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Análisis: Newsom venció en el proceso de destitución. ¿Sacará alguna lección de ello?

Gov. Gavin Newsom seated during a rally.
El gobernador Gavin Newsom asiste a un mitin contra la destitución en Culver City el 4 de septiembre. Es el segundo gobernador en la historia de California que se enfrenta a una elección de revocación, pero el primero en vencer el intento y permanecer en el cargo.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Veintiséis días antes de su cumpleaños número 54, los votantes de California le dieron al gobernador Gavin Newsom el regalo anticipado de una segunda oportunidad.

Su negativa el martes a destituirlo pone fin a un capítulo dramático y desagradable en la historia política del estado, aunque los enfrentamientos provocados por la elección revocatoria seguramente persistirán más allá del próximo año.

Pero aunque Newsom puede presumir con razón de que una considerable mayoría de los votantes quiere que termine el mandato para el que fue elegido en 2018, los resultados de las elecciones no ofrecen una aprobación a su estilo de gobierno.

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La campaña contra la revocación del gobernador rara vez mencionó sus logros. En su lugar, se basó en el equivalente político de una alarma de seguridad gritando, advirtiendo que los votantes deberían mirar bien a los republicanos y que la elección especial equivalía a un intento de robo.

El equipo político de Newsom no se detuvo ahí. Su argumento final fue que se vislumbraba un futuro distópico en caso de que alguno de los aspirantes del GOP -sobre todo el locutor conservador Larry Elder- jurara el cargo y desmantelara los esfuerzos de California para luchar contra la pandemia del COVID-19.

En cierto modo, la campaña contra la revocación aprovechó la contundente lucha que Newsom libró contra el entonces presidente Trump durante sus dos años de coincidencia en el cargo. Al llegar el día de las elecciones, el gobernador argumentó que Elder era una imitación de Trump cultivada en California, una acusación respaldada el lunes por el presidente Biden durante un mitin en Long Beach.

Pero la campaña ha terminado. Y lo que Newsom aprenda de lo ocurrido -lo que haga o no entienda de ello- afectará a millones de californianos.

Y aunque prevaleció, algunos le aconsejarán que muestre gratitud después de sobrevivir a lo que fue una experiencia política cercana a la muerte.

“Creo que después de que los políticos se anoten una victoria importante, deberían mostrar un poco de humildad”, dijo Garry South, un estratega que trabajó con Newsom en su breve coqueteo con la candidatura a gobernador en 2009. “No soy de los que creen que los demócratas tienen que convencer a los votantes de Trump, pero hay californianos bienintencionados que probablemente firmaron la petición de destitución”.

Puede que ni Newsom ni sus compañeros demócratas crean que eso signifique llegar a ofrecer una disculpa. Pero la idea de tender puentes tras una batalla muy polarizada tiene algún precedente histórico.

En 2005, el entonces gobernador Arnold Schwarzenegger hizo un completo mea culpa después de que los votantes rechazaran rotundamente las cuatro medidas que incluyó en la papeleta de unas elecciones especiales, propuestas que parecían una lista de deseos republicanos conservadores.

Al igual que la lucha de Newsom contra la destitución, fue una campaña agotadora y amarga, con una contienda de reelección al año siguiente.

Aunque los detalles fueron diferentes -en particular, Newsom ganó-, fue el tono de 2005 lo que más recuerdan los observadores políticos. Schwarzenegger trató de calmar los ánimos, prometiendo “más colaboración y más trabajo conjunto”.

Menos de un año más tarde, después de remodelar su marca política -haciéndose menos republicano y más lo que él llamaba “postpartidista”- Schwarzenegger ganó fácilmente un segundo mandato, venciendo al demócrata Phil Angelides, el tesorero del estado, por 17 puntos porcentuales.

El revés de 2005 fue personal para Schwarzenegger, y el esfuerzo de revocación podría ser similar para Newsom. Incluso en caso de victoria, una destitución obliga a un titular a someterse a un embarazoso voto de censura.

Pero si Newsom va a reconocer que sus acciones jugaron algún papel en la causa de la elección que terminó el martes, se lo está guardando para sí mismo. Lo más lejos que parece estar dispuesto a llegar es una promesa de seguir haciendo lo que ha estado realizando hasta el momento.

“Solo quiero decirle a la gente que me comprometo a terminar el trabajo”, dijo al San Francisco Chronicle la semana pasada.

Aunque eso puede ser suficiente para la mayoría de los votantes, es posible que Newsom no les guste tanto a nivel personal.

