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Multitudes de invierno abruman a Big Bear, mientras Ómicron golpea a la fuerza laboral: ‘Es una locura’

Skiers and snowboarders on a hill
Esquiadores y practicantes de snowboard se dirigen a las telecabinas en Snow Summit en Big Bear.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Los habitantes de las ciudades que buscan refugio en las montañas en medio de la pandemia han ejercido una inmensa presión sobre las ciudades turísticas como Big Bear.

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Con sus esquís cerca, John Gabin descansaba frente a una mesa de picnic, viendo hacia las empinadas laderas cubiertas de nieve. Su hijo de 4 años estaba tendido sobre sus piernas extendidas.

“Es una escapada de Los Ángeles, de la ciudad, ¿sabes?”, comentó Gabin, de 46 años, de North Hollywood, quien rentó una casa en Big Bear Lake con su esposa, sus dos hijos y un amigo por varios días.

Pasó la mañana soleada de entre semana en enero en Snow Summit Resort, enseñando a sus hijos a esquiar, un pasatiempo que ha practicado desde que era niño y vivía en Francia.

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Ahora, es un medio para escapar del aumento continuo de casos de coronavirus a medida que la variante Ómicron se propaga rápidamente por los densos vecindarios de Los Ángeles.

“Desde Navidad, ha sido positivo, negativo, contacto, no contacto”, explicó. “Es una locura. No puedes hacerte la prueba en ningún lado. Es mucho estrés. Por eso tenemos que escapar”.

Las áreas turísticas de montaña como Big Bear han sido durante mucho tiempo destinos de vacaciones o excursiones de un solo día para los habitantes del sur de California, pero durante la pandemia y un invierno temprano de nevadas nutridas, la cantidad de visitantes se ha disparado, ya que las personas buscan actividades que aún permitan el distanciamiento social y otras medidas de seguridad para evitar contagios, dijeron funcionarios y dueños de negocios.

Sin embargo, si bien la afluencia de visitantes es un buen augurio para la economía local, ha puesto a prueba la infraestructura y la fuerza laboral de Bear Valley.

A lo largo de esta temporada de invierno y la última, los residentes, trabajadores y dueños de negocios en Big Bear se han enfrentado a una mayor exposición al coronavirus, falta de personal, escasez de servicios esenciales, carencias de viviendas, congestión de tráfico y estacionamiento, así como basura.

“Estamos experimentando, en un sentido microeconómico, los problemas que los demás en todo el país están sobrellevando”, comentó Ellen Clarke, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Big Bear.

“Solo que en nuestra pequeña comunidad, tenemos muy poca población, y eso duele, duele mucho”.

Clarke dijo que los problemas de personal han afectado más a las pequeñas empresas con 10 o menos empleados.

Customers are helped at a ski and snowboard rental shop.
Brody Barr ayuda a los clientes Justin y Brandon Han de Whittier en Johnny’s Ski and Board House en Big Bear Lake.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Brody Barr, quien trabaja en una tienda de renta de esquís y tablas de snowboard en la vía principal de Big Bear Lake, señaló que el aumento de la multitud es un espectáculo bienvenido, pero con la escasez de personal, él y otros empleados han tenido que trabajar horas extras durante las festividades.

Agregó que muchos de los clientes de la tienda son esquiadores o practicantes de snowboard que aprendieron el deporte durante la pandemia. Hay una gran cantidad de ellos que nunca habían puesto un pie en la montaña antes.

La afluencia fue especialmente difícil este año ya que los trabajadores todavía se estaban recuperando de la muerte relacionada con el COVID-19 del propietario de la tienda en diciembre, comentó Barr.

“Es muy probable que se haya contagiado trabajando aquí”, subrayó Barr. “No solo recibimos mucha gente de San Diego y Los Ángeles, sino también personas de todo el mundo que vienen para acá”.

Los decesos han llevado a los empleados de la tienda a ser más cautelosos con la seguridad ante el coronavirus mientras están en el trabajo, explicó Barr.

“El hecho de que las personas tengan COVID o el miedo a contraerlo, realmente ha dificultado tanto la contratación como la retención de empleados”, detalló Clarke, de la Cámara de Comercio.

