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El brote de Ómicron podría afectar ciertas zonas de California con más vehemencia que a otras

Rodolfo Gonzalez, a pharmacist intern, prepares Pfizer-BioNTech COVID-19 vaccine in Delano last month.
Rodolfo González, un farmacéutico practicante, prepara la dosis de Pfizer-BioNTech contra el COVID-19 en Delano, el mes pasado. A los funcionarios les preocupa que las tasas de vacunación más bajas en áreas como el Valle Central puedan resultar en un aumento repentino del coronavirus invernal.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

La oleada de Ómicron podría afectar a algunas partes de California mucho más duramente que a otras, siendo el Área de la Bahía la que mejor aguante el impacto y el Valle Central el peor.

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Mientras Ómicron se extiende por Estados Unidos a una velocidad asombrosa, los funcionarios y expertos de California intentan adivinar cómo se propagará la muy infecciosa variante por el estado y cuál debería ser exactamente la respuesta a la amenaza.

Aún se desconoce mucho sobre la cepa, pero los expertos sostienen que tiene el potencial de colapsar los hospitales, particularmente en áreas con bajas tasas de vacunación. También es posible que partes de la costa de California, altamente inoculada, puedan resistir a ella mejor que las zonas del interior, que han tenido problemas para inmunizar a los residentes y promover el uso de cubrebocas en lugares públicos cerrados.

El Área de la Bahía de San Francisco tiene algunas de las tasas de vacunación más altas del estado, y los funcionarios creen que eso podría ayudar a reducir la velocidad de transmisión de Ómicron. Por el contrario, Inland Empire y el Valle de San Joaquín, donde los expertos están especialmente nerviosos porque mantienen bajas cifras. Los condados de L.A. y Orange, cuyos dígitos se encuentran en algún punto intermedio, podrían tener un impacto acorde.

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Una posibilidad es que el Área de la Bahía experimente un alza relativamente pequeña en las hospitalizaciones; el condado de Los Ángeles, una media, y el Valle Central, la más elevada, según el doctor Peter Chin-Hong, experto en enfermedades infecciosas de UC San Francisco.

Ese patrón sería similar al brote de Delta de este año, donde la tasa máxima de hospitalización en el verano del Valle de San Joaquín fue dos veces peor que la del sur de California y casi un 300 por ciento más que la del Área de la Bahía. Los hospitales del Valle de San Joaquín se vieron abrumados desde que comenzó la oleada de esa variante; los del Área de la Bahía no experimentaron una situación semejante.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciará este martes nuevas medidas, como la movilización de personal médico militar y federal para apoyar a los hospitales y la compra de 500 millones de pruebas de covid, para afrontar el avance de la variante ómicron en el país.

Dic. 21, 2021

Si bien se espera que Ómicron produzca más infecciones entre las personas vacunadas en comparación con las variantes anteriores, lo que las hace más vulnerables a ser contagiosas y a sufrir síntomas leves, es probable que éstas aún estén protegidas en gran medida contra complicaciones graves y la muerte. Son los no vacunados quienes aún corren el mayor riesgo de ser internados y fallecer.

Incluso antes de la llegada de Ómicron, lugares como el condado de Fresno durante el brote de Delta solicitaron ayuda del condado de Los Ángeles para transferir pacientes allí. Eso subraya la vulnerabilidad del Valle Central, según Chin-Hong. Un problema clave con la nueva variante es que puede tener una mayor probabilidad de reinfectar a quienes sobrevivieron previamente a una infección por coronavirus pero que todavía no están inoculados.

Con Ómicron, “la [infección] natural por sí sola no parece proteger”, afirmó Chin-Hong. “El Valle Central siempre se ha visto muy afectado por muchas oleadas”, y dada su relativa falta de aceptación de la vacuna, “eso les dará menos seguridad para lo que se avecina”.

Pero los sitios con más camas de hospital, personal y tasas de inmunización más altas estarán mejor preparados para manejar a más pacientes con COVID-19. Chin-Hong cree que el Área de la Bahía podría estar equipado para manejar una irrupción de Ómicron, “dadas las altas tasas de vacunación, de refuerzos -al menos en la población mayor- y una elevada aceptación de las vacunas para niños y adolescentes”.

En San Francisco y el condado de Santa Clara, el 87% de los residentes de todas las edades han recibido al menos una dosis de la inoculación; mejor que las tasas de los condados de Los Ángeles y Orange, del 75%; y muy por delante del Inland Empire y el Valle Central, donde es del 59% en el condado de San Bernardino y del 56% en el de Kern, hogar de Bakersfield.

