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Así fue el último juego de Kobe Bryant, el entrenador

Jugadoras del Equipo Mamba, el equipo que Kobe Bryant entrenaba, durante una ceremonia en el Staples Center en tributo a las víctimas del choque de helicóptero del 26 de enero.
Jugadoras del Equipo Mamba, el equipo que Kobe Bryant entrenaba, durante una ceremonia en el Staples Center en tributo a las víctimas del choque de helicóptero del 26 de enero.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)
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Joe de Vera no podía ignorar la compostura que provenía de la banca de Kobe Bryant.

En la Cancha 4, adentro de la Academia Mamba Sports, el 25 de enero, la misma “Mamba Negra” estaba entrenando al equipo de octavo grado, nivel club, de su hija Gianna.

Como un entrenador invitado en el equipo contrario, De Vera solamente había escuchado historias de aquel hombre que tenía tácticas de motivación que se habían convertido en una especie de mito.

Lo que De Vera vio ese día era algo diferente: el cinco veces campeón de la NBA vestía un traje deportivo negro y una sonrisa sincera. Hasta que llegó al momento de la verdad, cuando se paró, pero nunca estuvo cerca de gritar. Mientras cientos de espectadores empezaron a juntarse inquietos alrededor de la duela, Bryant se mantuvo relajado.

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“Estaba calmado”, dijo Vera. “Estaba muy positivo. No le gritó al referí. Quizá cuestionó alguna de sus decisiones, pero lo hizo de una manera respetuosa. Fue el ejemplo de cómo la gente debe de actuar en estos eventos. Fue algo sorprendente para mí”.

Menos de 24 horas después, Bryant y Gianna estuvieron entre las nueve personas - incluyendo la entrenadora Christine Mauser, dos otras compañeras de equipo y sus familiares- que murieron en las colinas de Calabasas en el choque de helicóptero que los transportaba a la academia en Thousand Oaks.

Días después del accidente, el mundo deportivo ha llorado. Las estrellas más grandes de la NBA están demolidas. Las ocho jugadoras restantes del equipo de Gianna han estado devastadas. Hasta el entrenador que solamente conoció a Bryant por una tarde, no lo podía creer.

“Lo conocí por 30 segundos y estoy llorando ahora”, dijo De Vera por teléfono el día del choque, mientras su voz se quebrantaba.

A penas había conocido a Bryant, una superestrella que estaba aún sumergido en el deporte que amaba y que en el último día de su vida parecía perfectamente en paz.

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En una entrevista con Associated Press en octubre de 2018, Bryant nombró al autor George R.R. Martin como la persona en la cual encontró inspiración como entrenador, entre todos. Bryant se había preguntado la razón por la que varios de los padres de los protagonistas habían fallecido en “Una Canción de Hielo y Fuego”, de Martin.

Cuando Bryant finalmente se topó con Martin en 2017, le preguntó.

La respuesta: “O mueren o son parte del problema”.

Bryant entonces respondió: “es una terrible analogía, pero que me entienda. Como padres de jóvenes atletas y entrenadores, si constantemente estamos proveyendo las respuestas para ellos, no podrán resolver sus problemas por sí mismos. Dales las herramientas para salir y terminarlo”.

Con el Equipo Mamba, Bryant hizo eso.

“Para los adultos, es importante que nosotros nos quitemos del camino”, declaró Bryant. “Algunas veces lo más importante es solamente observar. Solamente ver y entonces puedes guiar”.

Junto a Mauser, Bryant ayudó a construir un equipo en los últimos años, ensamblando un conjunto que incluyó a su hija (de apodo Gigi), los hijos de un exjugador de la NBA (MacKenly, la hija de Zach Randolph), un entrenador local de béisbol (Alyssa, la hija de John Altobelli, entrenador de Orange Coast College), el exalcalde de Costa Mesa (Kat, la hija de Jim Righeimer) y otras jugadoras del séptimo y octavo grado que prometían en el área del Condado de Orange.

A pesar de todas sus aventuras en otros negocios, la dedicación de Bryant al equipo era profunda.

“Las muchachas practican siete veces a la semana”, dijo Jim Righeimer en su publicación de Facebook en octubre de 2019. “Esa es la Mentalidad Mamba. Tres años atrás eran un equipo local de National Junior Basketball. Ahora están entre los mejores equipos de octavo grado en el país. Gracias Kobe”.

