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Su viaje de Guatemala a Estados Unidos terminó en un accidente cerca de la frontera

A man kneels to place wooden crosses in the dirt
Hugo Castro, un activista de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes, coloca cruces en el lugar donde una camioneta que transportaba a 25 personas chocó con un camión en la autopista 115 cerca de Holtville, California, matando a 13.
(Gina Ferazzi / Los Angeles Times)
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Yesenia Magali Melendrez Cardona le dijo a su padre que quería seguir sus pasos.

Había hecho el viaje de Guatemala a Estados Unidos 15 años antes, en busca de una nueva vida. En febrero, dejó su trabajo y sus estudios para dirigirse al norte.

Chiquimulilla, el pueblo donde había pasado sus 23 años, fue devastado por la pandemia. El desempleo estaba aumentando, la población se encontraba desesperada y las calles eran demasiado peligrosas para caminar de noche.

El martes, Yesenia se encontró en una situación tan peligrosa como aquella de la que había huido.

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Una Ford Expedition transportaba a un presunto contrabandista y a 24 personas que se dirigían hacia, esperaban ellos, la seguridad. Yesenia y su madre, Verlyn Cardona, estaban apretadas en la parte de atrás cuando el vehículo atravesó una brecha en la valla que separa a México de California.

Fue embestido en la ciudad de Holtville, en Imperial, por un camión que transportaba dos remolques vacíos. Se detuvo, con el parabrisas roto, en la intersección de la autopista 115 y Norrish Road.

Diecisiete pasajeros fueron expulsados de la camioneta. Cuando Verlyn recuperó el conocimiento en la parte trasera del vehículo destrozado, su hija estaba tendida sobre sus piernas.

Muerta.

“El sueño americano no se le cumplió”, dijo el padre de Yesenia, Maynor Melendrez. No pudo alcanzar el sueño americano.

Undated handout photo of Yesenia Magali Melendrez Cardona
Yesenia Magali Melendrez Cardona fue una de las 13 personas que murieron cuando una camioneta en la que viajaba chocó con un camión de semirremolque.
(Rudy Dominguez)

Aunque los ocupantes de la camioneta provenían de diferentes ciudades y países, desde Guatemala hasta México, estaban unidos por la esperanza de una vida mejor y la falsa promesa, alimentada por los rumores, de que ahora, bajo una nueva administración estadounidense, era el momento de alcanzarla.

En cambio, 13 de los 25 ocupantes del vehículo murieron. Las familias estaban destrozadas. Como mínimo, 10 de los muertos eran ciudadanos mexicanos. Al menos cuatro mujeres dentro de la camioneta eran guatemaltecas; dos de ellas fallecieron.

Undated handout photo of Yesenia and her mother
Yesenia Magali Melendrez Cardona, izquierda, y su madre, Verlyn Cardona.
(Rudy Dominguez)

Las falsedades se han extendido cada vez más en Guatemala, afirmando que, con un nuevo presidente y nuevas políticas, las puertas estaban abiertas para que cualquiera cruzara a Estados Unidos, comentó Tekandi Paniagua, cónsul general de Guatemala en Los Ángeles. En realidad, señaló, “la política no ha cambiado mucho”.

“Los migrantes vienen en un viaje que se les vende como un sueño americano”, indicó Paniagua. “Pero en realidad, es un viaje incierto”.

El tío de Yesenia, Rudy Domínguez, huyó de Guatemala primero, hace 16 años.

Antes del viaje, explicó, pensó en los riesgos: la posibilidad de que lo secuestraran, que lo dejaran a morir en el desierto. “Estas son decisiones que tomas, en las que te preguntas: ‘¿Me muero allí? ¿O me muero luchando por un sueño?’”.

Cuando llegó la pandemia, comentó Domínguez, la economía se derrumbó. No hubo trabajos. Algunas personas recurrieron al robo y al narcotráfico.

Yesenia cursaba su cuarto año en la Universidad de San Carlos, donde estudiaba para ser abogada, cuando ella y su madre decidieron irse. La joven estaba siendo acosada y amenazada, según su tío.

“Fue una decisión de emergencia”, comentó Domínguez. “Allí te amenazan y te matan”.

