrayó. “Por ejemplo, algo en lo que pienso a menudo es: si en Trader Joe’s un empleado da positivo, ¿cerrarán sus puertas?”.

(El LACDPH tiene una lista pública de empresas que informan casos en línea. El 11 de enero, por ejemplo, un negocio de comestibles en Westchester figuraba con 10 casos confirmados. Una llamada ese día comprobó que la tienda estaba abierta).

Un portavoz del LACDPH también envió por correo electrónico protocolos específicos de restaurantes que etiquetan tres casos positivos de coronavirus en una empresa en un período de 14 días como un brote. Las compañías están obligadas a informar sobre brotes al departamento. El portavoz indicó que se investigan todos los brotes y que el departamento puede cerrar una empresa en función de sus hallazgos.

Según el copropietario del restaurante Green Street, Bob Harrison, tener pautas claras y respuestas consistentes de los departamentos de salud estatales y locales habría sido útil después de enterarse de que uno de los 35 empleados de su restaurante de Pasadena había dado positivo.

Al investigar qué hacer, Harrison encontró que CAL/OSHA requiere que los empleadores se comuniquen con su departamento de salud local si hay tres pruebas positivas en 14 días, mientras que las pautas del Departamento de Salud Pública de Pasadena requieren que los empleadores informen cada caso. “Puede ser un poco abrumador y confuso a medida que más agencias emiten regulaciones”, admitió.

Según Eddie Navarrette, vicepresidente de Independent Hospitality Coalition (IHC), un grupo que aboga por las empresas hoteleras durante la pandemia, existe una falta de transparencia y comunicación a nivel estatal, del condado y de la ciudad, lo cual contribuye a los sentimientos de desconfianza y frustración entre la comunidad de restaurantes.

Navarrette, que ha trabajado con cerca de 100 instalaciones de servicio de alimentos en Los Ángeles como consultor de su empresa FE Design & Consulting, también es el presidente del comité de defensa de la IHC, que tiene más de 400 miembros en el sur de California.

“Lo primero que pedimos es un asiento en la mesa”, expuso Navarrette.

Señaló que el Grupo de Trabajo de Resiliencia Económica del Condado de Los Ángeles, creado para ayudar a los restaurantes durante la pandemia, fracasó después de que se permitió que la actividad en espacios interiores se reanudara brevemente, en mayo, una medida que se anunció a los restaurantes la noche misma en que se permitió reabrir. ¿Y las pautas para hacerlo? También fueron enviadas esa noche.

From left, Yang's Kitchen owner Christian Yang, along with is staff, chef Steven Park, Maggie Ho and chef Elaine Chang.
De izquierda a derecha, el propietario de Yang’s Kitchen, Christian Yang, junto con su personal, el chef Steven Park, Maggie Ho y la chef Elaine Chang. Después de que un compañero de trabajo dio positivo por COVID-19, Yang comenzó a implementar nuevas pautas, incluidas pruebas semanales y creó una guía de recursos para sus empleados.
(Mariah Tauger / Los Angeles Times)

“Puedes establecer un conjunto de reglas, pero necesitas tener a alguien a quien llamar”, afirmó Navarrette. “No debería ser como ir a AT&T para intentar obtener información coherente sobre las pautas que afectan la salud y los medios de vida de las personas”.

El chef y propietario de Yang’s Kitchen, Christian Yang, recurrió a otros propietarios de restaurantes después de que uno de sus empleados dio positivo, el verano pasado. La confirmación surgió durante una prueba de rutina recomendada una vez al mes de los empleados en todo el condado. Con solo cinco empleados, Yang pudo obtener las pruebas del condado de manera oportuna, excepto durante los feriados. “Si hubiera más ayuda o asistencia, no tendríamos que decidir entre salud y negocios”, comentó.

Yang encontró pautas de seguridad en línea, elaboradas por los grupos de restaurantes más grandes de la ciudad, como Momofuku Group, de David Chang, y Rustic Canyon Family Group, que incluye restaurantes de Bryant Ng y Jeremy Fox.

