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Columna De adictos y adicciones: Funciona si lo trabajas

Sue Howland (der), integrante de un equipo que asiste a los adictos
Sue Howland (der), integrante de un equipo que asiste a los adictos, visita a Betty Thompson, una alcohólica de 65 años, en su departamento de Huntington, Virginia Occidental.
(ASSOCIATED PRESS)
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Cuando empecé a consumir, me tiré a matar; en mi caso no fue poco a poco, desde la primera vez me gustó el cristal, me daba más energía, podía estar despierto dos o tres días, no me cansaba ni sentía fatiga, tampoco sentía hambre, ni dolor, ni preocupaciones, me gustaba esa excitación sexual, que me llevó a consumir mucha pornografía.

Nunca he sido casado, ni tengo hijos, mi única responsabilidad soy yo mismo; he tenido novias, pero nada serio, de mi familia solo quedamos tres hermanos, y rara vez nos visitamos. Siempre he tenido habilidad para las ventas, durante mucho tiempo fue mi principal fuente de ingreso, gracias al comercio pude mantener mi adicción.

A toda acción corresponde una reacción, yo les llamo consecuencias. La fiesta me duró varios años, doce para ser exactos. Doce años fueron suficientes para demostrarme que no era tan chingón como yo me creía, siempre dije que podía parar cuando yo quisiera, pero era una más de mis mentiras; pasé de ser alguien con un futuro prometedor, a un rotundo fracaso. Mi habilidad para las ventas nunca la he perdido, lo que perdí fue la motivación para salir a trabajar.

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Estimado lector, querida lectora, como tal vez usted sepa, toda adicción está considerada como un trastorno de la personalidad, la adicción a las drogas, por ejemplo, desarrolla en la mayoría de los casos, una dependencia física a la sustancia, además de un trastorno conocido como: trastorno obsesivo compulsivo.

Feb. 20, 2021

A mi adicción hay que sumarle mi ignorancia, jamás leía un libro, las noticias no me importaban, la ciencia era demasiado complicada para mí, vivía en un mundo de sombras, aferrado a mis creencias, sin más sentimientos que una profunda autocompasión. Para mí, el éxito se medía con dinero, mientras lo tuve, las cosas parecían estar bien, pero tanto desvelo y desinterés me cobró la factura, poco a poco fui perdiendo mi negocio y me fui aislando.

Como buen vendedor, me dediqué a vender droga para sostener mi consumo y pagar la renta de un garaje, ese ha sido el peor de mis negocios, no solo perdí todo mi dinero, también perdí mi libertad. La prisión fue mi centro de desintoxicación, allí conocí los grupos de doble A, la verdad, empecé a ir para mostrar buena conducta. Durante los dos años que estuve ahí, asistí año y medio a un grupo. Desde que estuve en la escuela, no había vuelto a abrir un libro, esa fue mi mejor experiencia, en la literatura encontré una descripción exacta de mí y mis defectos de carácter.

¿Es fácil? No, los primeros tres meses la pasé muy mal, luego te acostumbras, creo que me hacía falta disciplina, comer, dormir y hacer ejercicio. En la cárcel me conocí, descubrí que soy cobarde, volví a llorar y tuve mucho tiempo para pensar.

Las malillas y las voces se me fueron pasando con el tiempo, yo no recibí terapia ni medicamento, mis terapias y mi medicina fue el grupo de doble A. Admitir que mi vida se había vuelto un caos, no me costó trabajo, después de todo estaba en la cárcel, sin dinero, ni propiedades, alejado de la familia y los amigos. Creer en un poder superior que me regresara el sano juicio, fue más difícil, por principio de cuentas, ni siquiera sabía si creía o no en un Dios o poder superior, y del sano juicio ni hablar, nunca había tenido sano juicio, mi vida siempre fueron los excesos.

Columna de Adictos y Adicciones

Jul. 26, 2020

Hace ocho años que estoy limpio, sin contar los dos años que pase en la cárcel, esos no los cuento porque no tenía opción, en la cárcel no podía consumir. Recuperar mi libertad me puso a prueba, nuevamente tuve la oportunidad de elegir drogarme o mantenerme limpio, por la gracia de mi poder superior tomé la mejor decisión y aquí me tienen.

Para mí, lo más intimidante fue hacer un inventario de mis defectos de carácter, enumerar a las personas a las que había hecho daño y las que me habían dañado, fue una lista muy larga, luego hice una lista de mis miedos, empezando desde mi infancia. El proceso duró semanas, no lo hice en un día, por fortuna tuve a un compañero, al que le digo padrino, quien me acompañó en ese viaje, nunca tendré con que pagarle.

Si usted me pregunta si el programa de doce pasos funciona, yo le respondo: funciona si lo trabajas, trabájalo porque lo vales.

Gracias a Martín por compartir su experiencia, celebro su vida y sus ganas de vivir, espero que este testimonio le dé ánimos a quienes piensan que van a morir activos. Dios los bendiga.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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