Su viaje comenzó el 2 de febrero y los llevó a Baja California, México, donde permanecieron aproximadamente una semana antes de subirse a la Ford Expedition.

Yesenia estaba en uno de los dos vehículos que serían captados en las imágenes de vigilancia y que entraban a través de una brecha en la valla fronteriza, cerca de la salida de Gordon’s Well, de la Interestatal 8, en las horas previas al amanecer del martes.

An officer looks inside driver side window of a wrecked vehicle
Un agente de CHP mira dentro de la camioneta destrozada después del accidente del martes cerca de la frontera entre Estados Unidos y México.
(Gina Ferazzi / Los Angeles Times)

Normalmente, la Expedition de 1997 tendría capacidad para siete u ocho personas. Pero esta contaba con solo dos asientos, uno para el conductor y otro para el pasajero delantero. Cuando chocó con el tractor-remolque vacío a las 6:15 a.m., otros 23 hombres y mujeres estaban apretujados en la parte trasera.

“Tener 25 personas en esa camioneta es inimaginable”, señaló Domínguez. “Es inhumano”.

David Kyle, profesor de sociología en UC Davis y experto en tráfico de personas, comentó: “Debe haber sido un infierno ir en esa camioneta, incluso antes del accidente”.

Ocho personas todavía estaban en la camioneta cuando llegaron los primeros en responder. Seis murieron, los otros dos fueron trasladados a un hospital.

Verlyn sufrió un fuerte golpe en la cabeza que le provocó una hemorragia cerebral. Ya ha sido dada de alta del hospital.

La mujer de 46 años no recuerda el accidente. Solo despertar y ver a su hija muerta.

“Ella siempre trató de darle a su hija una vida mejor”, dijo Domínguez. “Nunca imaginé que el precio que pagaría sería este”.

El segundo vehículo visto cruzando la frontera, una Chevy Suburban, fue encontrada envuelta en llamas, sus 19 ocupantes fueron descubiertos escondidos en la maleza cercana y detenidos por agentes de la Patrulla Fronteriza.

Paniagua, el cónsul general de Guatemala, señaló que estaba preocupado por los mayores riesgos que corren los migrantes para venir a Estados Unidos, alentados por los traficantes que, según él, están tergiversando la situación en la frontera.

El objetivo de los funcionarios guatemaltecos, comentó, “es informar a la gente de la realidad que está pasando en la frontera, para que puedan tomar las mejores decisiones para su salud y su vida”.

“No saben si se van a meter en un tractor-remolque, si se van a esconder en el falso fondo de un autobús, o en un camión con 25 personas, como sucedió aquí”, explicó Paniagua. “Estamos viendo las vidas perdidas”.

Al comienzo de la pandemia, con fronteras cerradas en Centroamérica, temor por el virus y las duras políticas de inmigración de Trump, parecía haber una caída en los que migraban hacia el norte, indicó Tiziano Breda, analista con sede en Guatemala del International Crisis Group.

Pero a medida que la pandemia se ha prolongado y la gente ha sufrido las consecuencias económicas, ha comenzado a empujar a las personas a Estados Unidos una vez más.

“Desafortunadamente, accidentes como estos posiblemente no sean los únicos”, indicó Breda.

Los miembros de la familia describieron a Yesenia como amigable y cariñosa. Era como una hermana mayor para la hija de Domínguez, quien era seis años menor. Le encantaba jugar fútbol y tuvo tal impacto en la gente del pueblo que están organizando homenajes antes de que su cuerpo sea devuelto, expresó Domínguez.

La última vez que Melendrez vio y abrazó a su hija, ella tenía 6 años. Aunque estaba en otro país, comentó, los dos permanecieron en estrecho contacto.

El año pasado, Yesenia le comentó que quería venir a Estados Unidos. Él le dijo lo difícil que sería entrar y le pidió que esperara hasta que encontrara la manera. No sabía que ella y su mamá iban a venir.

Melendrez, que vive en Nueva York, se enteró de la noticia del accidente por medio de Domínguez.

“No hay palabras”, expresó Melendrez, quien llegó a California el miércoles por la noche. “No pude volver a verla, ni abrazarla”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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