El director de operaciones de Rustic Canyon Family Group indicó que el grupo comenzó a investigar los protocolos de restaurantes en el extranjero en marzo, además de revisar la guía de los CDC, para crear su propio conjunto de pautas.

Dixon dijo que el grupo acaba de revisar el documento de casi 40 páginas (disponible en inglés y español) la semana pasada, para incorporar la nueva directiva del condado sobre un período de cuarentena obligatorio después de los viajes. “Esto nunca termina”, expresó. “Hay una gran cantidad de información que organizar y analizar cada vez que los funcionarios locales, regionales, estatales y federales abandonan las reglas, y puede ser realmente frustrante cuando no se alinean entre ellos”.

Reconociendo que la mayoría de los restaurantes no tienen la infraestructura para desarrollar algo similar, Rustic Canyon Family Group hizo pública la guía.

Elaine Chang y Steven Park trabajan dentro de la cocina de Yang’s Kitchen.
(Mariah Tauger / Los Angeles Times)

“Para nosotros fue muy importante ser una luz y un recurso para los demás”, apuntó Dixon. “No tenemos el lujo de poder esperar por ayuda”.

Yang usó las pautas de Momofuku y Rustic Canyon para crear las propias. Después de reabrir su restaurante el verano pasado, organizó una orientación sobre COVID-19 para los empleados y distribuyó su propia guía de seguridad. También usa una lista de verificación diaria del Rustic Canyon Family Group, que incluye preguntas sobre el distanciamiento social, los síntomas y la fecha del último resultado de la prueba.

Harrison pudo utilizar la información proporcionada por el Departamento de Salud Pública de Pasadena para llevar a cabo la reapertura, pero las pruebas siguen siendo su mayor desafío, ya que sus empleados tienen que esperar horas para efectuarse un examen del condado, y días para obtener los resultados. “Parecería que, dado que hemos estado viviendo esto durante nueve meses, las pruebas deberían estar disponibles más fácilmente”, remarcó.

Algunas empresas, como Alta Adams, Daniel Patterson y el restaurante de Keith Corbin, en West Adams, decidieron implementar de forma preventiva precauciones de seguridad adicionales, sin ningún caso positivo en el restaurante. Alta Adams ahora tiene un grupo de seis personas que se ha comprometido a no socializar con nadie fuera del trabajo y el hogar. El restaurante pidió al personal que llevara lo que necesitaran del restaurante para evitar que visiten las tiendas. Y les solicitó que se hagan la prueba cada cinco días. El plan es ver cómo van las cosas durante unas semanas. Si el personal se siente seguro, permanecerá abierto. Si no es así, planea cerrar sus puertas. Patterson describió las precauciones en una publicación en Instagram. “Creemos que cualquier empresa que sirva al público en un momento de crisis como éste tiene la obligación de informar a los clientes lo que hace para mantener a sus empleados y consumidores a salvo”, escribió Patterson en un correo electrónico. “Como voz un tanto pública, quise ser claro sobre lo que estamos haciendo, en caso de que pueda ser útil para otros, y también como una declaración de nuestros valores, porque parece que mucha gente no toma esto tan en serio como deberían”.

Ya sea que los restaurantes se sometan a pruebas gratuitas o privadas, siguen perdiendo dinero. “Gastar miles de dólares a la semana en exámenes es insostenible para nosotros, pero también es insostenible no hacerlo”, reflexionó Ashley. “Y no hay ningún subsidio para esto”.

All Time está abierto y los Wells ya han “incorporado algunos aumentos de precios moderados en el menú” para ayudar a cubrir el costo de las pruebas, los impuestos sobre la nómina y los nuevos requisitos para el seguro de compensación para trabajadores, provocados por la pandemia.

“El asunto es que nadie vendrá a salvarte”, concluyó Ashley.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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