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Los incendios forestales mataron a miles de secuoyas en el sur de Sierra Nevada

Nathan Stephenson stands, arms outstretched, before a charred sequoia.
Nathan Stephenson, científico emérito del Western Ecological Research Center, habla el viernes sobre la pérdida de secuoyas gigantes en Redwood Mountain Grove en los Parques Nacionales Secuoya y Cañón de los Reyes.
(Tomás Ovalle / Para The Times)
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Hasta 3.600 secuoyas gigantes perecieron en las llamas de los incendios forestales gemelos que se encendieron durante una tormenta eléctrica a principios de septiembre y arrasaron 27 arboledas de los gigantes en el sur de Sierra Nevada, informaron el viernes funcionarios del Servicio de Parques Nacionales.

Más de dos docenas de arboledas se quemaron cuando los fuegos forestales del complejo KNP y Windy se expandieron a través de la vegetación reseca, exacerbados en ocasiones por fuertes vientos y tormentas eléctricas.

Corrección:

3:44 a.m. nov. 22, 2021An earlier version of this article said that the General Grant Tree was swaddled in a fire-resistant aluminum blanket last month to protect it from the KNP Complex fire. The tree was not blanketed; there were sprinklers placed around it to protect it from flames.

Es una pérdida asombrosa que equivale del 3% al 5% de la población de secuoyas gigantes del mundo, y llega inmediatamente después de una devastación aún mayor. El incendio de Castle del año pasado hizo perecer hasta el 14% de la población mundial de secuoyas gigantes. Entre los tres fuegos, las autoridades estiman que casi el 20% de todas las secuoyas pueden haber muerto en los últimos 14 meses.

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La sombría noticia se dio en una sesión informativa en el Grant Grove, del Parque Nacional Cañón de los Reyes, a la sombra del árbol General Grant, considerado el segundo árbol más grande de la Tierra. El mes pasado, el enorme árbol, que se eleva más de 260 pies, fue rodeado por rociadores para protegerlo del fuego aún activo del complejo KNP que ha incendiado más de 88.300 acres en un terreno accidentado en los Parques Nacionales Secuoya y Cañón de los Reyes.

“Nunca es fácil ver a una monarca secuoya gigante que ha muerto”, comentó Teresa Benson, supervisora del Bosque Nacional Secuoya, en la sesión informativa. “Esa es una de las cosas más difíciles que he tenido que afrontar en toda mi carrera de 30 años con el servicio forestal. No es bueno para nuestro medio ambiente”.

Aunque ya no es una amenaza, el KNP, contenido en un 75%, continúa masticando bolsas de combustible pesado.

Mientras tanto, los equipos han contenido completamente el incendio de Windy hacia el sur, que quemó más de 97.500 acres en la Reserva Indígena del Río Tule y el Bosque Nacional Secuoya.

Nathan Stephenson points toward treetops.
Nathan Stephenson, del Western Ecological Research Center, analiza la pérdida de las secuoyas.
(Tomás Ovalle / Para The Times)

El complejo KNP quemó 16 arboledas de secuoyas y el Windy incendió 11 arboledas de árboles gigantes, maravillas naturales que pueden vivir más de 3.000 años y elevarse más de 250 pies.

Entre los que peor resultaron se encontraba Redwood Mountain Grove, donde decenas de secuoyas gigantes fueron incendiadas por el fuego del complejo KNP.

Intercalados con árboles de aspecto saludable, los cadáveres de secuoyas ennegrecidas se levantaron el viernes en formas inquietantes, casi escultóricas, como un ejército de muertos.

Algunos seguían echando humo por el incendio que estalló hace más de dos meses.

Los funcionarios se habían preparado para la devastación, aunque los enormes árboles han sobrevivido, y prosperado, en medio de fuegos forestales durante miles de años.

Con sus altísimos follajes y su corteza gruesa, las secuoyas gigantes están adaptadas para resistir el fuego de baja intensidad e incluso lo necesitan para reproducirse. Pero los feroces incendios provocados por el cambio climático de los últimos años han resultado fatales para los árboles que los expertos alguna vez pensaron que eran impermeables a las llamas.

Las autoridades indicaron el viernes que entre 2.261 y 3.637 secuoyas con una base de 4 pies o más de diámetro perecieron o resultaron tan gravemente dañadas que fallecerían entre tres a cinco años.

Las cifras provienen de un informe basado en el análisis de científicos de Nature Conservancy y el Servicio de Parques Nacionales. Aunque preliminar, Christy Brigham, jefa de Administración de Recursos y Ciencia de los Parques Secuoya y Cañón de los Reyes, así como coautora del informe, cree que son precisas o, peor aún, una subestimación.

Al discutir el número de secuoyas que perecieron, Brigham lloró en la sesión informativa.