La pandemia ha vuelto uno de los puntos fuertes de Newsom en su contra. Su reputación de experto en políticas, amante de los detalles y los datos, se convirtió en una caricatura durante los interminables eventos diarios en directo que celebró durante el punto álgido de la crisis de salud pública el año pasado.

Ann O’Leary, que fue jefa de gabinete de Newsom hasta mediados de diciembre, comentó que las sesiones informativas en línea parecían el mejor curso de acción al principio de la crisis de la COVID-19, contando que una residente de Fresno se había puesto en contacto con la oficina del gobernador y había elogiado sus presentaciones, diciendo al personal que era una republicana leal.

O’Leary admite que los elogios pronto se desvanecieron, aunque cree que la frustración con Newsom era, en última instancia, un reflejo del miedo del público.

“Querían respuestas”, señaló. “Y nadie las tenía”.

Sin embargo, Newsom siguió adelante. Se organizó un evento al estilo de un concurso para repartir premios en efectivo a algunos californianos que habían aceptado recibir la vacuna COVID-19. Y el evento de junio, junto a un Transformer y los famosos Minions del cine, para celebrar el regreso a los parques temáticos.

Cuando Newsom fue objeto de una parodia en “Saturday Night Live” en febrero, el programa no se anduvo con rodeos.

“Es odiado por todos los californianos, excepto por esas diez personas con las que cenó en Napa aquella vez”, dijo la comediante Kate McKinnon, interpretando al Dr. Anthony Fauci en un sketch en el que Newsom y otros gobernadores decidían quiénes recibirían las demandadas dosis de la vacuna COVID-19 en un programa de juegos.

La cena del Valle de Napa en el French Laundry, que probablemente será recordada como un gran error político, alimentó la petición de destitución. Incluso con la victoria del martes, sigue siendo un recordatorio de los privilegios y el acceso.

“Hay un aspecto de Newsom que resulta desagradable para algunas personas”, expresó South. “Simplemente lo es. Molesta a varias personas, y enoja a algunos de mis amigos demócratas. Pero en última instancia, creo que los votantes juzgan a los políticos por el trabajo que hacen”.

Newsom, quizás más que la mayoría de los gobernadores, genera fuertes sentimientos que pueden no reflejar quién es realmente, dijeron algunos de los que han trabajado junto al gobernador y que pidieron no ser identificados para poder hablar con franqueza.

Creen que la diferencia de percepción entre el hombre Newsom y la figura pública a veces ridiculizada es enorme, y que, en todo caso, es demasiado introspectivo y un jefe ejecutivo a veces consumido por la duda. Newsom, dijeron, es un hombre que a menudo ve su trabajo y sus logros como el vaso medio vacío.

“Engreído es la última palabra que usaría para describirlo”, comentó un antiguo asesor.

Y a veces, indicó otro antiguo asesor, las críticas durante la pandemia a un gobernador que no paraba de cambiar de rumbo eran en gran parte el resultado de las acciones de Newsom que reflejaban la falta de consenso dentro de la administración durante los primeros meses.

A finales de enero, el índice de aprobación del gobernador estaba por debajo del 50%. Menos de un tercio de los votantes en una encuesta del Instituto de Estudios Gubernamentales de la Universidad de Berkeley, copatrocinada por el Times, pensaba que estaba haciendo un buen trabajo en la respuesta del estado al coronavirus. Incluso menos electores dijeron que era eficaz a la hora de equilibrar las demandas de salud pública con la necesidad de apoyar la maltrecha economía del estado.

Algunos de los que están cerca de Newsom desearían que encontrara una manera de centrarse más ahora que la revocación ha fracasado; les preocupa que su tiempo como gobernador se haya caracterizado por su hábito de abarcar demasiado. Dicen que el enfoque de hacer todo a la vez ha alimentado la frustración de otros funcionarios electos y defensores de la agenda más amplia del Partido Demócrata.

Pero ninguna de las personas entrevistadas cree que Newsom será una persona diferente después de sobrevivir a la destitución. Algunos creen que será difícil para el gobernador no ver los resultados como una reivindicación total.

Hay un inconveniente político para un funcionario electo que cambia demasiado, dijo South, que en su día fue el principal estratega político del ex gobernador Gray Davis.

“No sé si alguna vez cambian fundamentalmente”, expresó South sobre los políticos. “Son lo que son. Y parecen falsos cuando intentan cambiar”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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