Una de las tiendas de comestibles locales perdió unos 30 empleados, y los conductores del sistema de transporte que traslada a los visitantes hacia y desde las estaciones de esquí han abandonado el trabajo en masa, señaló Clarke.

Las empresas más grandes, como Snow Summit, propiedad de un conglomerado con sede en Aspen, Colorado, puntualizaron que también se vieron afectadas por la escasez de personal, y algunos de sus empleados dieron positivo recientemente por el coronavirus.

Tubers slide down a snowy slope, all but one in masks.
La temporada de esquí y snowboard está en pleno apogeo en centros turísticos de montaña como Big Bear, donde se deslizan cuesta abajo en Alpine Slide en Magic Mountain. Mountain make a run.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

“No estamos en una especie de burbuja, ni tampoco exentos de lo que todos los demás están experimentando”, subrayó Justin Kanton, vocero de Snow Summit.

Matthew Miller, quien creció en Big Bear Lake y ahora es dueño de una pequeña cadena de tiendas de alquiler de esquís y tablas de snowboard, principalmente a lo largo de la autopista 18, mencionó que varios de sus empleados dieron positivo por coronavirus en las últimas semanas.

La mayor parte de su personal, incluido él mismo, contrajo la enfermedad el invierno pasado. Ahora, menos personas están solicitando empleo.

La mayoría de los días se queda atendiendo llamadas telefónicas, tratando de convencer a la gente de que trabaje para él, mientras corre entre sus tiendas intentando cubrir las carencias en su negocio.

“En algunos momentos, la situación se vuelve demasiado frenética y atareada”, expresó Miller, quien vive en Redlands y sube la montaña cuatro o cinco días a la semana. Saludó a una pareja que transportaba varias tablas de snowboard desde una de sus tiendas en Running Springs, a una media hora en auto de Big Bear.

“Este año fue como la tormenta perfecta”, comentó Miller. “Tuvimos nieve, honestamente, apenas unos días antes de Nochebuena. Pudieron despejar las carreteras para Navidad y luego boom, fue una locura”.

Miller agregó que ha visto a muchos esquiadores y practicantes de snowboard novatos que llegan a su tienda desde 2020, especialmente en medio de los cierres, a los que llamó “publicidad para que vengan a las montañas”.

Snow on Big Bear Lake.
Un gran sistema de tormentas en diciembre cubrió áreas turísticas de montaña como Big Bear Lake.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

“Una vez que superas los 5.000 pies, parece que la gente simplemente hace lo que quiere. Sencillamente te sientes más liberado”, comentó con una sonrisa, observando a través de las puertas de su tienda hacia los montículos de nieve apilados a lo largo de la carretera que conduce a Big Bear. “Es el aire de la montaña, hombre”.

Pero con ese sentimiento de liberación también viene una serie de otros problemas.

El estacionamiento ilegal sigue siendo un gran problema para ciudades como Big Bear Lake, donde algunos visitantes bloquean con frecuencia las entradas de los propietarios de viviendas o se estacionan en los jardines de las personas, explicó Ryan Orr, portavoz de la ciudad.

Hay visitantes que traspasan la propiedad privada para tener peleas de bolas de nieve y empujar sus trineos.

Los trineos de plástico rotos, de color amarillo brillante, rosa o verde, que salpican las colinas blancas, son algo común en la ciudad durante el invierno, señaló Orr.

Algunos visitantes dejan basura. Varios residentes han encontrado pañales usados a lo largo del lago, mientras que ha habido informes de personas que defecan y orinan sobre las carreteras.

En respuesta, la ciudad contrató a dos trabajadores encargados de hacer cumplir los códigos y financió a dos agentes del Departamento del Sheriff del condado de San Bernardino, quienes han aumentado la aplicación de la ley en temas como el estacionamiento, emitiendo más de 600 multas, cada una de $100, desde el 17 de diciembre, expuso Orr.

“Damos la bienvenida a nuestros visitantes. Esa es la razón por la que existimos. No es una ilusión que seamos una ciudad basada en el turismo”, dijo Orr. “Y las multas son nuestro último recurso. Realmente queremos educar a las personas sobre el uso del sentido común, y que traten nuestro hogar como su hogar”.