“Si bien estas pérdidas no son tan severas y grandes como el fuego de Castle, siguen siendo significativas, insostenibles y están fuera del rango de los efectos históricos de los incendios en las grandes secuoyas. Por lo tanto, no son lo que estamos tratando de lograr mientras gestionamos estos magníficos bosques para resistencia al fuego y al cambio climático”, señaló.

Desde 2015, los incendios de alta gravedad han hecho perecer a secuoyas gigantes “en cantidades mucho mayores de las que se han registrado”, subrayaron funcionarios del Servicio de Parques Nacionales. La sequía también ha contribuido a su declive, debilitando sus defensas y haciéndolas susceptibles a las incursiones de los escarabajos de la corteza, otro flagelo al que históricamente han sido inmunes.

Los incendios del complejo KNP y Windy se encendieron el 9 de septiembre en medio de tormentas eléctricas que sacudieron la región y se expandieron rápidamente en medio del paisaje reseco. Mientras los equipos luchaban para combatir las llamas que ardían en áreas empinadas y de difícil acceso, surgió una revelación devastadora: Las flamas habían empujado en la dirección del famoso Bosque Gigante, hogar de unas 2.000 secuoyas gigantes, incluido el árbol más grande del mundo.

A medida que la triste realidad se imponía, los equipos de bomberos, a mediados de septiembre, envolvieron la enorme base del árbol General Sherman y algunos otros gigantes bien conocidos en un material de aluminio que normalmente se usa para proteger edificios. El General Sherman, considerado el árbol más grande por volumen, y muchos otros árboles cercanos, sobrevivieron, en parte, debido a décadas de quemas prescritas para limpiar la vegetación en la meca turística.

Pero los pronósticos eran más tenues para las arboledas más remotas y menos cuidadas.

Garrett Dickman, un botánico asignado al incendio de Windy, expresó hace semanas temores de que las tasas de mortalidad de árboles pudieran rivalizar con las del fuego de Castle del 2020, que quemó al menos 7.500 árboles.

Con la ayuda de un grupo operativo de secuoyas, Dickman caminó por el campo a fin de preparar los árboles para el fuego cuando fuera posible y tratarlos después de que las llamas hubieran pasado. Vio árboles muy incendiados y arboledas enteras que calculó que habían sido diezmadas.

Mientras los equipos atravesaban la zona de quemaduras, Dickman llevaba un recuento de árboles muertos. Contó 74 a principios de octubre, pero las autoridades ahora informan que el número es mucho mayor.

Brigham inicialmente pensó que a los árboles les había ido mejor en condiciones más favorables, incluida una capa de inversión térmica frecuente que aplastaba las llamas. Pero ese optimismo se agrió el mes pasado cuando un enorme pirocumulus se formó cerca de Redwood Mountain Grove, lo que indica la probabilidad de un comportamiento extremo del fuego. Castle Creek Grove también apareció sometido a un incendio de gran gravedad.

Los funcionarios del parque escribieron en Facebook que sospechaban que algunas arboledas fueron alcanzadas por llamas lo suficientemente severas como para “provocar la mortalidad de las secuoyas, posiblemente para una cantidad significativa de árboles (cientos)”. La evaluación reciente sugiere que el daño fue aún peor.

En un esfuerzo por proteger a los amados árboles, los equipos recurrieron a tácticas de extinción de incendios inusuales. Además de envolver los enormes árboles en un material de aluminio resistente al fuego similar al papel de aluminio, los sistemas de rociadores también se instalaron en terrenos accidentados, el personal inició fuegos preventivos para quemar combustibles potenciales y los escaladores incluso fueron enviados a un árbol de 200 pies para mojarlo con agua.

“Estamos tomando medidas tan drásticas para salvar estos árboles, y se merecen esas medidas enérgicas para salvarse”, señaló Dickman en ese momento.

Gran parte del Cañón de los Reyes reabrió el mes pasado, pero algunas áreas han cerrado desde entonces para la temporada de invierno, indicaron los funcionarios del parque. Solo una parte del Parque Nacional Secuoya se volvió accesible al público recientemente.

Los funcionarios del parque reabrieron la semana pasada parte de la zona de las colinas, que se extiende desde la entrada de Ash Mountain hasta Hospital Rock, a unas seis millas por la autopista Generals. Más allá de eso, el daño a la carretera y los árboles peligrosos hicieron que el área fuera insegura, explicó Mark Ruggiero, un oficial de información de incendios. Algunos de los mayores atractivos del parque aún están prohibidos, incluido el Bosque Gigante.

Si bien los visitantes verían árboles carbonizados y humo saliendo de puntos específicos, también verían áreas que se asemejan a “una alfombra verde”, comentó Ruggiero. La hierba estaba creciendo en las zonas quemadas recientemente rociadas por las lluvias.

“Se parecerá un poco a la primavera”, señaló.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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