Como entrenador, Bryant ponía a prueba a sus jugadoras. Ocasionalmente, programaba partidos ante equipos de club a nivel de preparatoria. En los juegos, a menudo se negaba a cortar la presión de la ofensiva contraria en toda la cancha o pedir la doble marcación para nulificar desajustes defensivos.

“Quería que las niñas enfrentaran retos”, dijo James Parker, un amigo de Bryant que entrena al equipo de básquetbol de niñas en Pacifica Christian High en Newport Beach y a equipos de club para el programa de Nike local, Cal Swish. “Él era más de promover, alentar, dejar que cometieran errores, hacerlas sentir que estaba bien cometer errores, y dejarlas que ellas lo solucionaran”.

Bryant, muchas veces, hablaba con Parker sobre metas altas que tenía para su equipo. Quería que compitieran en el circuito nacional de menores de 16 años, ante equipos de mayor edad, y llegar al campeonato nacional de Nike.

Pero también las quería guiar con cuidado y comodidad. Las quería entrenar con calma. Aquellas personas en la comunidad del basquetbol femenil se daban cuenta. No era aquel jugador fuerte, sin misericordia. Kobe entrenaba con compasión y compostura.

“Le importaban las niñas”, dijo Todd Harrell, quien entrenó a tres de las jugadoras de Bryant en el Equipo Mamba, incluyendo a Altobelli, en el equipo Ensign Intermediate. “Es lo que me impactó más. No era solamente por su hija en el equipo. Tenía otras 10 hijas en el equipo, niñas que le importaban”.

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Al igual que Parker, Mo Hines no conoció a Bryant hasta que el futuro Salón de la Fama dejó de jugar. Hines entrena a un equipo de séptimo y octavo grado en Seattle llamado Tree of Hope, que enfrentó en dos ocasiones al equipo de Bryant en 2018. El equipo de Hines ganó las dos veces. Un impresionado Bryant entonces se hizo amigo de él después de eso.

“Cuando escuchas que a Kobe Bryant le gusta la manera en que entrenas o la manera en que tu equipo juega, quedas como ‘¿qué?’”, dijo Hines, un exasistente del equipo de básquetbol femenil de Washington State y un entrenador juvenil ya por mucho tiempo en Washington.

Ansioso de probar nuevamente su equipo, Bryant le pidió a Hines que viajará a la Copa Mamba en Thousand Oaks. Hines aceptó e invitó a su amigo De vera, un entrenador de club de niñas en Idaho, quien ya estaba en Los Ángeles para asuntos de negocios, para ayudar. Juntos, estuvieron en la banca opuesta de Bryant para la revancha del 25 de enero.

Esta vez, el Equipo Mamba obtuvo su revancha.

Gigi anotó cinco puntos. Payton Chester y Alyssa Altobelli, las otras dos jugadoras que murieron en el accidente, agregaron ocho y cuatro, respectivamente. Randolph tuvo 14, la que más puntos anotó. Y su equipo ganó 35-29, mientras Bryant vio con una admiración silenciosa.

“Estaba muy calmado, un hombre muy calmado”, dijo Hines. “Se paraba y pedía tiempo fuera en ocasiones, pero estaba calmado. Dejaba que sus niñas jugaran, que se divirtieran, que tuvieran confianza en sí mismas”.

Es en lo que Bryant se había convertido en el retiro. Era un motivador, pero adoptó métodos calculados. En una reciente entrevista con Bill Plaschke, de Los Angeles Times, Bryant se describió como un “tipo Galdalf”, al hablar de su estilo de entrenar en referencia al personaje de “El Señor de los Anillos”. Aquellos que notaban su calma en la banca, estaban de acuerdo.

“Tenía mucha calma, raramente alzaba la voz”, declaró Parker. “Esa era su filosofía, y dijo esto antes: si estoy gritándole a mis niñas, gritándole a las niñas durante el juego, no estoy haciendo mi trabajo como entrenador durante los entrenamientos”.

Dijo Hines: Siempre estaba aprendiendo. Sabía que sus niñas estaban aprendiendo siempre después de cada juego. Es por eso que creo que terminaron jugando muy bien. Cuando les jugamos la primera vez, éramos mucho mejor que ellas. Luego vinimos en octubre, y mejoraron significantemente. Este fin de semana, eran unas de las mejores”.

