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La pandemia paralizó a muchos, pero a esta mujer le dio la oportunidad de tender la mano a las víctimas

Vicke Cerpa cargas unas cajas de alimento para regalar durante la pandemia en el Valle de San Fernando.
Vicke Cerpa cargas unas cajas de alimento para regalar durante la pandemia en el Valle de San Fernando.
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Un viernes 13 de marzo el presidente Donald Trump declaró la pandemia de Covid-19 una emergencia nacional, esta fue la primera vez que se emitió una declaración de este tipo sobre un brote de una enfermedad infecciosa desde la pandemia de influenza H1N1 de 2009.

En las próximas horas se cerraron negocios, iglesias, escuelas y varios servicios públicos. El temor hizo que muchos se encerraran en sus hogares, mientras los trabajadores esenciales tuvieron que salir a trabajar.

La inmigrante mexicana, Vicky Cerpa, tenía la oportunidad de cobijarse en el hogar como ama de casa, pero ella decidió salir a ayudar a las personas víctimas de violencia doméstica, abuso sexual y a todos aquellos que necesitaban alimento.

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Vicky Cerpa empezo a dar asistencia a las mujeres inclusive antes de la pandemia.
Vicky Cerpa empezo a dar asistencia a las mujeres inclusive antes de la pandemia.

Hasta hoy en día, Cerpa continúa sus servicios.

Cuando se le pregunta por qué no quedarse en el hogar, su respuesta es contundente.

“Cuando trabajas para el bienestar de la comunidad, el trabajo no termina de hecho incrementa. No le podemos negar que las necesidades siguen existiendo, y en que, en muchas ocasiones, como en esta pandemia, incrementan”, dijo la residente del Valle de San Fernando.

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Desde hace cuatro años, Cerpa se enfoca en ayudar a la mujer víctima de violencia. Ella dijo que todo empezó ayudando a algunas conocidas con problemas en el hogar, pero al pasar el tiempo, se dio cuenta de que este problema es visible en la comunidad latina.

Para el 2018, Cerpa decidió someter el papeleo para crear una organización sin fines de lucro que ayudara a estas mujeres.

Mujeres Migrantes al Poder se hizo realidad a mediados del 2019. Dentro de esta organización, la oriunda de Yucatán, se empezó a enfocar en ayudar a las víctimas con guías de información sobre dónde conseguir consejería profesional, dónde acudir para pedir servicios de vivienda y cómo realizar denuncias.

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“La comunidad latina, especialmente los inmigrantes que recién llegan no conocen las leyes, no saben pedir ayuda y no saben dónde ir cuando se enfrentan al abuso doméstico o el abuso sexual en este país”, dijo la señora de 54 años.

“Yo quise ofrecer esa mano amiga con un servicio humilde creado por mí, una inmigrante común y corriente, pero con mucho amor y que pudiera cambiar las vidas de quienes llegan a mí”, dijo.

No obstante, Cerpa no sabía que su trabajo se duplicaría en los siguientes meses.

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“Definitivamente los niveles de violencia doméstica han incrementado. No podía decir que debía tomar un descanso mientras ocurría la pandemia”, dijo Cerpa.

Las llamadas de ayuda a Mujeres Migrantes al Poder incrementaron al doble. La organización tuvo reinventarse y dar su asistencia por teléfono, Zoom y Facebook.

Un nuevo análisis de la Comisión Nacional sobre COVID-19 y Justicia Penal muestra que los incidentes de violencia doméstica aumentaron un 8.1 % en todo el país en 2020, luego de órdenes de cierre.

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Por su parte, Los Angeles County Department of Public Health’s Domestic Violence Council Hotline ha experimentado un aumento en este tipo de llamadas cada mes de 2020 en comparación con 2019. En diciembre, las llamadas seguían llegando a un volumen 32% superior al del año anterior.

La falta de empleo, la presión de la escuela de los hijos en el hogar y el tener que lidiar con una pandemia y otros problemas en el hogar, no ayudaron a estas víctimas, dijo Cerda.

Con las llamadas de ayuda empezaron a surgir las familias que inclusive pedían alimento para sustentarse.

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Incluso en Estados Unidos los niños estan en riesgo de sufrir hambre, señaló Cerpa.

Muchas de las familias que llegaron a ella pidiendo alimento se quedaron sin empleo, otros se vieron afectados con horas reducidas mientras que algunos no fueron beneficiarios por los cheques de estímulos federales por ser indocumentados.

Aquí también Cerpa entró en acción teniendo que sacar dinero de su bolsillo para repartir despensas mensualmente.

“Después tuve algunas donaciones, y hasta la fecha he donado poco mas de 1,000 despensas de comida durante toda la pandemia. Me gustaría donar más, pero no siempre hay dinero”, dijo Cerda confesando que también donó unas 200 mascarillas a la comunidad.

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A pesar de que el trabajo en su organización no termina, Cerpa es voluntaria de la organización Peace Over Violence desde hace tres meses, contestando la linea de crisis.

Cerpa contesta la línea un día a la semana unas cinco horas seguidas.

“Puedo atender hasta 10 llamadas por día, pero el entrenamiento de tres meses, 11 horas a la semana que realice me ayuda a poder entender mas a las personas que llaman a mi organización”, dijo Cerpa.

En realidad, el compromiso de ayudar a la comunidad no empezó hace cuatro años para Cerpa.

Cuando sus tres hijos, ahora adultos, ingresaron al sistema escolar, ella empezó a abogar como activista para la mejor educación para los niños de bajos recursos y los niños migrantes, y para exigir la capacitación de padres para poder navegar el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles.

“Yo vine a este país a los 10 años. Tuve la oportunidad de sumergirme en la cultura americana, pero no quise dejar a mi comunidad atras”, dijo Cerpa.

“Tampoco quise que los padres migrantes y sus hijos estuvieran faltos de una voz”, dijo Cerpa, quien por un corto periodo de tiempo trabajo como maestra de escuela preescolar.

La voluntaria le da gracias a todas esas personas a su alrededor que han sido parte de sus esfuerzos, entre ellas su esposo Fulano, quien es sostén del hogar y le ayuda en la compra de la comida para la gente mas vulnerable.

“Aquí te das cuenta de que la violencia doméstica, el abuso sexual y el hambre no discriminan… una pandemia no puede detenerme”, dijo Cerpa.

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