También existen diferencias regionales en el consentimiento a aplicarse las vacunas para las edades de cinco a 11 años. En San Francisco, el 45% de los menores en este grupo tienen al menos una dosis, en comparación con el 21% en el condado de Los Ángeles y el 10% en el de San Bernardino.

Los centros de salud cualificados a nivel federal están sumidos en la burocracia sobre cómo deben ser pagados por Medicaid por cada dosis de la vacuna COVID-19.

Oct. 12, 2021

Esas tasas de vacunación son una explicación probable de los índices de hospitalización por COVID-19 existentes. Por cada 100.000 residentes, el Área de la Bahía tiene cinco personas hospitalizadas, mientras que el condado de Orange tiene seis; el de Los Ángeles, siete; y el de Ventura, nueve. Por el contrario, la cifra del condado de Riverside es de 13, en Fresno es de 18 y en el de San Bernardino llega a 19. Algunos expertos consideran la situación como preocupante cuando la tasa es de cinco o superior.

El doctor Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, cree que incluso si Ómicron tiende a producir casos menos graves, una tasa de transmisión mucho más alta podría derivar en una cantidad mayor de personas enfermas que con las variantes anteriores, y resultar entonces en hospitales abrumados. Si Ómicron es, por ejemplo, un 30% menos peligrosa, pero los casos nuevos se quintuplican, “la situación sigue siendo terrible, [con] muchas más hospitalizaciones y muertes que con Delta”, escribió.

Wachter relató la historia de un amigo en la ciudad de Nueva York que tuvo COVID-19 el año pasado. Había recibido tres inyecciones de una vacuna de ARNm y fue a una fiesta en la que las personas debían estar vacunadas, pero no se exigió el uso de mascarillas. El hombre dio positivo durante el fin de semana, pero sus síntomas no fueron de gravedad.

Las autoridades han enfatizado que las vacunas, las dosis de refuerzo y varios protocolos de seguridad, como el uso de cubrebocas en lugares públicos cerrados, son la mejor manera de luchar contra Ómicron, y agregaron que no ven la necesidad de otro bloqueo.

Algunos expertos remarcan la importancia de estar a salvo, pero también de no reaccionar de forma exagerada ante la nueva variante, como por ejemplo pensar en cerrar las escuelas. Los funcionarios de salud de California han notado que los brotes de nivel K-12 son bajos, lo cual ilustra la estrategia exitosa del estado para limitar la transmisión en esos ámbitos, en gran parte debido al requisito de usar cubrebocas en las aulas.

“Podemos mantener seguros a los niños y maestros en los colegios”, tuiteó el doctor Ashish Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown. “Esto no es marzo de 2020. Tenemos vacunas”.

Los funcionarios de salud en el Área de la Bahía comunicaron un mensaje ambiguo: instaron a las personas a aplicarse una dosis de refuerzo y a la vez agradecieron a la población por las altas cifras de cumplimiento con el mandato de uso de mascarillas en interiores y la gran tasa de vacunación.

“Cuando miro hacia el futuro, veo un aluvión de Ómicron”, comentó la semana pasada la doctora Sara Cody, directora de salud pública y oficial de salud del condado de Santa Clara. Incluso así, en lugar de centrarnos en nuevas restricciones, “realmente nos estamos enfocando en todo el esfuerzo para que el público sepa lo importante que es aplicarse un refuerzo. Tenemos tasas de vacunación extraordinariamente altas”, destacó.

El asesoramiento consiste en llamar la atención sobre una “crisis de la salud mental de los jóvenes” y recomendar recursos a los que recurrir y medidas que adoptar.

Dic. 13, 2021

De hecho, un epidemiólogo de UC San Francisco, el doctor George Rutherford, afirmó el viernes ante sus colegas en un encuentro que considera bastante seguro ir a eventos bajo techo, como los partidos de la NBA de los Golden State Warriors y conciertos, debido a los requisitos en San Francisco de que los asistentes a concentraciones de 1000 o más personas estén completamente vacunadas para ingresar, un estándar más estricto que las reglas del estado, que permiten que las personas no inoculadas ingresen a espectáculos masivos siempre que muestren los resultados de una prueba COVID-19 reciente negativa. “Creo que son las medidas más seguras posibles”, comentó.