Antes de que Bryant dejara el gimnasio el 25 de enero, se atravesó con Parker, quien había visto el juego desde un balcón. Parker felicitó a Bryant y chocó su puño con el del exjugador de la NBA. Bryant dijo que hablarían más al día siguiente. Luego, caminó para celebrar con su equipo.

En los años en los que había conocido a Bryant, Parker nunca lo había visto tan emocionado. Incluso en esta etapa de madurez, a Bryant aún le encantaba ganar.

“Tenía un aura con él de que parecía que estaba caminando en la cima del mundo”, declaró Parker. “Parecía que Mamba Sports Academy era su reino. Y él era el rey. Caminaba en el balcón como si estuviera en el mundo que él había construido. Iba a llevar al próximo nivel al basquetbol a nivel club, el básquetbol de niñas. Este era su bebé”.

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Lo primero que Parker hizo el 26 de enero fue mandarle un texto a Bryant.

Después de que Bryant había regresado del Condado de Orange la tarde previa, Parker se quedó en Thousand Oaks y miró al próximo rival del Equipo Mamba, el cual era dirigido por el exjugador de la NBA, Jason Terry.

Bryant quería saber qué esperar. Parker entonces le pasó un reporte del scouting: eran grandes y físicas, y creaban duelos difíciles en la defensiva. Bryant, probablemente apurado, como adivina Parker, respondió con un “K” de aprobación rápido.

Eso fue poco después de las 8:30 a.m. Una hora después, el helicóptero de Bryant chocó.

Poco después, las noticias comenzaron a filtrarse en el gimnasio.

Las señales de dolor comenzaron a aparecer a las 11:30 a.m. Los aficionados comenzaron a juntarse alrededor de la Cancha 4, donde el Equipo Mamba debería jugar al mediodía cuando el entrenador asistente del partido que acababa de terminar estaba viendo su teléfono. Le enseñó a su entrenador, quien luego le habló a un referí.

“El referí inmediatamente suspendió el juego”, dijo Eric Rosenthal, un asistente de entrenador de preparatoria quien estaba en el torneo con sus dos hermanos menores, uno de ellos estaba jugando. “Entonces suspendieron todos los juegos. Había silencio por un par de minutos, en todas partes”.

A un lado del gimnasio, Parker estaba viendo como el equipo de Hines, Tree of Hope estaba jugando cuando detuvieron el partido. Primero, se negaba a creer que Bryant había muerto. Luego, se dio cuenta cómo había sucedido.

“Comencé a caminar hacía ahí, y es cuando escuché a alguien decir: Kobe estuvo en un accidente de helicóptero”, dijo Parker. “Sabiendo cómo Kobe viene y va, es cuando sentí mi corazón hundirse”.

En minutos, la sorpresa se convirtió en dolor.

“El gimnasio quedó callado”, dijo Parker. “Podían escuchar a gente llorar en silencio. Podías escuchar a gente decir: ‘no, no, no’. Finalmente alguien habló y dijo: ‘podrían todos arrodillarse e inclinar la cabeza para que todos podamos orar’”.

Respirando profundamente, temblando, Parker corrió hacia arriba, donde había visto lo mejor de Bryant un día. Pasó por la sala de reuniones en el que las jugadoras restantes del Equipo Mamba estaban tratando de lidiar con lo peor.

“Mis hermanos dijeron que podían escuchar gritos y llantos de ese cuarto”, dijo Rosenthal. “Fue algo que nunca habían escuchado”.

Lo que sigue ahora para el Equipo Mamba se desconoce.

Parker había reunido a algunas de las familias del Equipo Mamba para cenar en un restaurante de Thousand Oaks la noche antes del accidente (la mayoría del equipo se quedaba en hoteles cerca del gimnasio, dijo Parker), donde le hubieran preguntado al experimentado entrenador del equipo de lo que podían esperar si llegaban al circuito nacional.

Habían preguntado sobre los equipos prominentes que iban a enfrentar y cuales sedes de los torneos tenían los mejores hoteles. Estaban ansiosos de un futuro juntos, unidos por el liderazgo de Bryant.

Ahora, Parker simplemente quiere que el impacto de Bryant en la comunidad del básquetbol local siga viviendo.

“Él plantó una semilla y nos enseñó que se podía lograr y tenemos que continuar creciendo el juego y tenemos que continuar apoyando este juego y a estas niñas. Es nuestro trabajo el seguir con ello”.

For the original story in English, please click here.

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