Los estudiantes quieren olvidar el 2020-21. Los editores del anuario les muestran por qué no deben hacerlo

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Los editores de la escuela preparatoria seguían escuchando los mismos rumores de sus compañeros de clase. El anuario sería deprimente. Sería breve, si se publicara. De todos modos, ¿qué había para recordar? Sin graduación, sin partidos de fútbol, sin noche de graduación. Solo día tras día de clases por Zoom y alumnos en pantalones deportivos.
Al mismo tiempo, los estudiantes de último año lamentaron cómo sus últimos momentos en la preparatoria, en toda su monotonía, estaban terminados. Temían no recordar este período.
“Traté de asegurarles que estamos trabajando con todas nuestras fuerzas para capturar realmente el año por lo que es”, subrayó Suji Kim, editora del anuario de Redondo Union High School, “que es algo que debemos conmemorar, celebrar y no solo aislar en el fondo de nuestras mentes”.
Tal ha sido la responsabilidad vital del personal del anuario de la escuela preparatoria: crear un registro preciso, pero cautivante, de cómo sus compañeros lucharon y siguieron adelante a pesar de la pandemia. Su desalentadora misión ha sido llenar decenas de páginas en blanco a pesar de que la vida estudiantil, como se documenta tradicionalmente, era casi inexistente.
La misión de los 25 empleados del anuario de Redondo Union High School se vio agravada por la presión de representar un documento reconocido a nivel nacional. Las expectativas eran altas.
Mitch Ziegler, el asesor del anuario de la escuela durante 31 años, no dejaba de recordarle a su personal que la mayoría de las imágenes mentales de la escuela preparatoria provienen de los recuerdos conservados en sus anuarios; el período de 2020-21 no fue diferente.
En el otoño, los editores no sabían si reabriría la escuela ni cuándo. Así que recurrieron al apoyo externo. Los estudiantes y sus padres enviaron fotos de adolescentes en patineta y bicicleta de montaña, paseando perros, trabajando en autos, horneando pan. Como nunca antes, la vida en casa dominaría el anuario.
Las oportunidades para tomar fotos de sus compañeros de clase eran escasas, por lo que el personal aprovechó cualquier oportunidad para hacerlo. Cuando el club de teatro estaba ensayando su musical de otoño que debutaría en Zoom, un fotógrafo enmascarado tomó fotografías desde la distancia dentro de la casa de un actor.
Pero eso fue antes del aumento invernal de casos de COVID-19. En ese momento, los fotógrafos no tuvieron más remedio que enseñar a sus compañeros de clase cómo tomar una foto de sí mismos digna de un retrato para el anuario, dirigiéndoles sobre Zoom cómo inclinar sus cuerpos y capturar perfectamente la luz con sus teléfonos.
En un día brillante y fresco a mediados de febrero, cuando finalmente se permitió que los atletas regresaran al campus para acondicionamiento cuando los casos de COVID-19 comenzaron a menguar, un grupo de fotógrafos del anuario descendió sobre los campos deportivos. Por lo general, ni siquiera se molestan en tomar fotografías de la práctica. Pero como no había habido ningún juego deportivo, esta era su oportunidad de capturar a los atletas en movimiento.
Para la mayoría, era la primera vez que iban a la escuela en casi un año.

Marcel Sckesan, un estudiante de último año, mantuvo su lente firme mientras tomaba fotos de jugadoras de lacrosse que se lanzaban de un lado a otro del campo, con palos volando en el aire con cada pase.
“¡Oye, Marcel!”, gritó una chica, saltando hacia él. “Estoy muy sudada. ¡Además, mira esto!”, indicó, mostrándole uñas acrílicas rosadas a Marcel.
“¡Las vi, son realmente lindas!”, respondió, sus ojos le devolvieron la sonrisa.
Fue agradable pero discordante, comentó Marcel. Aquí estaba, interactuando con una compañera de clase que no había visto en tanto tiempo, como si todo fuera normal. “Es como si no hubiera pasado el tiempo porque ha sido lo mismo una y otra vez, todos los días”, explicó más tarde.
Los editores querían reconocer esta sensación de que el tiempo se detuvo. Su anuario tendría el tema “Because of you” (“Por ti”, en español), una reflexión sobre cómo sus relaciones con ellos mismos y con los demás les ayudaron a encontrar un significado durante un período de la adolescencia que de otro modo sería sombrío.
“No queremos tener capturas de pantalla de Zoom para cada espacio”, indicó Meena Kabbani, editora de Redondo Union. “Pero el anuario es una cápsula del tiempo del año y realmente no podemos ignorar el hecho de que estamos en Zoom 24-7”.
De igual manera el personal estaba decidido a llegar a algo más profundo que el aprendizaje a distancia y nuevos pasatiempos. Este año se había caracterizado por un tedio interminable, sí, pero también había representado crecimiento y transformación para muchos.