En partes del Área de la Bahía, la confianza en la gestión de la pandemia de la región parecía ser lo suficientemente alta como para que los funcionarios estatales, al decidir extender un mandato en California de uso de mascarillas para interiores, permitieran que los condados con reglas preexistentes dejaran intactas algunas excepciones limitadas.

Lo que significó que a condados como San Francisco, Alameda y Contra Costa, que han tenido un mandato local de uso de cubrebocas en interiores desde el verano, se les dejara mantener una regla relajada: la utilización opcional de mascarillas en oficinas y gimnasios si todos los que están allí están completamente vacunados.

En general, parecía haber una sensación en el Área de la Bahía de que ordenar el cierre de ciertos tipos de negocios o limitar el tamaño de las multitudes en los grandes eventos era una estrategia obsoleta para controlar la pandemia.

En cambio, hubo más interés en controlar la propagación del virus a través de reglas como exigir un comprobante de vacunación para ingresar a ciertos negocios. Oakland, por ejemplo, está considerando seguir el ejemplo de ciudades como San Francisco, Berkeley, Los Ángeles y West Hollywood al requerir a los clientes de los restaurantes y gimnasios que muestren un certificado de inoculación para acceder.

Algunas instituciones consideran pedir refuerzos. La Universidad de Stanford anunció que solicitará que los estudiantes elegibles entreguen una prueba de haber recibido una segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19, a menos que tengan una exención médica o religiosa, antes del 31 de enero.

Después del hospital, algunos pacientes de COVID-19 se enfrentan a una vida atada a máquinas de oxígeno y llevando tanques de repuesto para respirar.

Ago. 24, 2021

Los primeros datos de Gran Bretaña muestran que la efectividad de la vacuna contra casos sintomáticos de Ómicron cae al 34% seis meses después de la segunda dosis de la serie Pfizer, de dos inyecciones. Sin embargo, una tercera inyección aumenta esa protección hasta un 76%, comentó Rutherford. “Lo único que debería concluir hoy es que necesita aplicarse un refuerzo ya mismo”.

Los nuevos desarrollos están presentando buenas y malas noticias.

Citando datos de la Universidad de Hong Kong, aunque Ómicron parece ser más infecciosa para las vías respiratorias, sería menos nociva contra el tejido pulmonar, explicó el doctor Charles Chiu, especialista en enfermedades infecciosas de la UC San Francisco, durante el encuentro de especialistas. “Puede ser más transmisible, pero una vez que afecta a un individuo, parece menos probable que infecte el tejido pulmonar”, el tipo de trastornos respiratorios que conducen a la muerte, remarcó Chiu.

Eso podría explicar el por qué de la duración de las hospitalizaciones en Sudáfrica por Ómicron son más cortas: tres días, frente a siete. “Y posiblemente se deba al hecho de que menos personas necesitan oxígeno en las unidades de terapia intensiva. Sin embargo, habrá más gente en los hospitales”, sugirió Chin-Hong.

El problema potencial surgiría si demasiados trabajadores enferman al mismo tiempo, lo cual significa que las autoridades podrían acortar el periodo de aislamiento de las personas infectadas, para mantener en funcionamiento los centros médicos.

Estos cambios pueden ser necesarios “porque no podemos tener a todos de licencia durante 10 días”, que es la pauta actual sobre el tiempo en que debe aislarse una persona después de dar positivo, remarcó Chin-Hong. Está surgiendo evidencia de que las personas vacunadas que se infectan pueden contagiar durante menos días que las no inoculadas.

De cara al futuro, Chiu destacó que el mejor de los casos es que Ómicron representará solo una interrupción significativa que no resultaría en un gran pico de hospitalizaciones y muertes. Además, después del rango más alto de ésta, existe la posibilidad de que haya suficiente inmunidad en la población para que la transmisión del coronavirus sea baja y minimice el riesgo de otra variante.

Pero también es posible que el coronavirus vuelva a mutar. “Este virus nos ha dejado atónitos ya tantas veces”, expresó Chiu.

El doctor Kim Rhoads, profesor asociado de epidemiología y bioestadística en UC San Francisco, remarcó que a medida que avanzamos hacia 2022, es posible que la gente deba acostumbrarse a que no habrá un rápido regreso a la normalidad. “Siento que nos han engañado”, confesó. Esa anterior luz al final del túnel “resultó ser un tren de carga llamado Delta”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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