La congestión del tráfico también ha sido una molestia tanto para los visitantes como para los lugareños, algunos estiman que los viajes desde el pie de la montaña hasta Big Bear son de tres a cuatro horas. Barr detalló que su recorrido desde Big Bear Lake a su casa en Big Bear City, a unas siete millas de distancia, puede demorar hasta dos horas durante las horas pico de tráfico. Un factor es el cierre parcial de la Carretera 18, que resultó dañada por fuertes lluvias y nevadas.

Y en las montañas de San Gabriel, los socorristas de Wrightwood comentaron que los embotellamientos de tráfico en las montañas han dificultado el acceso a las llamadas de emergencia.

Además, el auge de visitantes en Big Bear abarrotó aún más un mercado inmobiliario ya ajustado, lo que provocó un aumento de los alquileres y menos opciones para los residentes permanentes.

People ski and snowboard at Big Bear.
Esquiadores y practicantes de snowboard en Snow Summit en Big Bear.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

A medida que más personas que vivían en ciudades y suburbios urbanos buscaron condiciones de vida alternativas en 2020, mientras que gran parte del trabajo y la escuela permanecieron remotos durante los cierres, la demanda de alquileres a corto plazo en lugares rurales como Big Bear aumentó y el valor de la vivienda se disparó. Se pueden observar tendencias similares en otras ciudades turísticas rurales del oeste, como Lake Tahoe, Aspen y Park City.

Para satisfacer esa creciente demanda en Big Bear, estaban los propietarios de segundas viviendas, aquellos que no viven en la montaña todo el año, explicó Larry Vaupel, quien dirige el departamento de turismo de la ciudad. Son dueños de la gran mayoría de las 10.000 casas que hay en Big Bear Lake.

Queriendo sacar provecho del auge, 400 propietarios de segundas viviendas convirtieron sus casas en alquileres vacacionales, lo que supone un aumento del 20%, señaló Vaupel.

Los más afectados por el auge del valor de la vivienda fueron los inquilinos permanentes, que comúnmente trabajan en el sector de los servicios, con bajos salarios, en los centros turísticos del área, algunos de los cuales no pudieron mantenerse al día con el incremento de las rentas y fueron desplazados de sus hogares, explicó Vaupel.

En un grupo de Facebook para residentes, Barr comentó que recientemente escuchó de dos madres solteras que fueron desalojadas. Detalló que es común que las personas hagan tales anuncios en la página y que otros residentes brinden apoyo temporal, como donaciones, una habitación o un sofá para dormir hasta que se recuperen.

“Todo se reduce a la codicia”, señaló Barr sobre el incremento en las rentas y rentas vacacionales.

Los residentes permanentes de Big Bear también tenían menos acceso a servicios esenciales como electricistas y plomeros, quienes se vieron abrumados por la cantidad de propietarios de segundas viviendas que convirtieron sus hogares en alquileres vacacionales, mencionó Clarke, de la Cámara de Comercio.

Para las empresas, la falta de hogares asequibles solo ha exacerbado su lucha por contratar y mantener a los trabajadores, señaló Clarke.

Ella escuchó sobre una empresa que tenía una candidata ideal de una ciudad ubicada montaña abajo. A pesar de que le ofrecieron el trabajo, no pudieron contratarla porque no le fue posible encontrar vivienda en la ciudad.

Aunque las soluciones en torno a los problemas de vivienda siguen siendo inciertas, la ciudad ha tomado otras medidas para reforzar su infraestructura, como instalar más baños públicos y contenedores de basura para los visitantes, más ciclovías y estacionamientos en los comienzos de los senderos, expuso Vaupel.

“Creo que aprendimos muchas lecciones del 2020: Son lecciones difíciles y llegaron rápido”, enfatizó.

Mientras tanto, Clarke se preocupa por los trabajadores, y los propietarios de pequeñas empresas con escasez de personal, como Barr y Miller, se preparan cada semana para otro fin de semana agotador.

“Trabajan una cantidad de horas inconcebible”, subrayó Clarke. “Están agotados, toda la comunidad lo está”.

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