Habría un espacio que hablara de su relación con el mundo: cómo los acontecimientos nacionales por motivos raciales en el verano de 2020 llevó a muchos estudiantes de Redondo Union, la mitad de los cuales son blancos, a considerar sus roles en cuanto al racismo sistémico y la desigualdad. Marcharon en manifestaciones de Black Lives Matter en South Bay y Los Ángeles, mientras que otros hablaron en las redes sociales sobre la brutalidad policial por primera vez.
También se difundiría la relación de los estudiantes con su comunidad más inmediata (amigos, padres, maestros, intereses románticos) y cómo esas conexiones crecieron y se transformaron.
La sección más introspectiva analizaría la relación con uno mismo y cómo la exploración de la identidad, intrínseca a la adolescencia, se intensificó con tanto tiempo a solas. Los estudiantes se declararon queer y transgénero, cambiaron sus opiniones políticas y gustos musicales, experimentaron con el estilo. Se volvieron más conscientes de su salud mental, los altibajos y cómo se enfrentaban.
En la introducción del anuario, los editores escribieron sobre el “silencio desconocido sin la banda de música practicando a las 7 a.m.”. De cómo, por una vez, “no hay tráfico mientras los estudiantes intentan llegar al edificio de ciencias para el cuarto período”.
“Por ti”, dice el texto, “Redondo resuena más que nunca”. Los estudiantes están firmando peticiones, donando dinero a organizaciones comunitarias. Sus feeds de Instagram se han convertido en libros de texto que realmente leerán, bromearon los editores.
“Sabemos que la pandemia está trayendo cambios que nunca antes habíamos experimentado”, escribieron los editores. “Pero los cambios más importantes que harán que este año sea especial son los que traes tú”.
Sin embargo, lograr que la gente se abriera en este nivel a menudo requería bastante convencimiento, un desafío que enfrentan muchos otros equipos de anuarios en todo California. Por lo tanto, los editores han tenido que ser muy pacientes y empáticos tanto con sus compañeros de clase como con los miembros del personal del anuario, quienes ellos mismos no cumplieron con los plazos y faltaron a clases.
“La gente simplemente no tiene tantos incentivos para estar en el anuario en este momento”, explicó Ethan Bolos, gerente de negocios y de anuario en la escuela preparatoria John A. Rowland en el Valle de San Gabriel. “Me dejaban en visto y no me contestaron muchas veces”.
Este año también ha ampliado sus habilidades para establecer contactos; en tiempos normales, podían simplemente detener a un compañero de clase en el pasillo y pedirle una entrevista.
Jennifer Tan, asesora del anuario de Rowland High School, observó a su personal crear redes de contactos elaborados en Google Docs para llegar a los estudiantes que aún no se han incluido en la extensión del anuario.
“Hay mucho de ‘Conozco a una persona que conoce a esta persona, estoy en un club con fulano de tal’ y a partir de ahí rastrear a la gente a través de las redes sociales”, señaló Tan.
A la mayoría de los estudiantes de último año, motivados por su última oportunidad de dejar su huella en el anuario, se les tomaron fotos de estudio antes de la fecha límite de febrero. Pero solo la mitad de los alumnos de primero, segundo y tercer año, que tuvieron que tomar las suyas, las entregaron.
“Los chicos tienden a molestarse si se les deja fuera [del libro] por un error, así que es inquietante”, explicó Ziegler, el asesor de Redondo. “Simplemente se sintieron completamente desvinculados de la escuela este año”.
A principios de abril, el personal del anuario finalmente se reunió en el salón 164; tres cuartas partes del cuerpo estudiantil de Redondo Union habían regresado al campus, un número mucho más alto que la mayoría de las escuelas preparatorias de California. Los editores se asomaron por encima de los hombros de los empleados mientras trabajaban en sus monitores Apple de 24 pulgadas, un alivio después de comunicarse a través de Zoom y diseñar pliegos en pequeños Chromebooks durante muchos meses.
Los fotógrafos ahora tenían la gigantesca tarea de cubrir el equivalente a tres temporadas deportivas en el lapso de ocho semanas. Algunos deportes todavía eran difíciles de docuemntar: el equipo de baloncesto masculino fue puesto en cuarentena después de un brote de COVID-19. Los encuentros del equipo de atletismo fueron pocos y espaciados.
Contra todo pronóstico, los editores están en camino de cumplir con la fecha límite del 1 de junio, un mes antes de la fecha en la que normalmente enviarían las páginas a la imprenta. Cerca de 1.500 estudiantes habían reservado un anuario, 500 menos de lo habitual. El libro se entregará a los alumnos en julio.
Para la editora Suji Kim, quien asistirá a la Universidad de Pensilvania en el otoño, es un triunfo.
“Puede que no haya tenido un baile de graduación o un día de pinta en el último año”, comentó, “pero al menos tengo este anuario”.
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